CONTENIDO DE ESTE CAPÍTULO
1.- Introducción: concepto de Sociedad
1.1.- Concepto
1.2.- Tipos de sociedades.
1.3.- Posición geográfica
2.- Subsistemas de la Sociedad
3.- Subsistemas que procesan materia, energía e información
3.1.- Reproductor.
3.2.- Cubierta.
4.- Subsistemas que procesan materia y energía
4.1.- Ingestor
4.2.- Distribuidor
4.3.- Convertidor
4.4.- Productor
4.5.- Almacenador de materia y energia
4.6.- Evacuador
4.7.- Motor
4.8.- Soporte
5- Subsistema de Información
5.1.- Trasductor de entrada de señales externas.
5.2.- Trasductor de entrada de señal interna
5.3.- Canales y redes "cyr"
5.4.- Decodificador
5.5.- Asociador
5.6.- Memoria
5.7.- Decisor
5.8.- Codificador
5.9.- Trasductor de salida
6.- Complejidad dinámica
6.1.- El modelo social de Forrester
6.2.- El Club de Roma
6.3.- Primer informe al Club de Roma
6.4.- Críticas al primer informe
6.5.- Segundo informe al Club de Roma.
6.6.- Informes posteriores y otros ensayos.
6.7.- Una visión sistémica del mundo.
7.- Complejidad de detalle
7.1.- Del análisis a la estrategia. De la estrategia a la táctica
7.2.- La gran transición.
7.3.- El desafío de la eficiencia
8.- Patología sistémica
8.1.- La corrupción.
8.2.- La guerra
9.- Prospectiva
1.- Introducción: concepto de sociedad
1.1.- Concepto
El término
sociedad en esencia expresa la relación permanente de personas, pueblos o
naciones que conviven y se rigen bajo normas de comportamiento y leyes comunes.
Existe una finalidad, la primera la de subsistir, y después el objetivo
concreto para la que ha sido creada. Aquí nos encontramos con el problema de
que “sociedad” puede ser un grupo de personas, una PYME, una organización o una
nación soberana. De hecho, los dos capítulos anteriores que han abordado los
grupos humanos y las organizaciones, desde las empresas pequeñas hasta la
ciudad o la región o la comunidad autónoma, tratan de diferentes tipos de sociedades
humanas, unas más grandes y otras más pequeñas.
Desde el puro
aspecto del derecho y del comercio, grupos humanos inscritos en el registro
mercantil, constituyen “sociedades”, pudiendo ser estas, sociedades anónimas,
comanditarias, cooperativas, de afianzamiento, de arrendamiento financiero, de
capital riesgo, de cartera, etc..
Es claro, que
el capítulo que abrimos ahora no se va a referir a estos tipos de sociedades,
que por otra parte ya han sido tratadas bajo el enfoque sistémico de este libro
en los dos anteriores capítulos.
Hablamos
ahora de Sociedad, con mayúscula; de Sociedad como sistema constituido por
elementos que en sí son subsistemas denominados “organizaciones”.
Por tanto, y
atendiendo a la clasificación de Miller, consideramos al sistema “sociedad”, a
toda nación soberana, con independencia de su tamaño. Bajo esta denominación se
incluyen las ciudades estados antiguas o modernas, como Mónaco, hasta las
grandes naciones e imperios, como pudo ser el Imperio Romano. (Miller 1978-5)
Entramos de
lleno en el terreno de la Sociología como ciencia de lo social, y de la
Macroeconomía, como rama de la Economía que estudia los aspectos globales
(PNB), balanzas comerciales, inflación, interrelaciones entre agentes
(subsistemas: organizaciones), política monetaria, etc.
Una sociedad
en el sentido de “país soberano”, de Estado existe porque existen otras en
otros territorios. Su existencia crea el hecho diferenciador respecto de las
demás al que se añaden atributos tales como la lengua, la cultura, tradiciones,
religión etc. Es independiente en el sentido de que no depende de terceros. Por
ello necesita que existan esos terceros países para ser consciente de su propia
existencia.
Del sistema
sociedad emerge una cualidad deseada desde el sistema grupo, que es la
totipotencialidad. En principio, una nación soberana puede llegar a ser como
sistema, autónoma plenamente en tanto que tiene capacidad para abastecerse de
materia y energía con independencia del resto de sociedades que le rodean. Esta
afirmación es inmediatamente contestada y rebatida por cualquiera que conozca
mínimamente el comercio internacional y los flujos de importación y
exportación. De modo que una vez dicho que los sistemas del nivel sociedad son
totipotenciales, decimos que casi ningún país de este Planeta es totipotencial,
pues se colapsaría o lo pasaría extraordinariamente mal si se cortasen de
repente sus ligaduras externas, lo que es fácilmente demostrable al ver el
efecto de los bloqueos comerciales, o los asedios. Y vemos que el efecto que
tienen los bloqueos comerciales no supone la agonía del país, sino una
disminución de su actividad económica cercana a los niveles de subsistencia.
Por tanto, profundizando algo más en el concepto de totipotencialidad vemos que
acaso la dependencia externa no es tanto cuestión de supervivencia, como de
desarrollo económico. Y es que hay gran diferencia entre el bloqueo o asedio de
una ciudad, la cual sí que no puede subsistir sin ligaduras externas y más
tarde o más temprano termina rindiéndose por hambre, y el bloqueo de un país,
que le supone bajar sus niveles de consumo a un umbral mínimo que obliga a
conformarse con lo que él produce; otra cosa son sus indicadores
macroeconómicos, que caerán por los suelos.
Podemos
afirmar pues que, en función de los niveles de consumo asumidos por los países,
en general ninguno produce todo lo que necesita a los niveles que necesita. Es
cierto que ni Austria (por poner un ejemplo de país desarrollado) ni Bangladesh
(por poner un ejemplo de país subdesarrollado) producen la comida que
necesitan, pero no es menos cierto que los niveles de consumo de Austria frente
a los de Bangladesh por persona y año, no tienen nada que ver.
Para
concluir, por tanto podemos afirmar que la característica fundamental de un
sistema humano en el nivel sociedad es su totipotencialidad, con independencia
de las repercusiones económicas y de desarrollo que la situación de aislamiento
externo ello produzca. En otras palabras, un sistema del nivel sociedad aislado
puede subsistir con todos los problemas de abastecimiento y de desarrollo
económico que podamos imaginar. Precisamente es eso lo que le permite ser
“independiente” y soberano, aún en condiciones extremas.
Otro tema es
la evolución que están tomando los acontecimientos en el Mundo, con el fenómeno
de la globalización, por la cual la independencia de los países soberanos
respecto de un suprasistema mundial gobernado por no se sabe quién, y a merced
de los vaivenes del mercado, está cada vez más en entredicho. Pero este tema lo
abordaremos más adelante.
La
composición de un sistema del nivel sociedad, es decir de un estado soberano
puede ser cultural y étnicamente homogénea o heterogénea. Porque realmente, la
homogeneidad cultural y social es más evidente en el sistema de nivel
organización, pues el aglutinante mayor es la región natural. En España, en
este nivel se encuentran los pueblos que han dado origen a las regiones
históricas: Castilla, Cataluña, Galicia, Aragón o País vasco, entre otros.
Sobre esa coherencia histórica, cultural, geográfica y étnica, los avatares
históricos han generado reinos y demarcaciones administrativas y políticas de
donde han surgido los estados soberanos, que han unido a veces pueblos
antagónicos, como es el caso de los Balcanes y en otras han dividido a etnias y
culturas históricamente cohesionadas, como es el caso de los pueblos kurdo y
armenio. Por tanto mientras la coherencia de las organizaciones humanas en el
nivel social suele responder a ligaduras de tipo cultural, histórico,
lingüístico y en resumen, natural, la coherencia de los estados soberanos tiene
un marcado carácter político, económico y administrativo, en suma es más
artificial. Este puede ser un elemento que genera la fuerza disociadora de los
nacionalismos, que buscan la independencia de los pueblos naturales, frente a
la tendencia agrupadora de la globalización, que está haciendo evolucionar al
Mundo hacia unos niveles de agregación humana que rayan el ámbito planetario.
1.2.-Tipos de sociedades
La
clasificación más aceptada de tipos de sociedad es la que diferencia las sociedades
en agrarias, industriales y postindustriales, con una clara connotación
histórica que describe el progreso de las sociedades humanas a lo largo de la
historia, y que Toffler ha popularizado en su clásico libro “La tercera ola”,
justamente haciendo referencia a las tres grandes revoluciones que en el mundo
han sido, y que han dado lugar a estos tres tipos diferentes de sociedades, que
han chocado entre sí, que aún conviven,
pues persisten en la actualidad sociedades primitivas que no han experimentado
aún la segunda ola de la revolución industrial (Toffler, 1980)
Pero hay más
clasificaciones. Una bastante interesante es la de Freeman y Wich, que
clasifican las sociedades en función de su complejidad; complejidad evaluada
según seis criterios. El primero hace referencia al uso o no del dinero versus
el trueque. El segundo aborda el uso de la justicia para dirimir contenciosos y
pleitos, diferenciando el uso y aplicación de la justicia oficial, versus el
empleo de la justicia individual y arbitraria. El tercero entiende de la
religión, diferenciando aquellas sociedades donde el sacerdote se encarga
específicamente de lo espiritual, respecto de las sociedades donde la casta sacerdotal
supone un poder social que supera lo estrictamente religioso para alcanzar
poder e influencia en muchos y críticos aspectos de la política y de la vida
social. El cuarto se ocupa de la educación, diferenciando de las sociedades
donde la educación implica un sistema educativo diseñado y controlado por los
poderes del estado, respecto de las sociedades donde la educación es dejada en manos de los padres y educadores no
cualificados, de modo informal, con gran peso de la transmisión oral. El quinto
trata del gobierno, diferenciando aquellas sociedades con gobierno formalizado
en instituciones y cuerpo de funcionarios especializados en estas tareas,
respecto de las sociedades basadas en dirigentes cabecillas, esencialmente
surgidos de victorias tras luchas tribales. Y el sexto y último hace referencia
al lenguaje escrito o no escrito. (Freeman
y Wich 1957)
Evidentemente
estas seis características suponen la diferencia entre las sociedades
civilizadas respecto de las que persisten en un estadio primitivo, aunque en no
pocos casos, sociedades aceptadas como avanzadas conservan reminiscencias
primitivas en alguno de los aspectos referidos.
