Texto de una conferencia que impartí para Manos Unidas el 2 de Diciembre de 2004, en la Universidad Politécnica de Valencia
“Los nuevos modelos atrajeron multitudes en el VII
Salón internacional del automóvil de Shenzhen el pasado noviembre (2003). “La gente
no se limitaba a mirar –dice el periodista Hu Hui-. Abría las puertas, se
sentaba y probaba los motores”. Con el espectacular incremento del coche
particular, China es el país donde el consumo de petróleo aumenta con más
rapidez”. Tim Appenzeller (Nat. Geograph. Jun2004)
“En la calle uno se sorprende al ver los tenderetes y
bazares con todo tipo de aparato electrónico de última generación, pero cuando
subes a la habitación del hotel y ves
que por el grifo no sale agua caliente, y a veces ni siquiera sale agua, te das
cuenta de que estás realmente en el Tercer Mundo” Robert Kaplan, Viaje a los
confines de la Tierra.
Cuando
hablamos del uso de la tecnología, nos podemos imaginar que existe un abismo
insuperable entre nuestro cómodo y adinerado mundo, donde en cada casa se
disfruta de no menos de veinte aparatos que encierran una muy sofisticada tecnología,
frente a la situación de las pobres aldeas del Sahel subsahariano, por poner un
ejemplo. Pero yo creo que enfocar el tema desde el planteamiento de cómo podríamos
hacer para que la tecnología que nosotros disfrutamos alcance a los que nada
tienen, así, sin más, me parece una cuestión que no tiene sentido.
Cuando se plantean acciones de ayuda al desarrollo de aquellos países y
gentes, yo al menos tengo la sensación de que lo que se pretende es tratar de
aproximar a ellos nuestro estilo de vida, nuestras capacidades de uso y consumo
de bienes, y lógicamente nuestra capacidad de generarlos y adquirirlos. Y
parece como si el paradigma de nuestro estilo de vida es lograr ofrecerles a
ellos nuestra alta tecnología, porque así entendemos que ellos vivirán mejor.
Pero si no queremos caer en tópicos baratos y absurdos, deberíamos
hacernos primero una serie de preguntas, que no dudo, son muy difíciles de
contestar.
¿Qué
es la tecnología?
¿Es
útil – necesaria toda la tecnología que disfrutamos?
¿Es
útil – necesaria también para ellos?
¿Qué
niveles de consumo de recursos exige el uso y disfrute de la tecnología?
¿Es
asumible un Planeta completamente tecnificado?
A la pregunta ¿Qué es la tecnología?, un diccionario enciclopédico
(Larrouse 2000), por utilizar uno de los muchos que existen, dice que
“tecnología” es el conocimiento de la evolución del conjunto de instrumentos o
maquinaria, procedimientos y métodos técnicos que permiten la utilización de
fuerzas naturales para la satisfacción de las necesidades humanas.
Desde un enfoque económico, los neoclásicos consideran la utilización
de la tecnología bajo el principio de eficiencia, por el que los procesos
basados en la tecnología lo son en la medida en que no consuman recursos en
cantidad superior a los bienes que producen, o a medios de producción
alternativos. Para los marxistas, el progreso técnico es uno de los elementos
fundamentales para el desarrollo de la dinámica social.
Con estas definiciones podemos extraer tres elementos básicos en el
análisis que nos ocupa. El primero, la tecnología como medios técnicos que
permiten usar las fuerzas naturales para satisfacer las necesidades humanas. El
segundo introduce, el concepto de eficiencia, por el que satisfacer las
necesidades sí, pero a un coste asumible. Y el tercero, plantea la tecnología
como elemento fundamental del desarrollo de los pueblos, entre otras cosas
porque supone una fuerza generadora de producción, y por tanto de empleo y por
tanto de riqueza, que no tiene alternativa posible. Cada uno de ellos da para
abordar siete conferencias de expertos internacionales, pero aquí sólo vamos a
llegar a unas cuantas reflexiones.
NECESIDADES
La primera pregunta que hemos de respondernos a la hora de plantearnos
la transmisión de tecnologías a los países en vías de desarrollo (PVD), es si
sus necesidades son iguales que las nuestras.
Una forma de poder resolver esta cuestión es acudir a la socorrida
pirámide de Maslow, donde uno nada más verla, observa que mientras nosotros
podemos en general encontrarnos en la parte superior de la pirámide, nuestros
hermanos pobres en muchas ocasiones no superan el nivel inferior. Aunque no
podemos afirmar que ellos no tengan afecto y amor por el hecho de no disponer
de lo suficiente. Es más, deberíamos incluir en la parte superior la necesidad
de divertimento o ocio, que en nuestros países mueve cantidades
inconmensurables de dinero, recursos… y tecnología, como forma de compensar en
nuestro mundo la falta de afecto y amor, aunque el dinero nos salga por las
orejas. Pero este es otro tema.
Siguiendo con el tema que nos ocupa, en una primera reflexión no parece
razonable a un niño de Sudán, que no tiene qué llevarse a la boca, darle un DVD
para ver películas americanas. Es decir, para nosotros, cuando pensamos en
tecnología avanzada, se nos viene a la mente todo el cortejo de aparatos
electrónicos que rodean nuestras vidas, desde la lavadora súper automática
hasta el I-pod capaz de almacenar 10.000 canciones que nuestros hijos se
descargan conectados a Internet las 24 horas. O los aceleradores lineales de
nuestros hospitales. O la red de cajeros automáticos, o el GPS de nuestro
último coche.
Pero tecnología es también los sistemas de riego, o las centrales
térmicas, o las represas, o las carreteras bien asfaltadas (no necesariamente
autopistas de cinco carriles), o el servicio de correos, o dispensarios de
atención primaria, o redes adecuadas de alcantarillado, o la iluminación de las
calles.
Es decir, tecnología o alta tecnología no es sinónimo del último grito
tecnológico que se expone en la última edición del SIMO, o en el último salón
del automóvil. Ni siquiera alta tecnología es sinónimo de los aparatos más
complejos y costosos para curar el cáncer en los hospitales más punteros de
Norteamérica.