1.3.-
Posición geográfica
Uno de los
debates más encendidos al tratar los sistemas humanos en el nivel de Estados
soberanos es el de los niveles de riqueza. Hasta ahora no hemos entrado en este
capítulo, debido a que en niveles sistémicos inferiores, aunque lógicamente hay
niveles de riqueza, hombre rico, hombre pobre, aldeas prósperas vs villas
miseria y empresas boyantes frente a negocios de subsistencia, sin embargo, los
factores determinantes de los niveles de renta están íntimamente asociados y
dependientes del país donde los niveles inferiores desarrollan su actividad. En
este sentido un (a mi juicio), soberbio artículo aparecido en Investigación y
Ciencia (Scientific American) en mayo de 2001, muestra de forma sencillamente
magistral cómo la geografía determina de modo incuestionable los niveles de
renta (Jeffrey 2001). Ya Adam Smith
planteaba en 1776 en su obra sobre la riqueza de las naciones, que esta
dependía del comercio (veremos cómo la época colonial ha sumido a gran parte del
mundo en el subdesarrollo), basado en el libre mercado, y de la geografía
física, entendiendo que las zonas costeras favorecen justamente ese comercio,
frente a los interiores continentales, donde el coste de transporte no puede competir
con el marítimo, mucho más barato. Las regiones costeras y próximas a ríos navegables
son mucho más ricas y están más densamente pobladas que las regiones del interior.
A este hecho hay que incorporar como factor determinante de lo primero, el
clima. Los países tropicales, con una más alta tasa de enfermedades infecciosas
y con tierras menos productivas, tienen mayores problemas que los de clima
templado, a pesar de estar en zona costera o junto a ríos navegables. Lo mismo
sucede con los países de climas desérticos. Uniendo ambos factores, ubicación
geográfica y clima, se concluye que la franja tropical (entre trópicos), es
donde se sitúan la mayoría de países subdesarrollados. Entre las 28 economías
de países de rentas más altas, según el Banco Mundial, sólo Taiwan y Hong-Kong
se hallan en la zona tropical (2% de países de renta alta).
Este cuadro,
tomado del artículo de Jeffrey expresa la distribución de la riqueza y la
influencia palmaria que las diferentes zonas climáticas tienen en la
distribución de la renta, y cómo el mayor porcentaje de riqueza se acumula en
la zona templada y próximo a costas y ríos navegables (52.9% del PNB)
2.- Subsistemas de
la sociedad
De
igual forma que se ha expuesto en el anterior capítulo, y siguiendo la metodología
de análisis de Miller, todas las sociedades poseen los mismos diecinueve
subsistemas críticos que hacen posible su existencia.
Una sociedad, como cualquier ser vivo ha de ser capaz de mantenerse por
sí misma, con vida propia, sobre la base de lograr alcanzar un nivel estado
estable en el cual las entradas de recursos compensen el consumo de recursos
necesarios para mantener a la sociedad tanto con sus procesos productivos en
funcionamiento, como con sus elementos estructurales.
Del mismo modo que vimos al abordar este tema en el capítulo anterior, la
sociedad también presenta el triple
bucle de la función vital.
Pero antes de entrar a analizar el bucle de función vital, hay que establecer
adecuadamente los límites del sistema.
Una sociedad está asentada en un territorio que dispone de unos recursos
naturales. Pero estos recursos naturales disponibles deben ser extraídos e
incorporados a las reservas internas del país. Luego una cosa es que la
sociedad esté asentada en un territorio con determinados recursos naturales, y
otro es que pueda disponer de ellos para su actividad. Ha de extraerlos. Un
país puede estar importando cobre y sin embargo desconocer que en su subsuelo
hay grandes yacimientos, o conociéndolo, no interesarle su explotación por la
razón que sea, o no tener capacidad propia para extraerlo, o extraerlo y
venderlo al exterior para pagar la deuda externa.
Otro límite del sistema social es el que se establece entre él y los
demás sistemas sociales, los demás países de su entorno o del mundo. En este
sentido, el sistema sociedad (país soberano) está incluido dentro del
suprasistema que constituyen el conjunto de países del Planeta. Ahora, al
hablar de recursos propios vs ajenos, hay que hacer referencia a aquellos que
han de ser comprados fuera del país, importados, respecto de los que están
dentro del territorio. Esto es importante por lo que vamos a ver:
F.1 Flujos de incorporación de recursos
F.2 Triple bucle de función vital
Bucle 1. Una sociedad dispone de recursos propios para
desarrollar su actividad. Se entiende por propios, los que ya tiene
incorporados al sistema y almacenados en sus tanques y depósitos de reserva.
Cuanto mayor cantidad de recursos incorpore a su tejido interno, mayor capacidad
de producción tendrá. (+)
La producción generada, por otra parte
es a costa del consumo de los recursos incorporados, y en el extremo de sus
propias reservas. Luego la producción de bienes y servicios es a costa de los
recursos fijos – desgaste de equipos y personal - y consumibles, de la misma
forma que en las organizaciones. (-)
Bucle 2. La producción generada permite conseguir nuevos
recursos ajenos mediante la función de ingestión (extracción de materias primas sobre la base
de las actividades agrícolas, pesqueras, ganaderas y mineras) o bien mediante
la función de venta a terceros países que hace posible la búsqueda y captura de
dichos recursos en el mercado exterior. (+)
La
obtención de recursos requiere consumo de la producción. (-)
Bucle 3. Los recursos obtenidos con la función de venta
permiten mediante la función de
ingestión (extracción de recursos naturales propios) o mediante la función de
compra (importación) incorporarlos a los recursos propios de la organización.
(+)
La
función de compra de recursos provoca el consiguiente gasto (-), lo que obliga a buscar más, iniciándose un nuevo
ciclo.
Este bucle, en la medida en que haya
recursos ajenos que incorporar a los propios, genera un ciclo reforzador que se
denomina “desarrollo o crecimiento económico”. Con este ciclo crece la
población, y con él la fuerza de
trabajo, y el capital. Pues bien, de la misma forma que desde la revolución
industrial la población ha tomado una curva ascendente que ha disparado la
cifra global de los 1000 millones a comienzos del XIX a los 6000 millones
actuales, de la misma forma el crecimiento económico de los países se ha
disparado, aunque bien es verdad que no de todos los países por igual. Es, por
tanto, el crecimiento económico un
fenómeno acaecido en la Humanidad durante los últimos doscientos años (Carbajo A., Rojo L. 1980).
Anteriormente el problema era la supervivencia, salvo minorías. Los progresos
antes eran azarosos e irregulares, sin pauta. Si bien, a lo largo de la
Historia se observa una tendencia al crecimiento, los ciclos económicos en
espacios cortos de tiempo no se evidenciaban. El crecimiento económico es el
rasgo más típico de la Edad contemporánea. Su análisis desborda los límites de
la ciencia económica que tiende (en una visión primaria y poco reflexiva), a
encorsetarlo en los estrictos límites de lo material, utilizando como indicadores macro el PNB y PNB per capita,
que aunque dan una idea general de los
niveles de renta de la población y de la capacidad productiva del país, no lo
explica todo. Visto desde una perspectiva más sociológica y humana, el
desarrollo es un proceso de apertura mental que estimula la imaginación social
e individual de la población para definir unos objetivos y trazar las vías que
permitan alcanzarlos. Es un proceso continuo de liberación individual y social.
Existe desarrollo cuando la gente es capaz de afirmar su autonomía, y en esas
condiciones, desarrollar aquellas actividades que le convienen para sus propios
intereses. Desarrollo supone ser o llegar a ser, no sólo tener. (Dadzie K.K.S 1980)
En esta
espiral de desarrollo económico, se produce lenta, pero inexorablemente un
desfase cada vez mayor entre la demanda de la población y la oferta de
recursos. A medida que una sociedad prospera y escala puestos en la pirámide de
Maslow, pasando de la mera subsistencia a apetencias cada vez más suntuarias,
es en la medida en que requiere más recursos, y se pierde su totipotencialidad,
no sin antes luchar de modo militar por extender sus dominios territoriales
(época colonial). Pero la capacidad de obtener recursos de un país no está en
función de su territorio, sino de su potencial económico. De hecho, si un país
se mueve con soltura en los mercados internacionales, y su nivel productivo le
permite obtener recursos suficientes para mantener un acelerado nivel de vida,
a efectos prácticos, aunque no sea territorialmente totipotencial, funciona
como si lo fuera. Dicho de otra forma, la totipotencialidad no es en el nivel
nacional equivalente a disponibilidad de recursos propios en el territorio,
como capacidad económica de adquirirlos, allá donde se encuentren, aunque esto
suponga una dependencia exterior de unos países respecto de otros, y de unas
sociedades respecto de otras. Inclúyanse aquí las empresas multinacionales, que
en su conjunto tienen un poder económico y de decisión bastante superior al de
muchos países soberanos. No es gratuito el calificativo que a veces se le da a
la globalización como “macdonalización” o “cocacolización”.
En el ámbito de las sociedades nacionales no se puede hablar de
externalización de servicios. Todos los países disponen de todos los
subsistemas en mayor o menor medida. Otro asunto es que la actividad de estos
subsistemas sea suficiente para cubrir las necesidades propias, dando así a la
función de importación, y por consiguiente de exportación para equilibrar
balanzas de pagos.
3.- Subsistemas que procesan materia, energía e información
3.1.- Reproductor.
En sentido estricto este subsistema sería aquel que crea un nuevo país a
partir del existente. La interpretación sistémica de este proceso es la
dinámica política y militar de expansión territorial. Los conquistadores, los
colonizadores de nuevos territorios han creado colonias dependientes de la
metrópoli, asimilando territorios y población autóctona a las leyes y poder de
los nuevos ocupantes. Así se ha escrito la Historia de los seres humanos. Así
el hombre (homo sapiens) migró desde el cuerno de Africa, una vez establecido
el puente con Eurasia, y se dispersó por todo el continente impulsado inexorablemente
por el espíritu de la colina (subir a una colina y cuestionarse qué hay más
allá de la colina siguiente que yergue en el horizonte). Así los persas
extendieron su imperio desde el Mediterráneo oriental hasta la India; y los
romanos se expandieron por toda la ribera mediterránea, creando un imperio
donde cada provincia era construida a similitud de Roma, la metrópoli. Y de
igual forma actuaron los musulmanes, los españoles, los ingleses, los turcos. Y
así también los libertadores, que lograron romper el cordón umbilical de sus
países respectivos con la metrópoli, alcanzando la independencia, redactando
nuevas constituciones, nuevas leyes. Los acuerdos internacionales, las
conferencias de paz también contribuyen en esta función, pues de ellas surgen
el establecimiento de nuevas fronteras.
Generalmente la colonización de nuevos territorios no se hace con el
objetivo de constituir una nueva nación, sino para extraer recursos y así
alimentar la demanda creciente de materias primas de una metrópolí cada vez más
poderosa y opulenta. Los colonos por su parte emigran a los nuevos territorios
para obtener mejores condiciones de vida, mejor empleo, ganar propiedades y
tener una vida más próspera, lejos de la sobresaturada madre patria. Sólo
recientemente la emigración al nuevo territorio fue para construir una nueva
nación. Fue el caso de Israel tras la declaración de independencia en 1948.
Pero no solamente cumplen la función del subsistema reproductor los
colonizadores de nuevos territorios, sino los propios cambios internos de
sistema del propio país. Nos referimos a los procesos revolucionarios como fue
la Revolución francesa que dio fin al antiguo régimen y abrió la Edad
contemporánea en Europa. O la revolución soviética. O la declaración de
independencia de Estados Unidos y la proclamación de la primera constitución
demócrata. O la transición democrática en España de los años 1976 a 1978.
Esta capacidad de regeneración de las naciones garantiza su viabilidad en
el futuro. En caso contrario la nación desaparecerá conquistada por otras naciones.
3.2.- Cubierta.
El subsistema de cubierta de un país se materializa en todas las
instituciones encargadas de la defensa externa e interna. Por defensa externa
se entiende la que protege los límites físicos del país de violaciones de su
integridad. Estamos sobre todo ante las instituciones y dependencias aduaneras
que controlan el paso de personas y mercancías por los pasos fronterizos,
mediante controles de pasaportes y el arancel de aduanas.
3.2.1.- Aranceles aduaneros
Es este último la principal institución del comercio exterior. En él
figuran los tipos impositivos sobre el valor de la mercancía, que gravan los
productos extranjeros en el momento de la entrada en el mercado nacional a
través de las aduanas. El grado de proteccionismo es un buen indicador de la
competitividad de una economía nacional, tanto menor cuanto más desarrollado es
el país, dado que en los países menos desarrollados se pretende fomentar el
producto interno sobre la base de limitar las importaciones, a parte de ser una
fuente importante de ingresos al erario público. (Tamames 1989) Los criterios arancelarios han ido evolucionando a
lo largo de este siglo con un tira y afloja entre las naciones más ricas, hasta
que se firmó el acuerdo del GATT en 1947 (Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio), que a diferencia del FMI y el Banco Mundial no es un organismo de
Naciones Unidas, sino un acuerdo multilateral que regula las relaciones
comerciales. Su sede está en Ginebra. El GATT es un acuerdo por el que cada
miembro concede a los demás firmantes un trato igual básicamente sin discriminaciones, y que se renueva en las conferencias
arancelarias.
3.2.2.- Fuerzas Armadas como sistema de Defensa.
Las Fuerzas Armadas entran
aquí de lleno, como sistema de defensa armado de carácter disuasorio ante
cualquier potencial enemigo. De la misma forma que dijimos anteriormente que un
Estado existe porque existen otros de los que es independiente, un ejército
existe porque existen otros, que potencialmente pueden constituir una amenaza a
la integridad o independencia del Estado, o que pueden ofrecer resistencia a
una operación de invasión. Esta concepción del Ejército como defensa ha
cambiado a lo largo del siglo pasado de forma profunda. En un mundo
completamente interrelacionado, los sistemas de Defensa de los países han
dejado de ser básicamente individuales, para convertirse en colectivos. El fin
de la Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto la importancia de las alianzas
militares, lo que desembocó en la creación de los dos grandes bloque, Este y
Oeste, Pacto de Varsovia y OTAN, que han protagonizado hasta 1990 una auténtica
confrontación militar con la peculiaridad de no disparar un solo tiro, “la
Guerra Fría”. En el Tratado del
Atlántico Norte, los países miembros adoptan una política de seguridad basado
en el derecho de legítima defensa individual y colectiva reconocido en el
artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas. De todos los artículos del Tratado,
el quinto es el meollo, por el que se acuerda que un ataque armado contra
cualquiera de los miembros será considerado un ataque contra todo el conjunto
de naciones que lo integran, y obliga a todas las partes a responder al ataque,
lo que justifica acciones conjuntas. A partir de entonces es normal diferenciar
las acciones militares como operaciones “artículo 5” o “no-artículo 5”. (OTAN,
1990)
Este concepto (y amenaza) de
guerra, como ataque generalizado, que en el contexto de una operación “artículo
5” habría constituido una situación de Defcon 3 (prealerta) o 2 (alerta
nuclear), en los momentos más álgidos de la Guerra Fría, afortunadamente ha ido
disipando su riesgo, en la medida en que ha evolucionado el panorama
geoestratégico mundial. En la actualidad la Guerra con mayúsculas es una inversión
demasiado cara en coste económico y en vidas humanas como para tomársela con
demasiadas alegrías. En este sentido podemos decir que en las condiciones de
coste en que se desarrollan los conflictos armados en la actualidad, salvo las
grandes potencias, ahora sobre todo Estados Unidos, Rusia con dificultades y
China continental, ningún país es autónomo para mantener un conflicto de alta
intensidad con sus vecinos, salvo en el caso de que este entre dentro de la
categoría de crisis de baja intensidad dirimida en el uso de armas ligeras,
modalidad en la que han entrado en la pasada década muchos conflictos
regionales. Desde el final de la Guerra Fría en 1990 hasta
la actualidad el mundo ha presenciado la erupción conflictos étnicos,
religiosos y sectarios que se han caracterizado por la matanza rutinaria de
civiles, en un total de más de cien conflictos, el doble que los decenios anteriores,
y que se han cobrado la vida de cinco millones de personas, devastando regiones
enteras, y lo más significativo es que a penas han intervenido tanques, aviones
y misiles (salvo la guerra del Golfo y algo en los Balcanes); en su mayoría han
sido guerras de armas ligeras, adquiridas por los países en conflicto en el
mercado negro, del descomunal excedente de la Guerra Fría (Boutwell J. 2000).
3.2.3.- Policía
Constituyen estos cuerpos el segundo pilar de la defensa de un país, por
cuanto a similitud del sistema inmunológico, activa la defensa del país
actuando contra todos aquellos elementos peligrosos que han conseguido burlar
los sistemas de Defensa externos y ya están en el interior del país. Así, por
defensa interna se entiende la que protege la integridad de la propia sociedad
de elementos o agentes potencialmente peligrosos, bien de aquellos que han
logrado burlar los dispositivos de defensa exterior, o los que surgen en el
seno de la propia sociedad. Estamos por tanto ante las fuerzas policiales en
todas sus vertientes, homicidios, robos, narcotráfico, corrupción etc.
3.2.4.- Sanidad Exterior
De igual forma que decíamos al tratar las organizaciones, los
dispositivos de Sanidad Exterior establecen procedimientos de vigilancia
epidemiológica que alertan de cualquier entrada de productos alimenticios en
mal estado, casos de enfermedades infectocontagiosas y cuarentenables.
3.2.5.- Defensa informativa
Un último componente del subsistema de cubierta es el informativo. La
información que puede difundirse en un país sin ningún tipo de restricción se
denomina “información no clasificada”. Es la mayoría, y los medios de comunicación
son los responsables de su difusión. Existe otro tipo de información denominada
“clasificada” cuyo conocimiento, difusión y uso puede suponer determinados
tipos de riesgos. Así existe información confidencial, aquella de cuyo uso
indebido pueden derivarse perjuicios a terceras personas. Sabemos que los datos
personales de las personas tales como su domicilio, datos bancarios,
profesionales, de religión, etc se consideran según la moderna legislación como
datos sensibles que están protegidos por la Ley. El siguiente nivel de clasificación es el “secreto”,
de cuyo uso indebido, o el riesgo de caer en poder de elementos hostiles puede
poner en peligro organizaciones, operaciones etc. Y el “alto secreto” que
supone un riesgo cierto para el sistema nacional, para el Estado. Es muy
importante que el Estado esté protegido contra la difusión u uso inadecuado de
toda información clasificada. Los dispositivos informáticos, de seguridad de
acceso y disuasorios legales constituyen los elementos de defensa y cubierta
frente la información clasificada.
4.-
Subsistemas que procesan materia y energía
Los diferentes subsistemas críticos que necesita un país soberano para
su mantenimiento y desarrollo son básicamente los descritos en el capítulo
anterior al tratar las organizaciones. Por tanto lo referido en este sentido
para las organizaciones es aplicable a la sociedad. Por ello, en lo que sigue,
trataremos sólo los aspectos concretos que caracterizan al nivel social.
Al abordar el estudio de los diferentes subsistemas en este nivel
social, es necesario no caer en una descripción general de cada uno de ellos,
sin referirnos a las diferencias abismales que existen entre los diferentes
países, sobre todo entre los desarrollados del primer mundo, los del antiguo
bloque del Este y los países del Tercer Mundo o ahora eufemísticamente
denominados en vías de desarrollo.
Todos los países tienen todos los subsistemas críticos, evidentemente;
pero como en términos coloquiales se diría, hay “subsistemas” y “subsistemas”.
Es decir, no es lo mismo la red de carreteras de Alemania que la de Sierra
Leona.
Cuando se aborda este tipo de temas en artículos o en libros de
Economía y de Sociología, aparece siempre el fenómeno del desarrollo económico,
e inexorablemente aparecen los factores de producción, trabajo, recursos
naturales y producción (Carbajo A. y Rojo
L, 1980). Por “trabajo” se entiende a la población. Por “recursos
naturales” a la tierra agrícola, bosques, recursos energéticos, reservas de
minerales y metales, y por “capital” al conjunto de bienes físicos que
constituyen su fondo de medios de producción realizados por el hombre
(infraestructuras, bienes de equipo, bienes de consumo). Estos tres factores,
determinantes del desarrollo económico de un país son de alguna forma procesados
en los diferentes subsistemas críticos que entienden de la materia y la
energía.
4.1.- Ingestor
El proceso de ingestión en el nivel de los países, implica tanto a los
recursos naturales, como a la población y a los bienes de capital. En el caso
de los recursos naturales, la función de ingestión se realiza en el nivel
nacional mediante la extracción de los recursos propios con el potencial
económico, técnico y humano propio, o bien mediante la función de compra de
productos a terceros países en el ámbito del comercio exterior, de igual forma
en el caso de los bienes de capital que se produce igualmente a través de las
importaciones en el mercado exterior. El proceso ingestor en el caso de la
población se produce mediante la natalidad y la inmigración. Abordaremos en
primer lugar el proceso ingestor de recursos y capital, y en segundo el proceso
de crecimiento demográfico.