La tecnología es útil sólo para aquél que la comprende y la sabe
utilizar para satisfacer sus necesidades. En este sentido tenemos que entender
que existe una tecnología, a veces alta o muy alta (según el concepto empírico
que tenemos de alta o muy alta), para satisfacer necesidades primarias o de
déficit. Existe otra tecnología que nos permite avanzar en la pirámide de
Maslow hacia cotas medias, y existe otra para aquellos que ya lo tenemos todo y
entra de lleno en la satisfacción de apetencias suntuosas y de divertimento.
TRABAJO
La segunda pregunta a la que debemos responder es si la tecnología
permite generar trabajo. Porque como reza el ya clásico refrán, no vale con darle
un pescado al hambriento, sino enseñarle a pescar. Ciertamente depende de si
los medios de producción de tecnología están asentados en el país o vienen de
fuera y la zona en cuestión se limita a consumir artículos de importación.
Ciertamente, parece existir una correspondencia entre tecnología básica
(la que satisface las necesidades de déficit) y su ubicación en el país, puesto
que los sistemas agrícolas, de riego, ganaderos, y de producción de energía,
difícilmente pueden estar fuera. A poco que un país tenga unos medios básicos
de subsistencia, el agua y los alimentos ha de producirlos, al menos en
cantidades esenciales, ellos mismos, con independencia de que se importe
aquellos bienes que el suelo donde viven no puede producir.
Con el desarrollo económico, también se da la tendencia cada vez más
intensa de afluencia del sector industrial occidental a PVD, bajo el fenómeno
de la deslocalización. Así, son cada vez más numerosas las industrias que al
calor de la mano de obra barata trasladan sus factorías a PVD. (Mis botas de
montaña son francesas, pero están fabricadas en Vietnam). Esto no significa que
los habitantes de aquellas regiones disfruten directamente de lo que ellos
fabrican, pero al menos disponen de una fuente de trabajo.
EFICIENCIA
La tercera pregunta tiene una respuesta más compleja, y además plantea
serias dudas respecto de muchas cosas.
Eficiencia es la relación entre los medios empleados y los resultados
obtenidos. Es lo mismo que el concepto coste – efectividad, entendiendo por
coste los medios que se necesitan para producir un bien, y efectividad el grado
en el que se alcanza un resultado o efecto real deseado.
En este punto tenemos que detenernos en conceptos de la teoría
económica clásica, y acudir a dos leyes fundamentales, la primera es la Ley de
rendimientos decrecientes y la segunda es la Ley de rendimientos de escala, en
cierto modo asociada a la de acumulación de capital.
La Ley de rendimientos decrecientes, formulada por David Ricardo dice
que a medida que aumenta la producción se necesitan cada vez más y más recursos
en materia, energía e información, es decir, coste. En otras palabras, llega un
momento en el que el incremento de los costes por unidad de incremento de
producción, o de resultado, se hace cada vez más grande, hasta convertirse en
casi asintótica, con lo que se llega a la paradoja de que un incremento
unitario en efectividad supondría casi un coste infinito.
A no ser que entre en juego una segunda ley o principio, que es el de
los rendimientos de escala.
Si se produce un cambio sustancial en los medios y capacidades de producción,
se produce un rendimiento creciente de escala, si se genera, con ese salto cualitativo
y cuantitativo de las capacidades
productivas, un incremento no proporcional de la producción.
De alguna forma este efecto está asociado a la Ley de acumulación de
capital por la que el incremento de capital permite nuevas inversiones que
generan mayores ingresos y mayores capacidades productivas. Esto hace que cada
vez más, las capacidades de producción de bienes y servicios se concentren en
cada vez un menor número de empresas más y más poderosas contra las que es cada
vez más difícil competir. Generan economías de escala que son
extraordinariamente difíciles de igualar para empresarios que intentan
introducirse en un sector.
En realidad ambas leyes, la de crecimientos decrecientes y de
crecimientos de escala están combinadas, cuando agotada una vía d producción se
encuentra la siguiente, el crecimiento se dispara (fase 2) hasta que termina
agotándose (fase 3).
La aplicación de estos principios al tema que nos ocupa nos lleva a un
terreno sobremanera inquietante. La tecnología que disfrutamos necesita detrás
una cantidad descomunal de recursos para la producción y para el mantenimiento.
Y los costes unitarios de producción, cuando nos adentramos en elementos de
alta tecnología entran de lleno en la meseta asintótica de la curva.
Un ejemplo claro lo tenemos en la tecnología médica. Los países más
pobres, a penas si pueden salir de sus problemas más acuciantes, por escasez de
medios, lo que supone unos niveles de salud infrahumanos. Sin embargo, los
países PVD, si disponen de una buena política de cooperación, y consiguen salir
y resolver sus conflictos internos, a poco que se apliquen políticas de higiene
básicas y adecuadas campañas de vacunación, y atención materno infantil se
experimentan incrementos sustanciales en los indicadores fundamentales de
salud. Sin embargo en los países desarrollados, la tecnología médica se interna
en la meseta asintótica de la curva, pues nuestras capacidades tecnológicas,
cada vez más caras, realmente no generan un incremento proporcional a las
inversiones que se realizan, y que la sociedad exige insaciablemente.
Por ello, cuando se trata de incorporar a los PVD la tecnología
occidental, debemos reflexionar, si además de serles útil para sus necesidades,
realmente es una tecnología eficiente, es decir, coste efectiva para su
disponibilidad de recursos, que no pueden desperdiciar en un aparataje tan
sofisticado, como costoso e ineficiente en su entorno.
SOPORTE TÉCNICO
Además de los tres elementos que se desean con la introducción de la
tecnología, hay que ser conscientes de que su uso y disfrute requiere un
aparato estructural en el país, a veces de increíbles proporciones.
Por poner un ejemplo. Que un automóvil pueda cumplir su función de
desplazarnos de un lugar a otro, requiere toda una industria de fabricación
detrás, desde los fabricantes de cada una de las piezas, hasta la factoría de
montaje final. Supone una red de distribución de piezas desde donde se fabrican
hasta donde se ensamblan. Una red de distribución de ventas. Una red de
talleres de reparaciones. Una red de gasolineras donde poder repostar
combustible. Una red de carreteras por donde se pueda transitar con un mínimo
de seguridad, y no tanto de comodidad y rapidez. Si alguno de estos elementos
falla, casi de nada nos sirve tener un automóvil.
No tiene sentido, salvo hacer un negocio fraudulento, inundar de
cacharrería electrónica a un país sin infraestructura suficiente para
soportarla.
Gracias al principio de los rendimientos de escala, nuestros
automóviles siguen costando básicamente lo mismo en los últimos diez años. Pero
hay indicios que nos hacen pensar que esta bonanza puede estar disfrutando de
sus últimos días. La razón estriba en el precio de las materias primas. Entre
ellas, y fundamental, el petróleo.
MATERIAS PRIMAS
La producción y consumo de tecnología puede llegar a ser extremadamente
costosa en consumo de materia prima. Entre ellas, las fuentes de energía están
en el punto de mira de uno de los mayores problemas de la Humanidad.
Efectivamente la frase que literalmente hemos puesto en el inicio de la
conferencia supone un serio problema. Hasta ahora la cosa era del siguiente
modo. Nosotros, Occidente, nos movíamos en coche, mientras que los 1300
millones de chinos se desplazaban en bicicleta. Y el precio del petróleo se
mantenía por debajo de los 30 dólares el barril. Ahora, 1300 millones de chinos
se están pensando que es más cómodo desplazarse en coche, y su economía parece
mostrar indicios de que cada familia china podría tener un cochecito. El
resultado es que el petróleo cuesta ahora 50 dólares (esta, entre otras
razones). China en 2002 igualaba a Japón en consumo de petróleo, 1935 millones
de barriles anuales. India va detrás, y también le apetece moverse en coche, y
también tiene más de 1000 millones de habitantes.
Y el petróleo no está solamente en la base de las fuentes energéticas.
Casi todos los materiales de alta tecnología que utilizamos (todos los
derivados plásticos y gomas) de alguna forma utilizan los alcanos
(hidrocarburos saturados). Esto significa que bajo múltiples aplicaciones, la
difusión de la tecnología a los PVD hace crecer de forma casi imprevisible el
consumo de las fuentes energéticas y plásticas naturales.
Esto nos lleva a una inquietante situación. Si efectivamente, con la
tecnología actual, no es posible satisfacer la demanda de materias primas
(sobre todo petróleo) para la población mundial que la consume en la actualidad,
y mucho menos para la que desea consumirlas en el futuro, la dramática pregunta
es cómo y dónde situar el objetivo de desarrollo en los países PVD entre la
insoportable desigualdad actual y la imposible y dudosa “igualdad de uso” de un
mundo totalmente tecnificado (si es que ello fuera acaso técnicamente posible).
RESIDUOS
El consumo de tecnología provoca también un efecto directo no menos
importante. La generación de residuos. En nuestros países, todos empezamos, más
o menos, a estar concienciados con la necesidad de reciclar y de minimizar lo
más posible la contaminación, tanto atmosférica, como del agua o incluso de la
tierra. En los PVD la situación es bien distinta. Si por una parte la
tecnología que ellos usan, por ser más anticuada es más contaminante (fábricas,
coches y calefacción), el consumo masivo de nuevas posibilidades generaría
igualmente más residuos, aunque los aparatos fueran menos contaminantes.
PRIMERA RECAPITULACIÓN
De lo expuesto hasta ahora podemos concluir que los atributos analizados,
“necesidades”, “trabajo”, “eficiencia”, “soporte”, “materia prima” y
“residuos”, constituyen un conjunto tremendamente inestable de variables que
hacen que la ecuación tecnológica para los PVD, y por qué no decirlo, incluso
para nosotros, tenga una muy difícil solución. Pero es evidente que, aunque no
tenga una solución ideal, porque no la tiene, debemos conseguir encontrar
valores razonablemente adecuados o útiles, al menos para según qué grupos de
países según sus necesidades.
Es evidente que los PVD tienen el mismo derecho de disfrutar de la
tecnología, en cuya producción ellos también contribuyen decididamente, bien
como productores de materias primas, bien como productores de bienes de equipo
o de consumo, que nosotros. Pero hay razones para pensar que ello, en el
extremo no va a ser posible, salvo que un salto de rendimientos de escala
permita al Planeta disponer de energía barata, abundante y no contaminante,
nuevas capacidades de reciclaje y un abaratamiento sustancial de los bienes de
producción.
En esta creencia se basa el denominado “optimismo tecnológico”, frente
al pesimismo que embarga a los que sospechan que la Tierra y el efecto de
explosión demográfica no va a poder aguantar el tirón de las tensiones que
estamos experimentando en los albores del presente siglo XXI, y que se denomina
“pesimismo malthusiano”.
GLOBALIZACIÓN
Una de las características fundamentales de nuestro Mundo es que está
altamente globalizado. La economía mundial está globalizada, los flujos de
capital transnacionales son inmensos y masivos cada día, y la interdependencia
de los países entre sí es cada vez mayor. En lo que se refiere a la tecnología
la dependencia de los principales países productores (aunque tengan sus
fábricas en los PVD) es innegable. Los PVD no producirán tecnología, la
consumirán dependiendo en financiación y suministro de los países que la
controlan. Esto es un hecho. Y consumirán tecnología en la medida en que sea
negocio, a ser posible redondo, para los productores. En este sentido, la
globalización supone para los PVD por un lado la esperanza de prosperar, pero
por otra la seguridad de que dependerán de los países grandes casi para respirar.
Y las organizaciones internacionales que supuestamente facilitan la
financiación de los PVD tampoco van a contribuir a la independencia económica y
tecnológica de estos países, porque son la voz de sus amos, los países del G7.
Siendo conscientes de que este enojoso asunto planeará en los posibles
escenarios de cooperación para el desarrollo, salvo que cambiase tan grata como
improbablemente la cuestión, pasemos a plantearnos de qué modo se podría
plantear genéricamente la difusión de la tecnología en los PVD.
PLANTEAMIENTO SISTÉMICO
El análisis de las necesidades tecnológicas de un país se puede
efectuar de diversos modos, siguiendo esquemas prefijados para clasificar los
diferentes sectores de actividad y productivos, por ejemplo la clásica división
de los sectores en primario, o extractor de materias primas, secundario o
industrial y terciario o de servicios.
Sin embargo, y valga como una forma poco frecuente de plantear la
cuestión, presentamos aquí un planteamiento denominado sistémico de un país.