4.1.1.- Proceso ingestor de recursos
materiales.
La capacidad de autoabastecimiento de un país, en lo relativo a recursos
materiales depende de 1.- Los recursos propios naturales conocidos de que se
disponga, y 2.- La capacidad de extracción propia.
El primero está constituido por el denominado sector FAO, a semejanza de
la organización de Naciones Unidas, (Tamames
1989)y que engloba el sector agrícola, ganadero y pesquero. Habitualmente
integrados en un solo ministerio. Pero además, también incluye (desde nuestra
concepción sistémica), el sector minero relacionado con la extracción de minerales
y recursos geológicos.
Por otra
parte, se puede dar una tercera posibilidad, que terceros países procedan a la
extracción de los recursos propios del país sin apenas éste participar de los
beneficios de dicha explotación. Lamentablemente esto es lo que ha pasado en la
época colonial, y una de las causas del empobrecimiento de muchos de los
actuales países del Tercer Mundo. Inglaterra, durante la ocupación colonial de
la India, se dedicó a extraer todo tipo de materias primas del suelo hindú,
para conducirlas a la metrópoli, allí proceder a su conversión en manufacturas
y devolvérselas a la India como productos elaborados. El resultado fue que
cuando la India consiguió su independencia, apenas si disponía de tejido
industrial, dependiendo totalmente del exterior. La consecuencia, la descomunal
deuda externa que soporta. Esta situación también fue el escenario normal en
las explotaciones petrolíferas hasta la crisis del petróleo de 1973 con la
nacionalización de los yacimientos y la creación de la OPEP.
4.1.2.- Comercio exterior.
El comercio exterior genera mercados internacionales y la “economía
abierta”. El país cerrado a este escenario practicaría la “autarquía”,
situación en la que supuestamente este Estado se consideraría totipotencial.
Como quiera que en el mundo actual la totipotencialidad es prácticamente una
utopía a todos los niveles, el comercio es el que resuelve este problema de
necesidades, estableciéndose a los tres niveles que hemos tratado,
interpersonal – grupal, interregional – organizativo e internacional –
sociedad. Las fronteras no delimitan las áreas de autosuficiencia. La situación
general es que casi siempre en cada zona, en cada región, en cada país se
produce bienes en exceso de una clase, y se carece de otros, o de produce menos
de lo necesario. El comercio proporciona una estabilidad entre demanda y
oferta. Diríamos por tanto que el comercio es necesario para que un sistema
humano pueda beneficiarse de las ventajas debidas a la especialización (Lipsey, 1992.1)
El comercio internacional comenzó en la baja Edad Media con la actividad
de los comerciantes venecianos y genoveses en el Mediterráneo (Tamames R. 1983). Estas repúblicas
italianas sirvieron de enlace en Europa para el comercio de sedas, especias y
porcelanas con Oriente. Flandes fue desde muy pronto otro punto importante de
comercio sobre todo textil. La apertura de las rutas americanas por España y
Portugal supusieron un salto espectacular en el comercio exterior, primero por
la fuente incalculable de riquezas que parecía suponer América, y segundo,
porque el descubrimiento del Pacífico y consecuentemente el establecimiento de
las rutas con Extremo Oriente terminaron por dar carácter planetario al
comercio. Siendo España y Portugal las llaves de estas rutas, no supieron o no
pudieron convertirse en las auténticas metrópolis del comercio, que les fue
arrebatada por los países bajos, Amberes (factor a través del cual negociaba
Portugal) primero, Amsterdam después, y Alemania con la primera generación de
grandes banqueros de Ausburgo, después. El capitalismo holandés sacó la mayor
tajada, creando las primeras industrias transformadoras y el primer gran banco
comercial de la Historia el Banco de Amsterdam. Francia entró más tarde y de
forma bastante parcial, en sus colonias canadienses. El país que aunque entró
más tarde consiguió al final la hegemonía fue Inglaterra, primero con la
colonización de la costa este norteamericana donde asentó importantes bases de
operaciones, después con la piratería y por último con el despliegue de un
imperio colonial por todo el Planeta basado en la que en su momento fue la
marina de guerra más poderosa del mundo. Estos últimos establecieron el
librecambio, aquella situación de las relaciones económicas en la que era
posible el comercio internacional sin trabas arancelarias, ni había obstáculos
en el comercio de factores de producción. En esta situación a finales del XVIII
América, Africa y Asia eran ya posesiones absolutas de Europa. Sólo Estados
Unidos apuntaba una incipiente industria.
El librecambio fue el germen de la lamentable situación que vive en la
actualidad el mundo. Se basaba en 1.- La división internacional del trabajo que
favorecía ampliamente a Inglaterra. 2.- El patrón oro que permitía la fluidez
de pagos. 3.- Pocas o ninguna traba arancelaria. 4.- Libertad de migraciones
que propició el mayor movimiento migratorio de la Historia, de Europa a
Norteamérica y Argentina. 5.- La libertad del mar (y el dominio absoluto de los
ingleses de este medio). Y 6.- La
reserva de los mercados coloniales para las potencias, principalmente el Reino
Unido. Era la situación ideal de un mercado planetario dominado por una sola
potencia donde ella era la única que imponía las reglas. Con un agravante, la
esclavitud y el comercio de esclavos, donde la explotación de las colonias
alcanzó sus más altas cotas, y en la que participaron todos los países europeos
que han poseído colonias desde que Colón desembarcó en las costas americanas.
El subsistema ingestor del más beneficiado era monstruoso, respecto del
resto de países que no tardaron en expresar sus reticencias a tal situación,
comenzándose a establecer así a finales del XVIII las primeras medidas
proteccionistas por parte de países europeos como Alemania o Francia. Esta
situación fue in crescendo hasta que tras el final de la Primera Guerra Mundial
(precio que hubo que pagar para repartirse los últimos despojos del mundo), el
bilateralismo terminó de levantarse. En la actualidad, salvo determinados
puertos francos, el comercio exterior está ampliamente regulado, y sólo sobre
la base de una integración económica, es posible la libre circulación de
personas y mercancías, como es el caso de la Unión Europea.
La situación descrita favoreció hasta el paroxismo a las potencias
coloniales, dejando absolutamente arruinadas a las colonias en la medida en que
fueron adquiriendo su independencia. Todo el tejido industrial desarrollado en
el siglo XIX y XX quedaba en territorio de la metrópoli, mientras que en las
colonias lo único que existía eran los recursos de extracción, lógicamente
diseñados y controlados por los colonos, aunque trabajado por la mano de obra
barata, cuando no esclavizada de la colonia. Del librecambio se pudieron
defender otras potencias europeas, pero no las colonias, que al independizarse
se vieron ante el aterrador panorama de un abismo económico insalvable respecto
de Europa; salvo Estados Unidos, que al nacer de la masiva emigración de
europeos, supo erigirse en un clon de estos (los indios quedaron relegados a
las reservas). Y todo esto ha dado lugar al Tercer Mundo, descomunal monumento
planetario a la avaricia humana. Podemos por tanto afirmar, no sin sentirnos al
menos parcialmente culpables, por ser herederos de sus protagonistas, que los
grandes imperios coloniales (todos), han sido responsables directos de la
situación de penuria que soporta el 80% del Planeta, aunque como vimos anteriormente,
la geografía y el clima juegue también un papel muy importante.
Por tanto, el subsistema ingestor de un país está absolutamente
condicionado a su posición en el comercio exterior, y a sus posibilidades de
extracción en suelo propio. En este sentido, es importante también hacer
hincapié en qué recursos son imprescindibles que se disponga en propio suelo, y
cuales pueden importarse del exterior.
4.1.3.- Recursos naturales.
Como recurso básico incuestionable está el agua. Nadie puede vivir sin agua en propio suelo. No es exportable.
Si la tierra no da agua, si no llueve, si no se dispone de acuíferos, la vida
humana es imposible. Del agua depende la agricultura, la ganadería, la
industria y la vida doméstica. Si nos atenemos a un simple cálculo del reparto
del agua dulce disponible, resulta que de los 14.000 Km3 de agua anualmente
aprovechable en todo el Planeta, el 38% del 1% explotable por el hombre, que es
la que transcurre por ríos, lagos y cae en forma de lluvia, sólo 6.000 son
utilizables por discurrir en zonas habitadas. Pues bien, esta cantidad bastaría
para abastecer a 13.000 millones de personas, el doble de la población mundial
actual (Ambroggi, 1980). Sin embargo,
todos sabemos que la distribución del agua es muy desigual en el Planeta, y que
hay regiones con excedentes y otras donde sólo una gestión muy rigurosa de los
recursos puede permitir siquiera la supervivencia, esto sin contar con las
variaciones estacionales que obliga a adaptar las costumbres del campesinado al
régimen de lluvias anual. Hay diferencias tan abrumadoras como los dos metros
cúbicos por persona y año con los que se tienen que conformar los habitantes de
sur de Madagascar, frente a los 180 que disfruta cada norteamericano. Barhein
sólo dispone del agua del mar desalinizada. Con todo, una gestión correcta de los
recursos y de las demandas y con una inversión suficiente, cualquier país
podría o debería poder atender a sus necesidades. La escasez de agua no debería
suponer en ningún caso un límite para el crecimiento. Y sin embargo lo es; y no
es un problema irresoluble, siempre que se sepa, se quiera y sobre todo se
pueda. Las inversiones en infraestructuras hídricas no es exagerado
calificarlas de faraónicas, véase las gran presa de Assuan, el proyecto chino
de la presa de las tres gargantas, o el proyecto de la presa de Kunene en
Namibia. Además pueden llegar a tener efectos ecológicos y demográficos
devastadores como en China donde más de dos millones de personas tendrán que
ser reubicadas, o en Kunene donde poblaciones tribales simplemente tendrán que
abandonar sus lugares de siempre para trasladarse a no se sabe dónde (Ezzell 2001). Incrementar los recursos
hídricos es una alternativa a la escasez, y sólo hay dos alternativas, bien la
construcción de embalses, bien la explotación de acuíferos subterráneo. El
primero como vemos no es carente de efectos secundarios. El segundo parece
menos dañino, aunque su sobrexplotación puede llegar a agotarlos. Cabe una
tercera alternativa, la desalinización del agua del mar, pero supone fuertes
inversiones de implantación y alto coste de obtención que sólo se lo pueden
permitir países como Barhein con alta disponibilidad de combustible. En
cualquiera de los casos, la lucha por el agua va a constituir uno de los
principales problemas de subsistencia en este siglo.