Esto quiere decir lo siguiente. Un país es un sistema, definido como conjunto
de elementos relacionados entre sí; y además es un sistema vivo, como lo es un
organismo biológico. Para que todo ser vivo pueda mantenerse con vida necesita
disponer inexorablemente de una serie de subsistemas internos que le permitan
ingerir alimento, procesarlos para obtener energía, almacenarla y utilizarla
para poderse mover (con sus músculos) y relacionarse con el exterior de alguna
forma, mediante un sistema de información (nervioso). Y eliminar los residuos
de la digestión y combustión interna.
El investigador americano James G. Miller planteó esta teoría allá por
los años 70, que bien estudiada resulta ser incuestionable.
Las organizaciones humanas, y un país lo es, necesitan los mismos
subsistemas críticos para vivir, que necesita un ser vivo biológico. Sobre esta
base vamos a examinar de qué forma es aplicable la tecnología en los PVD.
Para que un país alcance un razonable estado estable, es decir, un
nivel de desarrollo y viabilidad aceptable, necesita alcanzar la madurez en
todos y cada uno de los subsistemas críticos, que se agrupan en tres
categorías.
Subsistemas que procesan materia y energía. Son aquellos que suponen el
tejido productivo y de servicios del país.
Subsistemas que procesan información. Son aquellos que constituyen el
tejido neuronal de la nación. Redes de comunicaciones. Elementos que recogen la
información, la procesan, la almacenan y con ella toman decisiones, y trasmiten
a la sociedad dichas decisiones como publicidad, medios informativos e
imposiciones de obligado cumplimiento entre otras.
Subsistemas que procesan materia, energía e información. Estamos ante
el sistema defensivo: Fuerzas Armadas y policía interna, y la capacidad interna
del país de adaptarse a nuevos escenarios políticos, sociales y económicos.
SISTEMAS INGESTORES
Son los medios que permiten extraer la materia prima necesaria para
satisfacer a la población de alimentos, energía y materiales para desarrollar
una vida normal. Es el sector primario. Ningún país es autosuficiente en
materias primas. Pero de disponer de ellas, los PVD necesitan de una tecnología
pesada altamente costosa. Estamos ante la tecnología que permite la explotación
minera de yacimientos de minerales y fuentes energéticas.
En general, si estos yacimientos son de interés estratégico mundial, es
seguro que ya están explotados por las multinacionales del sector. Es el caso
de Bolivia y su gas natural. La tecnología ya está en esos países, pero
controlada por multinacionales.
En el caso de la alimentación el asunto puede estar más atomizado, y
cada país puede disponer de sus propias capacidades. En según que PVD la
agricultura y ganadería puede estar bajo mínimos (países que sufren hambrunas
periódicas), e incluso sufrirlas mientras lo que producen sirve como fuente de
recursos económicos para pagar la deuda externa.
En cualquier caso, en principio es el sector agrícola uno en el que
cabe plantearse introducir mejor los recursos tecnológicos para sacar un mayor
rendimiento a la tierra.
Aquí hay que citar el empleo de la biotecnología que permite la
elaboración de alimentos transgénicos. Esta parece ser una alternativa para dar
de comer a millones de personas en una tierra que cada vez está más
sobrexplotada. Pero hay dos problemas, las consecuencias para la salud del uso
de semillas transgénicas, y (otra vez), la dependencia comercial de los países
propietarios de las patentes de semillas transgénicas.
Otro tanto cabe hablar de la pesca y ganadería, donde la implantación
de una adecuada tecnología permitiría mejorar el rendimiento de las explotaciones
ganaderas y pesqueras (piscifactorías). Y en hablando del sector de la
alimentación, hablamos de una de las tecnologías más necesarias para los PVD,
sobre todo en aquellos que no superan el nivel más esencial y básico de la
pirámide de Maslow. De hecho, muchos de los proyectos financiados por Manos
Unidas van en este sentido.
No obstante, la cesión de tecnología a esos países introduce una
servidumbre no siempre resuelta. Al hablar en el epígrafe dedicado al “soporte
técnico”, decíamos que el uso y disfrute de la tecnología requiere un soporte
estructural alrededor del aparato de uso que no es baladí. Sistemas logísticos
de repuestos, técnicos especializados en reparaciones, talleres de suministros,
etc. Podemos abastecer de bombas eléctricas para extraer agua. Pero si con
ellas no acompaña el técnico que sepa repararlas, (o se enseña al usuario), o
suministradores de repuestos, ni una red de suministros, al primer fallo de
esas bombas, terminarán en un cementerio de bombas tan costosas como inútiles.
Por último, y no menos importante, si los sistemas ingestores suponen
la puerta de entrada de materia y energía en un país, no olvidemos que un
elemento fundamental de materia prima de un país es su gente, la población. Es
la base de la fuerza de trabajo y del capital. Y la población entra, bien por
la vía de los nacimientos o por la vía de la inmigración.
Si hablamos de nacimientos, estamos hablando básicamente de la mujer y
del papel esencial que cumple en la crianza de los hijos. Podemos hablar aquí
de una tecnología sanitaria que permita garantizar una salud materno infantil
que evite la mortalidad perinatal, tanto de ellas como de sus hijos. Esto nos
conduce a hospitales obstétricos y pediátricos, que en sí mismos no requieren
una sofisticada tecnología, pero sí unas condiciones higiénicas razonables, al
menos.
SISTEMAS CONVERTIDORES
Estamos ante la industria pesada capaz de convertir el mineral en metales,
o el petróleo y el gas en combustible, o las reses en carne, o los alimentos
cultivados en alimentos consumibles, o el agua embalsada en agua capaz de fluir
por la red de suministro, o los áridos en materiales para la construcción, o
los árboles en madera, etc. Es decir, estamos ante el sector primario que
transforma las materias primas en materias elaboradas capaces de ser utilizadas
para su posterior uso y convertirlas en bienes de consumo desde las industrias
del sector secundario.
La tecnología necesaria para llevar a cabo estas funciones es también
altamente compleja. Supone el diseño y la puesta en funcionamiento de proyectos
de ingeniería muy costosos y complejos. Esa tecnología es también importada en
general. Y también está situada en la base de la pirámide.
En el ámbito de esta función conversora, si el país no tiene industria
propia (tecnología), tendrá que importarla y depender del exterior para casi
todo.
Lo referido en el epígrafe anterior sobre la mujer y el crecimiento
demográfico, ahora podemos referirlo a qué se hace con esos niños para
“convertirlos” en personas adultas que puedan constituir realmente fuerza de
trabajo y capital humano. Hablamos del sistema educativo y de la formación de
la mujer como responsable de la educación doméstica de los hijos, sin
desatender al padre. Pero en según qué sociedades este rol paterno educador
varía mucho.
En suma, el sistema educativo no requiere tanto de una tecnología
compleja y costosa, como de medios materiales y sobre todo humanos para hacer
posible esa formación esencial de los escolares.
SISTEMAS DE SOPORTE -
INFRAESTRUCTURAS
Estamos ante la industria responsable de la obra civil y de la
construcción.
En primer lugar, tecnología arquitectónica para construir viviendas
dignas para la gente. ¿Tecnología?, desde las sencillas construcciones rurales,
hasta los bloques de vivienda, que no se vengan a bajo con un seísmo de grado
3, por favor.
En segundo lugar, el saneamiento. Redes de aguas blancas y negras.
Principal factor para el despegue sanitario de los PVD. Sin ellas, no hay que
hablar si quiera de medidas de carácter sanitario, puesto que la gente se
morirá de infecciones gastrointestinales. De la misma forma que sin tecnología
primaria que garantice la alimentación y el agua potable, tampoco merece la
pena hablar de salud para nadie.
En tercer lugar están las comunicaciones terrestres, carreteras y
ferrocarril, puentes, aeropuertos y puertos. Algo que sea un poco mejor que los
caminos de tierra convertidos en barrizales intransitables cuando llueve. Y que
permita el desplazamiento razonablemente rápido y seguro de personas y
mercancías. Aeropuertos que no supongan un suicidio el solo intento de
aterrizar. Aquí hay también una alta tecnología detrás de los proyectos de ingeniería
civil.
En cuarto lugar están las redes de energía eléctrica, esenciales para
el uso de la electricidad, no sólo en las ciudades, sino en el entorno rural.
Esta es una de las más graves deficiencias de los PVD.
Estos tres sistemas: ingestor, convertidor y soporte –
infraestructuras, suponen la base tecnológica de los países PVD. Si en estos
tres sistemas el país no dispone de la tecnología necesaria, es inútil y
absurdo seguir pensando y discutiendo. Simplemente el país no puede funcionar.
Y no lo puede hacer, porque estos tres sistemas no son externalizables, o se
tienen o no se tienen, pero no se pueden importar completamente. Y las
infraestructuras, ahí están, o no están.
SISTEMA DISTRIBUIDOR
Si el país dispone de infraestructuras de comunicaciones físicas
razonables, entonces pueden funcionar las redes de distribución. Automóviles,
flotas de autocares, de camiones, trenes de personas y mercancías, barcazas
fluviales, flotas pesqueras y mercantes, tráfico aéreo. Este sistema
distribuidor hace posible la logística. Y la logística encierra todo un sector
industrial de primer orden que implica un soporte altamente desarrollado, como
dijimos antes: redes de gasolineras, de talleres de reparaciones, de puntos de
suministros, de sistemas de gestión, mando y control (como veremos al hablar de
los sistemas e información). Etc. No basta con tener el vehículo. O se tiene el
apoyo en tierra, o al primer fallo, quedará inservible.
Enlazando con el punto a continuación, el sistema almacenador, distribución
y almacenaje van íntimamente ligados. Un buen sistema distribuidor, permite una
gestión ágil de stock. Un mal sistema distribuidor, obliga a unos sistemas de
almacenamiento pesados y muy costosos, si no se quiere echar a perder las
mercancías.
En sí mismos, los elementos de distribución son almacenes móviles. La mercancía
está almacenada en los tanques y contenedores montados en camiones, trenes,
aviones o barcos. No es importante sólo
el hecho del vehículo, sino cómo ese vehículo almacena temporalmente la carga.
Esto es tecnología, a veces de la alta, como por ejemplo la que soporta
el transporta de gases licuados, o contenedores frigoríficos.
Y ni que decir de los vehículos que transportan personas. El abismo
entre los vagones con asientos de madera y locomotoras que tardan un día entero
en recorrer 400 Km, hasta el tren de alta velocidad, es insuperable.
SISTEMA ALMACENADOR
Este es el subsistema responsable de la gestión de los bienes de
consumo, tanto directos a la población, como de las piezas que necesitan ser
suministradas para la fabricación de dichos bienes, tanto de consumo, como de
equipo.
Estamos ante los sistemas de gestión de inventario, ante los almacenes
de todo tipo. Almacenes donde hay un flujo de entrada, suministrada gracias a
los servicios de suministros, distribuidores, y de donde se producen todos los
días salidas en función de los pedidos por ventas a terceros.
Es el mercado, en suma, donde se compra y se vende, y mientras tanto
los bienes quedan almacenados en grandes naves y silos, como el grano de
cereal, o en tanques de combustibles donde se almacenan las reservas
estratégicas de petróleo, o en naves industriales donde se almacenan los bienes
producidos, o en los almacenes al por mayor, o al detall, o en las tiendas
venta al público. Etc.
El almacenamiento de mercancía requiere una sofisticada tecnología de
gestión y conservación de stocks. Pensemos que muchos artículos son
perecederos, caducan si no se les da salida a tiempo; o necesitan unas
determinadas condiciones de temperatura y humedad, como los alimentos.
En Occidente sabemos que la gestión de stock es muy cara, y las
empresas la suelen externalizar. Se habla de suministros “just in time”,
justamente para no asumir ese coste, aunque con ello dependamos de la red
logística. Etc.
Esta tecnología se basa en dos elementos fundamentales. Equipamiento
estructural para acondicionar la mercancía. Equipamiento motriz para movilizar
los artículos rápidamente (gruas, carretillas, escaleras, etc). Y equipamiento
informático para controlar el stock en todo momento.
Todo esto es tecnología, y de la sofisticada a veces. Y aunque pensemos
que no es imprescindible que los PVD dispongan de las últimas técnicas al uso,
no cabe duda de que la diferencia entre una buena gestión de almacenes y una
mala puede estar en la base de que lo que entra en el país, o se consigue
extraer o fabricar, se conserve en buenas condiciones para el consumo, o se
pierda y degrade hasta quedar inservible.