Dependiendo directamente del agua, nos encontramos como segundo
elemento ingestor, la agricultura,
que se desarrolla en cada país en relación directa a las disponibilidades de
los recursos hídricos. Se estima que en términos generales la agricultura consume
el 75% de los recursos hídricos de un país. Por ello está en los procedimientos
agrícolas, la clave de la mejora de estos recursos. Obviamente se considera el
regadío la técnica más eficiente, por cuanto permite una agricultura intensiva
con rendimientos superior a una cosecha anual. Pero requiere grandes cantidades
de agua. En 1970, la agricultura de secano consumió 11.5 Km3 de agua en el
mundo, mientras que el regadío absorbió 2.300 (Ambroggi Op cit). Esto hace que no sea posible su generalización.
El incremento de población ha obligado a exigir cada vez más a la
tierra. Y esta exigencia ha sido posible gracias a la combinación de fuerza
mecánica (animales de tiro y maquinaria) y mejora en los abonos y semillas. La
fuerza mecánica ha permitido al hombre extender extraordinariamente las áreas
de labranza, aunque no todas adecuadas para el cultivo. La superficie boscosa
se está talando, sobre todo en los países pobres por dos razones fundamentales,
la primera por necesidad de combustible, y la segunda para extender superficies
de labranza. Y no se consigue ni lo uno ni lo otro, ya que el suelo boscoso no
es apropiado para cultivo. El “suelo” se mide en centímetros, si se quita la cubierta
natural de hierba y árboles, el delgado manto que mantiene la vida queda
sometido a la erosión del agua y viento, con lo que gran parte de esta tierra
termina arrasada (Brown L 1970) Esto
está sucediendo en la India, en China continental, en Haití (en este país es
sorprendente ver la línea divisoria que hace frontera con la República
Dominicana, bosque al este (1.582.000 Ha), frente a una total desolación al
oeste (21.000 Ha en 1995).
La ganadería es el tercer
componente esencial de los recursos naturales de los países. La evolución en
estos recursos ha sido espectacular. En siglos pasados, la nidada de pollos era
de no más de 15 huevos al año. Actualmente se supera con creces los 200 huevos
al año por gallina. Cuando se domesticaron, las vacas no producían más allá de
300 litros de leche al año, justo lo suficiente para un ternero (y lo que
producen las actuales cerca de 200 millones de vacas de la India). En los
países desarrollados, cada vaca puede dar entre diez y quince veces más leche.( Brown L. Op cit) Las explotaciones de
cerdo, que aporta el 25% de la energía y el 9% de las proteínas de origen
animal, han experimentado un espectacular avance (Pond WG.1983). Las técnicas de optimización de especies ganaderas
pueden proporcionar cantidades sobrecogedoras de alimento. Como siempre, el
problema es la gestión y reparto de este potencial.
De los recursos alimenticios, pasamos a los energéticos, siendo el más
importante el de los carburantes, en concreto el petróleo. Esta fuente de energía ha permitido el desarrollo humano
del siglo XX, y ha estado y sigue
estando en el origen de muchos conflictos mundiales. La Guerra del Africa Korps
no tuvo otro sentido para Hitler que el control de los pozos petrolíferos del
Magreb. La Guerra del Golfo tampoco tuvo otra finalidad que el aseguramiento
del mercado del crudo, y etc. Etc. La ubicación de las bolsas en lugares muy
concretos del Planeta hace que el abastecimiento de crudo esté básicamente
confiado al comercio exterior. Con todo, las discusiones sobre las reservas de
crudo son cada vez más importantes. En 1973 el mundo había consumido un octavo
de las reservas; el incremento de precios que decretaron los países OPEP no fue
por problemas de escasez, sino para hacerse con el 36% del mercado, más tarde
el petróleo de Alaska y del Mar del Norte, junto con la caída de la demanda
hicieron que los precios se desplomasen. Pero la siguiente crisis no va a ser
tan efímera. Antes de 2010 la demanda no podrá ser satisfecha. Aunque según las
más optimistas estimaciones a comienzos de 1998 las reservas alcanzaban 1,02
billones de barriles (43 años de suministro a razón de 23.600 millones de
barriles), antes de llegar a la mitad de estas reservas, la capacidad física de
bombeo de las bolsas (el ritmo de producción tiene un perfil de curva de
Gauss), habrá disminuido hasta prácticamente ser imposible – técnicamente-
seguir extrayendo petróleo. No será tan importante cuando se acaben las
reservas, cuanto el momento en que empiece a decaer significativamente la
producción. Los precios se dispararán antes de 2010, incluso si se descubren
nuevos yacimientos (Campbell 1998).
Cuatro adelantos de la ingeniería pueden en parte demorar estos sombríos
vaticinios: la búsqueda tetradimensional de petróleo, el bombeo por gases, la
perforación direccional y el vadeo a gran profundidad. (Anderson 1998), además de la obtención de combustible líquido a
partir de gas natural. Esta búsqueda está dando resultados interesantes en la
zona de Kazajstán, donde parece haber una reserva estimada en 20.000 millones
de barriles, crudo que, casualmente sólo parece que puede canalizarse hacia el
exterior a través de Afganistán hasta el puesto pakistaní de Karachi (Rogers 2001).
Como alternativa al petróleo, la energía nuclear, que junto con la
hidroeléctrica ha sido la tercera pata del suministro eléctrico en los países,
está cada vez más cuestionada, al punto de que en prácticamente todos los
países los proyectos de expansión están paralizados. Además, la energía nuclear
es una solución para tan sólo diez países que poseen el 85% de las centrales de
todo el mundo, USA a la cabeza con 109, ella sola supone el 25%.
Por último está como elemento ingestor, la minería. Un interesante
artículo de Harrison Brown, aunque algo antiguo, destaca la fantástica influencia
del hombre sobre la biosfera por mor de la extracción de todo tipo de materias
primas. La cantidad de roca de mineral que es removida anualmente llega a ser
prodigiosa (Brown H. 1970). En 1970 cada
norteamericano consumía en energía 10
toneladas métricas al año. Si toda la población mundial quisiera o pudiera
mantener este ritmo de consumo, todas las minas y fábricas actuales tendrían
que estar trabajando sin parar setenta (o cien años) para producir estas
cantidades en un solo año. Un ejemplo del alto consumo, sólo 10 países consumen
el 62% del crudo, el resto, o sea, las sobras, se lo reparten los 173 países
restantes.
4.1.4.- Recursos humanos
La población constituye el conjunto de seres humanos que viven sobre un
territorio determinado. El crecimiento demográfico a lo largo de la historia ha
estado vinculado (en términos generales), a las grandes revoluciones, la caza,
la agricultura y la industria, momentos en los que los avances técnicos
producidos hicieron mejorar significativamente las condiciones de vida,
prolongando la expectativa de vida al nacer, disminuyendo la mortalidad
infantil e incrementando las tasas de natalidad, o lo que es lo mismo,
aumentando las tasas de crecimiento vegetativo, aunque se puede hablar de
explosiones demográficas. Una vez absorbido este incremento, durante siglos el
balance demográfico ha estado básicamente estabilizado, hasta llegar al siglo
XX, que ha conducido a la población mundial a una explosión demográfica sin
precedentes. Anteriormente a la revolución agrícola, la población humana del
Planeta se estima estuvo entre los dos y veinte millones de habitantes. A
partir del siglo XVIII, el continuo descenso de las tasas de mortalidad ha generado
el continuo crecimiento de la población.
A comienzos del XIX la población mundial se estima estaba en torno a los
1000 millones de habitantes. En 1950, la
Población mundial era 2.486 millones de Habitantes. En 1979, 4.336 millones, lo
que significó un crecimiento del 74%. Pero este crecimiento no fue homogéneo.
América Latina la zona de mayor expansión creció un 121%, Africa un 110%. Asia
un 85%, la URSS un 47%, y Europa un 21%. En realidad, una tasa de
crecimiento superior al 25% anual sólo se da en los países en vías de
desarrollo. Los países industrializados arrojan tasas de crecimiento neto del
1.5 a 0.8% cuando no crecimiento cero o negativo, imputables a tasas de
natalidad anual en ningún caso superiores al 15%. Los países menos
desarrollados superan el 30%.
Por otra parte, el incremento de la Expectativa de vida al nacer ha generado el envejecimiento global. La población mundial superior a 65 años supone el 10% del total. (15% en países industrializados y 3% Países en vías de desarrollo).
El reparto territorial es también muy desigual; hay un fuerte flujo migratorio a las ciudades sin visos de detenerse. En 1960 el 62% de la población del Planeta vivía en el campo. Sólo un 20% en ciudades de más de 100.000 Habitantes. En 1980 el 55% vivía en áreas rurales y un 30% en ciudades de más de 100.000 Habitantes.
Los países industrializados parecen haber alcanzado un equilibrio demográfico, con tendencia al decrecimiento. España es uno de los países con mayor tasa de descenso. Hoy tiene 40 millones de habitantes (2001), en 2010 tendrá al ritmo actual, 30 millones Los Países en vías de desarrollo siguen desequilibrados. La natalidad sigue siendo alta y un crecimiento vegetativo superior al 3%.
El resultado final de este panorama no se está haciendo esperar, cada tres años, la población mundial aumenta en un número de habitantes similar al de Estados Unidos. Se han superado ya los 6000 millones de habitantes. En más de treinta países la población se duplicará en los próximos treinta años. Esto supone que en 2050, Pakistán, con 40 millones de habitantes en 1950, desplazará a Estados Unidos en número de habitantes. En Nigeria la población se triplicará. En esta situación, estas naciones no podrán salir de la pobreza, pues el crecimiento económico que puedan alcanzar no podrá compensar el incremento de sus poblaciones.
En el otro extremo, los países industrializados, muestran claros síntomas de todo lo contrario, de descenso de la población.
Esta doble tendencia, países pobres cada vez más poblados y cada vez con menos capacidad de salir del subdesarrollo, frente a países industrializados, cada vez más poderosos económicamente y con cada vez menor población, sólo tiene una consecuencia lógica, la tendencia cada vez más acusada del impulso migratorio desde los primeros hacia los segundos, desde la pobreza hacia la riqueza, entre otras cosos, porque aunque vivan en condiciones miserables en los países de destino, siempre vivirán mejor que sus propios países.