SISTEMA PRODUCTOR
El sistema productor engloba un gran conjunto de sectores, tanto
productores de bienes como de servicios.
Dentro de los sectores fabriles se encuentran todas las empresas que
fabrican bienes de equipo y de consumo. Todas, las que ponen a la venta directa
dichos bienes. Hablamos de la industria textil, del automóvil, del mueble,
electrónica, electrodomésticos, fabricantes de componentes, herramientas,
materiales de construcción, utillaje, imprenta y editoriales, etc.
Todas ellas constituyen una tupida red de interdependencia unas de
otras, porque ninguna puede ser plenamente autónoma. Todas dependen de suministros externos de piezas,
materiales, herramientas, energía, agua, etc. Todas forman el tejido productivo
secundario del país. El automóvil, por ejemplo; no basta con instalar una
fábrica de montaje, si a su alrededor no se instalan una infinidad de
industrias que fabrican las multitudes de piezas que componen un coche y que
son estándar: neumáticos, baterías, amortiguadores, lunas, faros, asientos,
etc. Y la compleja red de distribución, tanto nacional, como internacional para
recibir casi a diario, piezas fabricadas al otro lado del Planeta. Etc.
Esto es tecnología y de la pesada y alta, porque estos sistemas
productores están soportados a día de hoy por una ingeniería de muy elevada
tecnificación y coste. Y esta es una de las claves del desarrollo avanzado de
un país. Porque si un país no produce estos bienes, o bien se resigna a carecer
de ellos, o tiene que importarlos en casi su totalidad.
Pasando al otro sector, el terciario o de servicios, estos sistemas
productores engloban toda la inmensa red de servicios sociales en los que se
soporta el mantenimiento de los diferentes sistemas. Hablamos de servicios
postventa, talleres de reparación, y personal especializado. Poco hay que
incidir sobre la importancia de disponer tanto de un buen tejido industrial que
sea capaz de fabricar y producir los bienes que necesitamos, como de un
servicio industrial que sea capaz de mantener dichos bienes, sobre la base de
que todo, absolutamente todo, más tarde o más temprano termina fallando y dando
problemas. Y esto es también tecnología y de la complicada, porque requiere
instalaciones, herramientas y personal especializado.
De la misma forma que los bienes de equipo y consumo necesitan este
sistema de apoyo y mantenimiento, los seres humanos también lo necesitan.
Estamos ante el sistema sanitario. Centros de salud, hospitales, farmacias, y
toda la industria que los soporta.
Esto es alta, altísima tecnología, y de la cara, de la carísima. Tanto
que ni siquiera los países desarrollados aciertan a cómo poder sostener los
costes permanentemente crecientes. Y es aquí donde más notables diferencias se
pueden observar de necesidades en función de los países. En principio no parece
sensato pretender instalar en los PVD hospitales de última generación,
orientados a patologías propias del mundo sobresaturado, obeso y sedentario,
que sufre lo que se merece, obesidad, enfermedades cardíacas, artrosis y
enfermedades degenerativas por la longevidad, cuando el problema de los PVD
pueden ser y son otros bien distintos, mortalidad perinatal, enfermedades
infecciosas tropicales y gastrointestinales, desnutrición o traumatismos por
efectos de las guerras. No siempre la última y más avanzada tecnología médica
es útil, necesaria ni coste efectiva para resolver los problemas de los PVD.
Pero sí es de justicia invertir desde aquí, Occidente, o allí mismo,
instalando fábricas de medicamentos, para tratar sus enfermedades. Existen unos
medicamentos denominados huérfanos “orphan drugs”, que tratan enfermedades
raras en Occidente, pero comunes y a veces de alta mortalidad en los PVD. Como
la industria farmacéutica es occidental (G7/8), y privada, para ellos no es
negocio investigar, desarrollar ni producir medicamentos para el Denge o la
úlcera de Buruli. Son medicamentos huérfanos porque no tienen padre que les
ayude. Y son los que los PVD necesitan en gran medida. Esta es una de las
muchas deudas tecnológicas que Occidente tiene con los PVD. Y está sin saldar.
Otra forma importante de aplicar alta tecnología médica en países PVD
es la Telemedicina. Esta es una rama de la Medicina, directamente apoyada en
los sistemas de comunicaciones de imagen, voz y datos, bien por redes de cable,
bien vía satélite, que permite el apoyo de especialistas situados a miles de
kilómetros de distancia, a equipos médicos destacados o ubicados en zonas donde
de otro modo sería imposible disponer de dichos apoyos.
SISTEMAS MOTORES
En un ser vivo animal, el sistema motor es el tejido muscular, cuya
función es permitir el desplazamiento, con la finalidad de encontrar el
alimento, el cobijo y el agua.
En nuestro mundo, la capacidad de moverse hasta encontrar recursos se
llama “capacidad de vender” y de “encontrar financiación”. En una palabra, cómo
conseguir pasivo contable, recursos propios, capital o ajenos; sobre la base de
un activo que garantice unas ventas, cuyos beneficios reviertan en los inversores
o en los prestamistas y acreedores. Este parece ser el mundo de las finanzas,
que ciertamente mueven el mundo. Este es un elemento motriz, que en realidad
impregna absolutamente todos los subsistemas estudiados y los que faltan por
examinar, pues todo elemento material tiene un contravalor como activo
contable, y un equivalente en el pasivo contable en función de la manera en la
que está financiado. Por tanto, referirnos aquí, en el subsistema motor al
mundo financiero, es simplemente una referencia a la capacidad humana de buscar
fuentes de financiación garantizadas por la capacidad productiva de bienes y
servicios.
Pero hay otro componente motor muy importante en un país. Es su
capacidad de moverse como tal, de expandirse. Y no hablamos de guerras de
conquistas, aunque todavía no están todas las fronteras claramente definidas. Es
la capacidad de salir al mundo, de relacionarse con el exterior, de viajar, de
salir al exterior, de no vivir aislado. De que sus gentes viajen, se mezclen,
estudien en otros países, aprendan más allá de las fronteras de su país o de su
comarca. Hablamos claramente de participar activamente del fenómeno de la
globalización. Los musulmanes lo están haciendo de un modo imparable. Realmente
están conquistando Occidente.