F.3 Pirámides y evolución de poblaciones de dos mundos diferentes
El fenómeno migratorio se ha dado siempre a lo largo de la Historia. La explicación sencilla es que fenómenos como la superpoblación, el paro, los sistemas políticos represivos, el hambre, la pobreza y la guerra inducen a los habitantes de esas naciones a tratar de buscar nuevos horizontes que permitan, primero salvar la vida en muchas ocasiones, y segundo, tratar de tener un futuro mejor para sus familias. Estas razones o algunas de ellas motivaron el desplazamiento de los griegos hacia las islas del Mar Egeo y las ciudades del Asia Menor, o la migración de colonos españoles a América, y de los europeos hacia Estados Unidos durante el siglo XIX y comienzos del XX. Sin embargo la decisión de emigrar no es sencilla para el que la toma, es algo más complicado, pues intervienen la situación personal, las creencias.
En la actualidad, los países objetivos de inmigración procedentes del Tercer Mundo son, por áreas, la Unión Europea que está recibiendo la avalancha humana procedente del Magreb y de los países del Este europeo; y España además, de Sudamérica. Estados Unidos que recibe una riada continua de inmigrantes procedentes de México y Centro América y Australia y Nueva Zelanda, que reciben la corriente de los países del Sudeste Asiático.
En los países de destino, este fenómeno está ya produciendo un rosario de consecuencias, unas positivas y hasta beneficiosas, como es la compensación de la escasez de mano de obra en segmentos más bajos de la actividad laboral, y la compensación del descenso de población autóctona. En el otro extremo, con estos flujos está emergiendo todo un submundo de delincuencia mafiosa, que obtiene extraordinarios beneficios del “comercio” de los inmigrantes, redes de prostitución en las que caen muchas mujeres inmigrantes, situaciones de semi o esclavitud manifiesta, inadaptaciones a las culturas de los países de destino, y tensiones sociales entre la población autóctona y la inmigrante, con la aparición del fenómeno de la xenofobia. (Parfit M. 1998).
4.1.5.- Recursos financieros
El mercado de capital supone una de las actividades económicas más importantes del mundo, y es uno de los factores decisivos del fenómeno de la globalización. Evidentemente, entre países, el comercio no es sólo de bienes materiales, sino también de dinero. Prestamos que unos países ofrecen a otros. Después de los múltiples avatares de la economía internacional de principios de siglo XX que desembocó en la primera gran crisis económica de 1929 y que al final condujo al mundo a la Segunda Guerra Mundial, la Conferencia de Bretton Woods en 1944 sentaba las bases del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es el organismo especializado de Naciones Unidas que desempeña tres funciones principales: establece las normas del sistema monetario internacional, presta asistencia financiera a los países miembros y actúa como órgano consultivo de los gobiernos. En este contexto se ha tratado de regularizar los flujos de capital entre los diferentes países, lo que no ha estado exento de muchos y serios problemas
La financiación económica, la entrada de capital, es especialmente necesaria en el caso de los países en vías de desarrollo. A tal efecto, de la misma conferencia de Bretton Woods en 1944, surgió el BIRF (Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), también conocido como Banco Mundial, que se creó con el propósito de “ayudar a la reconstrucción y fomento de los territorios de los países miembros, facilitando la inversión de capital”, con un capital de 10.000 millones de dólares. Inicialmente el Banco Mundial apoyó a los países europeos devastados por la guerra y a los países en vías de desarrollo. No se pudo con todo, y afortunadamente, el Plan Marshall sustituyó al Banco Mundial en el apoyo a Europa, por lo que éste centró sus esfuerzos en el apoyo a los países en vías de desarrollo desde 1948. Los préstamos del Banco Mundial suelen ser a largo plazo, hasta veinte años, y se centran en la financiación de proyectos energéticos, transporte, telecomunicaciones, mejora agraria, etc. Sin embargo, el BM no ha estado exento de manipulación por parte de los grandes, como fue el caso de la denegación de financiación a Egipto para la construcción de la presa de Assuan, por negarse el presidente Nasser a alinearse con Estados Unidos en su postura en Oriente Medio (lo consiguió de la URSS). El BM tiene adjuntas varias instituciones tales como el IDE (Instituto de Desarrollo Económico), la CFI (Corporación Financiera Internacional), y el AIF (Asociación Internacional del Fomento), y Bancos Regionales de Desarrollo. Además, casi todos los países cuentan con líneas de crédito a largo plazo, vinculadas a sus exportaciones (o no). Y por último están los bancos privados que operan a nivel internacional. Por aquí surgió el gravísimo problema de la deuda externa. (Tamames 1989)
La deuda es el dinero total que se debe a Estados, Instituciones y personas que se encuentran fuera de las fronteras del país. Se incluye la deuda pública (la que debe el Gobierno del país) y la deuda privada (la que deben las empresas, las personas u otras organizaciones no gubernamentales). El problema tuvo su origen cuando la banca privada comenzó a recibir desde 1973 gran parte de los “petrodólares” ingresados por los países de la OPEP tras los grandes incrementos de los precios del petróleo. Los tipos de interés se desplomaron y los bancos tuvieron que hacer frente a la situación de crisis financiera internacional. Había mucho dinero que tenía que ser prestado para poder obtener rentabilidad del mismo y sólo los países del Sur, con carencias estructurales, aceptaron esos préstamos para mantener el modelo de desarrollo y hacer frente al incremento del precio del petróleo. Los bancos adoptaron una política crediticia irresponsable ya que no tomaron las precauciones sobre la posibilidad de impago, despreocupándose de la ejecución de los proyectos para los que se solicitaba el dinero. Por su parte los gobernantes de los países del Sur no cesaban de aceptar los atractivos créditos. Los préstamos tenían tipos de interés variables, en una situación de inflación alta, lo que hacía que hubiera un tipo de interés real bajo (3-7%). Los gobiernos de los países del Sur destinaron una gran cantidad de estos préstamos a fines improductivos. Se calcula que una quinta parte se dedicó a armas, a menudo para sostener regímenes opresores. Alrededor de un quinto del total de la deuda tiene su origen en créditos concedidos en periodos de dictaduras. Sólo una parte pequeña del dinero se destinó al desarrollo del país y benefició a los sectores más necesitados. (Mencos Arraiza, 2001)
El montante actual de la deuda se estima en torno a 2 billones de dólares. La ratio deuda externa con relación al PNB es un indicador del endeudamiento de un país. Dado que el PNB es de hecho el ingreso total de un país, analizar la deuda en relación con el PNB resulta útil porque indica la capacidad de un país para pagar sus obligaciones. Un país con una ratio más elevada debe dedicar una mayor cuota de sus ingresos para pagar su deuda externa, que un país con una ratio más baja. En este sentido los países más endeudados proporcionalmente son Burundi (54.5%), Sierra Leona (52,7%), Guinea Bissau (48,7%), Argentina (44,2%) y Etiopía (42,2%)
4.2.- Distribuidor
En el nivel
social de país soberano, el subsistema distribuidor lo materializa el sector de
los transportes orientado al comercio interior, dentro de las fronteras. Como vimos
en el capítulo anterior, estamos hablando de la logística y de todas las
infraestructuras que la permiten: carreteras, autopistas, ferrocarriles,
marítimas y aéreas, redes eléctricas y de conducción de gas, petróleo, agua,
etc. Vemos también como este sector participa del subsistema distribuidor, en el
sentido de transporte doméstico, como del subsistema evacuador, como transporte
internacional.
En el ámbito
interno nacional, un tema que afecta a la eficiencia de este subsistema son las
distancias. Digamos con Miller, que la entropía del sistema se incrementa con
la distancia. Es decir, cuanto mayores son las distancias en los
desplazamientos de distribución, mayores son así mismo las pérdidas. Pérdidas
de alimentos perecederos que se estropean en el camino, o es requerido un
aporte significativo de energía añadida para protegerlos (sistemas contenedores
refrigerados e isotermos). O bien las redes eléctricas que en función de las
leyes de la electricidad pierden energía por el calentamiento de los cables,
por la resistencia eléctrica de los tendidos, etc.
Las
diferencias entre países desarrollados y en vías de desarrollo se hacen evidentes
si comparamos por ejemplo, los kilómetros de carreteras respecto a la población
que ha de circular por ellas. Frente a cifras de 20 a 100 habitantes por Km de
carretera en países desarrollados, encontramos cifras superior a 1000 en países
como Egipto, Etiopía, Nepal o Burundi. Sin entrar en la calidad de las
carreteras, como es el caso de las autopistas. Otro indicador puede verse en el
número de vehículos turismos por habitantes. Desde los más de 500 turismos por
1000 habitantes de Alemania, Estados Unidos, Italia (uno por cada dos
habitantes), a cien países donde la cifra no supera los 100 por 1000
habitantes, y de ellos, la mitad no supera los 10 por 1000 (por no referirnos
al nivel de obsolescencia del parque de vehículos). Obviamente la capacidad de
movimiento de sociedades con estos niveles de infraestructuras y de parque de
vehículos es tan sumamente baja, que todo lo explicado respecto de las
capacidades y funciones del subsistema distribuidor, toda la función logística
queda en prácticamente pura teoría.
4.3.- Convertidor
El subsistema
convertidor de un país lo constituyen las empresas dedicadas al sector
industrial secundario que transforman las materias primas extraídas por el
subsistema ingestor. En esto, un país debe ser autónomo, tanto en centrales
térmicas, como en saltos hidroeléctricos, altos hornos, refinerías e industrias
alimenticias de primer procesado.
F. 4 Estados Unidos y Japón (393 millones de personas entre
ambos, lo que supone el 6,7% de la población del mundo, consumen el 35% de la
energía eléctrica del mundo. Sumando China (27,8% de la población mundial),
consumen el 42% de la energía.
Sin embargo,
y poniendo como ejemplo la producción de energía eléctrica, se observa el
desigual reparto de dicha producción, siendo Estados Unidos y Japón los consumidores,
ellos solos del 35% de la energía eléctrica. Como estos hay otros muchos ejemplos,
que demuestran la desproporción entre población y consumo de recursos.
4.4.- Productor
El subsistema productor, de la misma forma que referíamos en las
organizaciones, supone el grueso del aparato productivo del país, en tanto
productor de bienes de equipo y de
consumo, así como los subsistemas que son capaces de mantener operativos los
elementos productivos, sanidad o turismo.