No es un sistema que requiera alta tecnología, pero sí una firme
capacidad de decisión social.
SISTEMAS EVACUADORES
Son los encargados de dar salida del país al resultado de su actividad.
Bienes, personal y residuos.
Hablando de bienes, hablamos del sistema de ventas al exterior.
Hablando de personas, estamos ante el fenómeno de la emigración.
Hablando de residuos, estamos ante el problema de cómo tratar el efecto
de contaminación y acumulación de basuras y su reciclaje.
Cada uno de estos tres componentes es de vital importancia para el
país. El primero, porque de él depende la capacidad de compra, de ingestión de
recursos, y con ella, de iniciar todo el ciclo productivo. El segundo, porque
la emigración imparable supone, bajo un ambiente de decepción, la sangría del
capital humano necesario para mantener el país operativo. El tercero, porque
tanto dentro de sus fronteras como en el conjunto del Planeta, la capacidad de
absorción de residuos está provocando el ominoso efecto de la contaminación.
SISTEMAS DE INFORMACIÓN
Los descritos hasta ahora constituyen el conjunto de subsistemas
orientados a la producción de bienes y servicios. Pero un país no puede
funcionar si no dispone de adecuados sistemas de información. Sistemas que le
permitan conocer lo que sucede en su interior y lo que sucede en el exterior,
para conseguir que las personas se relacionen, se conozcan, intercambien
conocimiento, bienes, servicios, capital, compren y vendan, y se planteen
objetivos a medio y largo plazo. Sistemas que les permitan relacionarse con el
mundo exterior, aprender del entorno, adaptarse a nuevas circunstancias y
también influir en la comunidad internacional. En suma, los sistemas de información
suponen los sentidos por los que conocer, las redes por las que transmitir
información y órdenes, memoria para recordar, para tener una historia, para
tener un futuro.
La tecnología que sustenta los sistemas de información va desde la
necesaria para establecer un eficaz servicio de correos, una adecuada red
telefónica y ya últimamente, las modernas redes telemáticas. Un país que ni
siquiera disponga para sus ciudadanos un rudimentario servicio postal, queda
afásico, incapaz de relacionarse. Y así no puede funcionar.
Suele haber una gran diferencia de servicios entre la ciudad y las
zonas rurales. Las capitales y grandes y medianas ciudades suelen disponer de
servicios postales y telefónicos. Y decir teléfono es decir redes de
ordenadores en la medida en que se dispongan de nodos de comunicaciones y
servidores.
Las tecnologías que soportan los sistemas de información son del tipo
que en la actualidad se denominan “Nuevas Tecnologías”. En este sentido, el
efecto globalizador de la red de redes, Internet ha acercado muchísimo las
posibilidades de uso de las grandes autopistas de información.
Por otra parte las redes de satélites artificiales hacen posible que
los medios de información, las cadenas de televisión y radio puedan llegar y
alcanzar los últimos lugares del Planeta.
Por último la telefonía móvil, sobre todo la basada en teléfonos celulares
vía satélite (red Iridium y similares), también hacen posible la comunicación
desde lugares tan apartados como la Antártica o el corazón del Sahara o en
medio del Atlántico. La cobertura es planetaria.
El problema, con serlo, no está tanto en la tecnología, sino en el uso
táctico y estratégico. Hay que entender que los sistemas de información no lo
conforman sólo las máquinas y las redes, sino las personas.
Hay informadores que recogen información del exterior y del interior,
hay traductores al idioma interno del país. Hay personas que trabajan en los
archivos, hemerotecas y bibliotecas. Hay
asesores y analistas que analizan y procesan la información que reciben, a
todos los niveles, para convertirla en conocimiento, en inteligencia. Hay
traductores que decodifican la información interna en órdenes y difusión hacia
el interior del país y hacia el exterior. Y hay decidores, agentes de autoridad
y poder, desde los poderes del Estado, la Ley, los medios de comunicación, en
general, todos los agentes sociales, que actúan en función del conocimiento que
adquieren gracias a los medios de información, y de sus objetivos.
En suma, los sistemas de información son una suma sistémica de hombres,
máquinas y canales, que hacen que la vida de un país sea posible.
La tecnología es importante, muy importante, pero deja de serlo si la
información es manejada con fines torcidos y con objetivos de opresión, como es
el caso de las dictaduras, los movimientos guerrilleros, mafias, grupos de presión, etc.
Es más, como veremos a continuación, da la sensación de que frente a un
país sumido en la miseria, los servicios secretos de las dictaduras que los
oprimen, pueden disponer de la más moderna tecnología que hace de los sistemas
de información del país, instrumentos de opresión y manipulación.
SISTEMA DE SEGURIDAD Y
DEFENSA
Estamos ante el sistema destinado a proteger el país. Básicamente se
trata de las fuerzas armadas, los servicios de aduanas y la policía interior.
En la situación actual, en la que hay tantos frentes abiertos de
conflictos civiles internos y bélicos, los sistemas de seguridad, de igual
forma que los sistemas de información, son utilizados más que para proteger a
la población, para someterla y para luchas interétnicas. En este sentido, la
tecnología militar no parece tener problema para disponer de un continuo
abastecimiento de armas y munición. Aquí trabaja muy bien el mercado negro, por
donde un país puede desangrarse doblemente, por el dinero que se pierde en el
tráfico ilegal, y se secuestra del necesario para comer, y por el derramamiento
de sangre interno que provoca su uso en las guerras intestinas.
SEGUNDA RECAPITULACIÓN
La descripción estructural y funcional de un país bajo la visión
sistémica permite entender hasta qué punto, todos y cada uno de los subsistemas
examinados resultan imprescindibles para el normal desarrollo del país. De cómo
la sociedad se cimienta desde el punto de vista tecnológico sobre la base de
sistemas de soporte, ingestores, convertidores e infraestructuras civiles. Y
sobre ellos, como los cimientos de una casa, se va construyendo todo un país.
Pero que los primeros estén en la base no significa que lo que se construya
después sea accesorio. Todos, absolutamente todos los subsistemas son
esenciales, y son cubiertos por sectores productivos del país.