Pero la capacidad productiva del Planeta, en términos de PNB, no está
homogéneamente repartida; Estados Unidos, Japón y Alemania, estos tres países
generan el 52% del Producto Nacional Bruto del Planeta, lo que indica, hasta
qué punto la capacidad productiva está concentrada en manos de muy pocos
países.
En este subsistema está incluido el Sistema Sanitario de los países,
donde existen grandes y sorprendentes diferencias, que hablan de los desiguales
niveles de eficiencia de estos, dependiendo de cada país.
Es interesante hacer mención aquí que los factores que intervienen en el
elemento productivo de los países, medido habitualmente en términos de trabajo (equivalente
a población activa), recursos y capital
(como conjunto de bienes físicos que constituyen su fondo de medios de
producción - infraestructuras, bienes de equipo, bienes de consumo -), “son el
crecimiento” pero no su causa. En las causas está el por qué unos países han
alcanzado adecuados niveles de crecimiento y otros no. ¿Por qué el crecimiento
económico se inició en Inglaterra y los Países Bajos en los siglos XVII y XVIII
y no en Francia o en España. La respuesta no viene por los indicadores económicos
ni en la revolución industrial (porque el despegue del crecimiento es anterior
a la revolución industrial), y además de ser esta la consecuencia y no la causa
de la aceleración del crecimiento económico.
La moderna teoría de los derechos de
propiedad insiste en que el crecimiento económico no es consecuencia del
desarrollo científico y consecuentemente técnico, sino del desarrollo
del Derecho, entendiéndolo como
la ciencia y tecnología de las relaciones humanas, económicas y sociales. El
crecimiento económico depende del desarrollo de un conjunto de leyes, normas y
usos que contribuyan a definir los derechos de cada cual respecto de la
apropiación y utilización de los bienes producidos, que incentiven los comportamientos
individuales generadores de riqueza y reduzcan los costes sociales de funcionamiento.
Los artífices de este logro han sido los hombres en cooperación voluntaria (de
ahí surgen las ideas), pero el auténtico consolidador de esas ideas ha sido el
Estado, entendido en su sentido más amplio. El que sentencia las reglas del
juego, define e impone los derechos y normas de competencia, y proporciona
bienes y servicios públicos (seguridad, justicia, protección contra el
infortunio) encaminados a reducir los costes de funcionamiento de la sociedad.
Por tanto, la
capacidad del subsistema productor (como máximo exponente de la actividad
económica de un país, acompañado del resto de subsistemas), depende de la
vitalidad del sector privado, y de la flexibilidad de un Estado que sepa
generar un marco normativo incentivador.
4.5.- Almacenador de materia y energía
Las riquezas
y recursos que un país puede almacenar son de tres tipos, material, cultural y
biológico.
En primer
lugar encontramos las reservas
materiales, de las cuales la primera es el Tesoro, el respaldo en oro del
valor de las monedas de los países, de que son responsables los bancos
nacionales; el dinero, cuyos guardianes son las entidades bancarias. De igual
forma, cualquier depósito de bienes de consumo es un almacén de materia, desde
los depósitos de grano y reservas de alimentos, hasta los depósitos
estratégicos de combustible refinado o de petróleo descargado de los barcos. En
este sentido, las reservas de petróleo tiene carácter estratégico, pues los
Estados tienen que prever un depósito que permita al conjunto del país seguir
funcionando (con restricciones más o menos acusadas) en caso de
desabastecimiento exterior. De igual forma hay que proceder con los alimentos.
Los consumidores somos conscientes de hasta qué punto una crisis en el sector
puede afectar al abastecimiento de los mercados, como por ejemplo, el sucedido
tras la ruptura definitiva de los acuerdos pesqueros entre Marruecos y España a comienzos de 2001; en no
más de una semana las lonjas quedaron desabastecidas.
Las industrias
en su conjunto disponen de inventarios de materias primas o semielaboradas
listas para ser utilizadas, pero dado el elevado coste de estos stocks, y de cómo
la logística garantiza el suministro continuo, estos depósitos son bastante
limitados. Por ello, en su conjunto, los países suelen disponer de pocas
reservas de bienes, en tanto que confían el normal funcionamiento de sus
sistemas productivos y sociales al normal abastecimiento interno o exterior.
En segundo
lugar, un país dispone de reservas
culturales. Este tipo de recursos no es tan evidente como las reservas de
petróleo, pero constituye una riqueza de incalculable valor. Por poner
ejemplos: las catedrales medievales, las ruinas romanas, las obras de arte, el
casco antiguo de las ciudades y localidades, las tradiciones y costumbres ancestrales,
las obras literarias. Podríamos seguir, pero se entiende ya que estamos hablando
del patrimonio histórico y artístico de los países. Constituye uno de los
“depósitos” de riqueza más emblemático de los países, cuya conservación
constituye un capítulo presupuestario extraordinariamente importante y elevado,
pero que también reporta importantes ingresos económicos derivados del turismo
cultural que atrae a miles de visitantes diariamente a los monumentos. Es
importante hacer constar que estas reservas culturales están siendo cada vez
tomadas más en cuenta, por cuanto son irremplazables, y como en otros muchos
aspectos, la comunidad internacional se interesa por ella y, rompiendo las
fronteras de lo estrictamente nacional, se han constituido mecanismos de
cooperación internacional a través del Comité del Patrimonio Mundial, creado en
la Conferencia General de la Unesco en 1972. Las pirámides de Egipto, el Taj
Majal, el Monte Saint Michel o la Alhambra de Granada entre otros muchos
monumentos y enclaves naturales, constituyen hoy día patrimonio de la
humanidad, igual que ciudades enteras, como Cáceres en España, o el casco
antiguo de Damasco en Siria.
Por últimos
cada país dispone de reservas naturales.
Hasta hace poco, estas reservas sólo han sido consideradas en tanto recursos
para la explotación económica directa, tales como los yacimientos minerales.
Sin embargo sólo recientemente (último cuarto de siglo) como tal el medio
ambiente, se reconoce que constituye un
inventario que es necesario gestionar adecuadamente sobre todo por el nivel de
sobre explotación que se ha venido haciendo de él. Cuando de un bien se puede
disponer sin límites, no tiene interés económico, no es necesario
administrarlo, pues no existe riesgo de que se acabe. Esta ha sido la
conciencia que se ha tenido de determinados bienes como el aire, el agua, la
tierra. Los problemas relativos a la contaminación, que abordaremos más tarde
al hablar del subsistema evacuador, han hecho saltar todas las alarmas
haciéndonos ver que hasta el aire que respiramos es un patrimonio que se puede
acabar (en tanto que el deterioro de su calidad provoca grandes problemas
ambientales con serias repercusiones para la salud.
Por todo
ello, las reservas naturales entran de pleno derecho en el inventario de bienes
que un país tiene que gestionar. Así, comencemos por los entornos naturales, muchos
de los cuales, por su riqueza biológica y geológica, es necesario proteger
mediante la creación de la red de parques regionales, naturales y nacionales.
Esta acertada política de gestión de los recursos se inauguró con la creación
del valle de Yosemite y Mariposa Grove, en California, como el primer Parque
Nacional del mundo en 1890. Detrás han venido cientos de enclaves naturales de
incalculable valor ecológico en todo el mundo, que de esta forma quedan a salvo
de la marea especulativa del suelo, que ya a arrasado demasiada superficie
terrestre. Del mismo modo que al referirnos a los bienes culturales declarados
Patrimonio de la Humanidad, los enclaves naturales declarados Parques Nacionales,
progresivamente están siendo incorporados a la categoría de Patrimonios de la
Humanidad, gracias a la creciente conciencia planetaria que parece que se va
instaurando en la conciencia de todos.
En el fondo
de la problemática de las reservas naturales está emergiendo en los últimos
veinte años la biodiversidad como patrimonio de los países y de la humanidad en
su conjunto. En la actualidad, por acción humana ha descendido en general en el
Planeta a los niveles más bajos desde el final de la era mesozoica que
desembocó en la extinción de los dinosaurios (Wilson 1989). La biota es, se
puede afirmar, la principal fuente de riqueza de un país, ya que de ella
depende la producción, no sólo de alimentos, sino de otras muchas sustancias y
materias imprescindibles para el consumo humano, como son una gran proporción
de los medicamentos. Pues bien, a lo largo de la Evolución, la biota terrestre
ha soportado seis grandes extinciones, siendo la peor la tercera, del Pérmico,
que casi hace cruzar a la vida terrestre el límite de no retorno, pues se
extinguieron el 80% de las especies, y la más conocida la quinta, de los
dinosaurios. En la actualidad, por acción humana “puede” que estemos ante la
séptima gran extinción y además, a una velocidad sin precedentes. La principal
presión la viene ejerciendo el hombre sobre ecosistemas cerrados, como lagos e
islas, pero las repercusiones son ya ahora planetarias. Cada año se deforesta,
por ejemplo, 100.000 Km2 de selva, casi un 1% anual (Suiza y Holanda juntas).
Cada año, se estima que se están extinguiendo entre 2000 y 4000 especies, un
ritmo 10.000 veces superior a la tasa de extinciones naturales acaecidas con anterioridad
a la aparición del hombre. Esto es muy serio, según Wilson (Op.cit), tras la desestabilización
de un ecosistema, el 20% de las especies desaparecen en un plazo de 50 años
aproximadamente, aunque el proceso puede ser más rápido, tanto más cuanto mayor
sea la concentración de las especies.
Sin pretender
abundar más en este impresionante problema, es claro, que el subsistema
almacenador en el nivel social y supranacional, no incluye tan sólo los
almacenes de mercaderías y de activos circulantes, sumados y en su conjunto.
Los recursos naturales constituyen el bien más precioso e imprescindible para
la vida del hombre en la Tierra. En 1989, fecha en que el citado autor publicó
su artículo, cabía algo de optimismo. En 1992, la conferencia de Río de Janeiro
de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático parecía que
prometía soluciones. No fue así, aunque se ha tratado de mantener con vida ese
espíritu a través de diversas iniciativas como el Protocolo de Montreal de 16
de septiembre de 1987 sobre sustancias que afectan a la capa de ozono, o la
Conferencia, o el Protocolo de Kioto para el Cambio Climático (11 de diciembre
de 1997) (Kioto 1997) ratificado en
Bonn el 23 de julio de 2001, con la excepción de Estados Unidos, que lo rechazó
en marzo al aducir que los recortes obligatorios sobre la emisión de gases de
efecto invernadero, dañaban la economía del país. Los esfuerzos internacionales
para frenar este deterioro se han plasmado en otras muchas conferencias internacionales,
como las Habitat I de Vancuver de 1976, o Habitat II de Estambul de 1996. (Istambul 1996)
4.6.- Evacuador
De igual forma que al tratar este subsistema a nivel organización,
tenemos que diferenciar la evacuación de los residuos producidos por la
actividad humana y productiva del país, así como la salida de productos
elaborados a través de las exportaciones al comercio exterior. Y aún más, un
proceso que está teniendo dimensiones planetarias, la eliminación de los
excedentes de población. Estamos refiriéndonos al fenómeno de las migraciones
humanas. Por tanto, diferenciemos dentro del proceso de evacuación, los
residuos, los productos elaborados y los excedentes de trabajo (población).