La tecnología no es tanto más valiosa cuanto más compleja, sino cuanto
más útil es para cubrir las necesidades concretas de la población en una
situación histórica concreta. Si la población enferma de infecciones
intestinales, es absurdo instalarle un acelerador lineal para tratar los casos
de cáncer, cuando la red de saneamiento es rudimentaria o inexistente. Si la
población rural no dispone de un elemental servicio postal, es una exageración
dotarles de redes de datos de alta velocidad. Cuando hay segmentos de población
mal nutrida, es insultante instalarles televisiones con antenas parabólicas.
Es decir, la tecnología que necesita un país PVD es aquella que le es
útil para superar una etapa en su desarrollo. Pero será inútil, por muy
atrayente que sea, si no cubre las necesidades de primera instancia, y se
adelanta varios estadios por delante.
Y decir tecnología es decir poner en funcionamiento un sector
productivo. Sin la tecnología necesaria no es posible que un país pueda
afrontar la vía del desarrollo. Pero cuando se trata de países que necesitan de
todo, hay que ser muy prudentes para dosificar adecuadamente la introducción
tecnológica.
Porque se producen contrastes y fuertes contradicciones. Porque debido
al mudo globalizado, las redes del comercio internacional son muy capaces de
venderle (o regalarle) un televisor con DVD a un niño con Kwasiorkor. Pero
justamente porque las redes de información son planetarias, y las rutas del
comercio permiten inundar los bazares de aparatos electrónicos, se puede
experimentar la sensación extraña que relata Robert Kaplan cuando comenta en su
libro “Viaje a los confines de la Tierra”, cómo frente a bazares atestados de
cámaras digitales, en la habitación del hotel no salía agua por el grifo.
Entonces uno se da cuenta de que está en el Tercer Mundo.
CRITERIOS DE MÍNIMOS
Un plan de introducción de la
tecnología, no tiene sentido en sí mismo, si no forma parte de un programa de
desarrollo, en el que la tecnología supone uno de los elementos de la
implantación.
En nuestro entorno, cuando se diseña un programa de modernización en
una organización, se dan en esencia seis grandes áreas sobre los que incidir.
El primero es el área de las infraestructuras, entendiendo como tales
los edificios, los accesos, las instalaciones y los bienes de equipo.
El segundo es el área del diseño de procesos. Se trata de diseñar cómo
hacer las cosas, las operaciones, los procesos productivos y de servicios.
El tercero es el área de los sistemas de información, en general con
apoyo informático, fundamentado en los procesos diseñados.
El cuarto es el área de personal. Se trata de diseñar racionalmente las
necesidades de personal, la estructura de la organización y sobre todo, un
adecuado plan de formación.
El quinto es el área financiera. Se trata del diseño del tejido
financiero contable y analítico. Sin él no hay actividad económica.
El sexto es el plan de calidad, como monitor y garante de todo el
proceso de modernización. Entran aquí en juego los modelos de acreditación,
certificación ISO y auto evaluación continua de la calidad, basado en los tres
elementos básicos: estructura, proceso y resultado.
Pues bien, la tecnología sólo constituye un elemento de la estructura y
de los sistemas de información. Y aquí es donde se introducen, con criterio de
calidad el concepto de mínimos.
Hablar de mínimos es hablar de qué requisitos imprescindibles se
necesitan para cumplir normas de calidad mínimamente aceptables. De igual
forma, la introducción de la tecnología tiene que efectuarse, cuando no se
dispone, con un criterio de mínimos, es decir, tecnología esencial para cubrir
la función que ha de cubrir el sector, la empresa en cuestión. Pero cubrir
mínimos no es sinónimo de necesitar pocas cosas. Como hemos podido evidenciar,
a medida que se incrementa los servicios de un país, más y más medios se
necesitan, y más interrelacionados están la multitud de agentes productivos y
sociales.
CONCLUSION FINAL
Podríamos concluir que de todos los atributos de la tecnología, en su
utilización en los PVD es la utilidad la más importante, porque debe ser la que
discrimine, de todas las posibles alternativas a implantar, la que mejor cubre
las necesidades del país en ese momento.
Segundo. Introducir la tecnología sólo bajo el criterio de aportar
equipamiento, sin entender que las organizaciones humanas funcionan como
sistemas integrados es absurdo. Es inútil incluso el equipo más útil, si no se
implanta la red de apoyo que le permita funcionar y comunicarse, y no se forma
adecuadamente al personal que sepa utilizarla.
Tercero. Los países y las organizaciones están sometidos a las leyes de
rendimientos. Es inútil insistir en procedimientos cuya tecnología haya
alcanzado la meseta de ineficiencia. Hay que buscar generar economías de escala
que hagan posible un nuevo salto hacia adelante.
Cuarto. La dependencia financiera y tecnológica de los PVD es uno de
los mayores lastres de estos frente aquellos. La globalización, según se mire
puede aliviar o agudizar esta dependencia.
Quinto. La incorporación de los PVD a las modernas tecnologías, sobre
todo a aquellas que suponen un alto consumo energético, va a agravar mucho más
la crisis que ya tenemos encima del petróleo. Esto es un dilema ético de
primera magnitud, pues nos obliga a elegir entre un mundo desigual con un
consumo como el actual, o un mundo más igualitario por lo alto, con la
inclusión de miles de millones de personas a un consumo insostenible para el
Planeta. Con optimismo tecnológico, esperemos que las energías alternativas y
limpias estén disponibles en las próximas décadas.
Esta lógica de planteamiento es la que parece ser que impregna los
programas mundiales de desarrollo como la Agenda 21.
Pero es muy importante que los intereses parciales de los diferentes
agentes de poder en el mundo no torsiones estos planteamientos en aras de hacer
negocios inmorales con los que nada tienen.
En suma, si se pudiera resumir en una sola palabra talismán todo lo
tratado, esa palabra sería, sin duda, “evaluación”.
Se trata, antes de implantarla, de evaluar la tecnología que necesitan los PVD.
En Occidente la evaluación de la tecnología es ya una práctica habitual, dado
que los costes vs efectividad de nuestra tecnología está rayando ya el límite
asintótico de la ineficiencia, en muchos casos. No es por la misma razón, sino
por todo lo expuesto, en los PVD, la tecnología ha de ser evaluada, porque como
hemos dicho al comienzo de la exposición, la tecnología sólo es útil para aquellos
que saben utilizarla y encuentran en ella la solución de sus verdaderos problemas.
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