4.6.1.- Residuos.
Llegados al nivel sociedad, en el contexto de los países, resulta muy
difícil hablar de subsistema evacuador. Porque este concepto implica que existe
una barrera, una división entre el medio interno del sistema en cuestión y el
medio externo. Hasta el nivel de organizaciones, se podía hablar de eliminación
de residuos, de dentro a fuera del sistema. Si bien los límites de un país lo
constituyen sus fronteras y el límite de sus aguas territoriales, sin embargo,
entraríamos en un contrasentido si con este criterio, el subsistema evacuador
de un país consistiera en los elementos y procesos destinados a echarle la
basura a los países vecinos. Algo de esto sin embargo ha sucedido, con la
tendencia que se ha producido en los países desarrollados de reubicar las
empresas más contaminantes en países del Tercer Mundo, en la medida en que las
normativas sobre medio ambiente se endurecían cada vez más. Todos recordamos la
tragedia de Bhopal, ciudad de la India, de más de un millón de habitantes donde
en 1984, un escape de gases mortal (metilo isocianato), de la fábrica de
productos químicos provocó una auténtica catástrofe con al menos 3.300 muertes.
Sin llegar a estos abusos, que se producen continuamente, es cada vez más
evidente que no se puede hablar de sumideros ilimitados, de la misma forma que
no se puede hablar de fuentes inagotables. Por tanto, de facto, el proceso
evacuador a nivel nacional consiste en cómo deshacerse de los residuos, de modo
que, aquellos que definitivamente sean inservibles, se puedan almacenar (que no
expulsar a un sumidero).
Este subsistema supone por tanto un auténtico quebradero de cabeza,
puesto que realmente no nos podemos deshacer de la basura que generamos; la
expulsamos a depósitos medioambientales, vertederos, aguas, atmósfera, mares y
océanos con una capacidad cada vez más limitada para absorber tamaña cantidad
de residuos.
Mesarovic y Pestel, (1974), en el segundo
informe al Club de Roma hablaban de los tres desfases o brechas que se
apuntaban ya con absoluta evidencia como factores del “síndrome de crisis
mundial”: la brecha norte sur (abismo entre países ricos y países pobres), la
brecha hombre – Naturaleza (problema de la contaminación ambiental) y la brecha
Este – Oeste, vivida con intensidad por aquel entonces y hasta 1991, como la
Guerra Fría. Sin entrar en la última, el informe atribuía las dos primeras al
crecimiento indiferenciado de la población, y como consecuencia, la generación
de residuos sólidos que contaminan el suelo y por filtración las aguas,
líquidos que contaminan ríos y mares, y gases que se vierten a la atmósfera, y
que han generado y aún sigue el debate, la gran controversia del cambio
climático. Esta problemática ha provocado un movimiento ecuménico, que a escala
planetaria plantea la necesidad de decisiones que sobrepasan la soberanía de
los países, para convertirse en una cuestión de seguridad mundial. (Cleveland 1994). A mediados de los
ochenta, el denominado efecto invernadero comenzó a intranquilizar a la opinión
pública. Aparecieron múltiples publicaciones que comenzaban a avisar de las
posibles consecuencias de las emanaciones de dióxido de carbono y el metano
generado por la ganadería intensiva (eructos del ganado bovino), y su
repercusión a largo plazo (decenas de años) sobre el clima. En 1986 se celebró
en Toronto la Conferencia sobre el Clima. En 1992, en la macro – cumbre de Río
de Janeiro, el ambiente alarmista había aumentado varios grado, pues teníamos
sobre nuestras cabezas el tremendo problema del agujero de ozono en la
Antártida. Aún y con todo, gobiernos como el norteamericano, por otra parte el
que más porquería lanza al medio ambiente (3/4 partes de las emisiones de CO2
proceden de Estados Unidos), se resistía a creer lo que sus propio científicos
venían advirtiendo, negando la mayor, y poniendo todo tipo de objeciones a las
hipótesis del cambio climático de origen humano. Esta resistencia a reconocer lo
que cada vez es más evidente ha llegado hasta el extremo de no ratificar el
protocolo de Kioto.
Si el sumidero atmosférico presenta claros visos de saturación, los
océanos, el espacio exterior y la Antártida son los otros grandes sumideros que
se están saturando peligrosamente.
El relativamente reciente Tratado del Derecho del Mar declara alta mar y
su fondo “Patrimonio de la Humanidad”, consideración hecha por la Santa Sede en
1978. Se ha tratado de establecer normas para la explotación de los recursos marinos,
y de luchar contra las catástrofes ecológicas marinas, de las que son las más
alarmantes los vertidos de crudo por naufragios de petroleros.
El espacio exterior comienza a ser una grave amenaza en las órbitas
próximas a la Tierra. Ya se han producido varios incidentes por impacto de
partículas procedentes de los desechos de satélites averiados, y se estima que
a día de hoy una esfera de fragmentos metálicos órbita alrededor de todo el
Planeta, lo que supone una barrera invisible que puede provocar serios
accidentes en las futuras misiones espaciales. (Johnson NL. 1998)
La Antártida
se consideró en 1959 bien común de la Humanidad, ante el peligro de que se
generase una lucha por su dominio, por parte de las naciones más interesadas
por sus recursos ocultos. Y se firmó el Tratado Antártico, que posibilita la
investigación científica, pero no su explotación.
La atmósfera,
los océanos, el espacio y la Antártida se consideran medios ambientes mundiales
indivisibles. Nadie puede esgrimir derechos de propiedad sobre ellos. Y se es
consciente que la eliminación de residuos no puede ser indiscriminada.
4.6.2.- Excedentes de población.
“La muerte de una persona es una tragedia, la de millones, una
estadística” (dice el cínico). Los excedentes de población se resuelven de dos
forma, o muriendo, o emigrando.
Respecto a la primera forma, medida en términos de tasa de mortalidad, el
descenso de ésta y la prolongación de la expectativa de vida ha generado en los
países desarrollados el fenómeno del envejecimiento de la población y un
descenso de las tasas de natalidad (las parejas tienen cada vez menos hijos y
más tarde). El resultado son pirámides invertidas. En un mundo bajo explosión
demográfica, los países desarrollados detienen su crecimiento poblacional
interno y dan marcha atrás. No hay a penas excedentes de población, en una
sociedad que dispone de la mejor medicina del mundo, empeñada en hacer
retroceder cada vez más a la muerte, y que se felicita de haber descubierto que
una alteración genética en el cromosoma 4 (noticia aparecida en la prensa en
septiembre de 2001), puede ser la clave para superar los 90 años gozando de
buena salud.
En el otro extremo están los países en vías de desarrollo, donde el crecimiento demográfico no está
ligado a su propio crecimiento económico y de sus niveles de renta sino al de los países industrializados. Tras
la 2ª Guerra Mundial fuertes descensos de la mortalidad y fuertes aumentos de la natalidad consiguieron que se
alargará la vida de los adultos y disminuyera la mortalidad infantil. Los
progresos médicos y socio - sanitarios de los países avanzados han repercutido
en los países en vías de desarrollo. La explosión demográfica queda así
desligada del propio crecimiento económico. Con ello la renta per capita.
Disminuye por debajo a veces de los niveles de subsistencia. (Carbajo A. Rojo L 1980), produciéndose así excedentes de
población y con ello tasas de mortalidad que duplican o triplican la de los
países desarrollados. La dinámica de población trata de compensar esta excesiva
mortalidad, no sólo de adultos sino también infantil, con un incremento de la
natalidad, en la esperanza para los padres de que alguno de sus hijos le sobreviva
para cuidar de ellos en la vejez. En el extremo, este excedente, básicamente joven,
que también huye de la miseria y en último extremo de la muerte, tiende a
buscar nuevos horizontes, generando así en fenómeno de la emigración, que ha
alcanzado magnitudes planetarias, y que ya hemos iniciado en el punto 4.1.4 al
hablar del subsistema ingestor. Lo que un país encaja (país de destino) procede
de otros cuyas poblaciones quieren abandonar a toda costa.
Los medios de
comunicación de los países desarrollados han alcanzado a los que no lo son.
Allí la gente mira atónita los televisores y conoce de las riquezas que
disfrutan los primeros. En España, durante muchos años venimos observando todos
los meses de julio y agosto la “operación paso del Estrecho”. Esa riada de magrebíes que supera con creces
el millón y medio, es el perfecto reclamo para que sus compatriotas, que sufren
un índice de paro de entre el 30 al 60%, como se dice “se le pongan los dientes
largos” de ver y escuchar cómo viven sus paisanos que trabajan en España,
Francia, Holanda o Alemania. Una encuesta realizada en 1998 revelaba que el 72%
de los marroquíes quieren emigrar, cifra que sube al 82% en ciudadanos
marroquíes menores de 30 años. (Pérez B.
Navia JM. 1998) . En los primeros meses de 1998, 50.000 marroquíes
iniciaron la aventura, fundamentalmente hombres de entre 16 y 30 años. Progresivamente
se han incorporado al flujo migratorio las mujeres y los niños. Las mafias de
tráfico de inmigrantes hacen su agosto con este flujo, que potencian y
favorecen previo pago de cantidades de dinero que oscilan entre los 1000 y 4000
Euros. Aquellos que consiguen llegar a la costa, burlar a la Guardia Civil y
adentrarse en el país, comienzan un singular calvario como inmigrantes
ilegales, que no tardando alcanzarán la cifra de dos millones.
Como botón de
muestra sirva esta referencia, que se está multiplicando a lo largo de todo el
Planeta, con flujos migratorios que se repiten en América, hacia Estados Unidos
y España (Sudamérica), Europa entera y extremo oriente. El segundo informe al
Club de Roma anunciaba oscuros augurios para 2010. Un mundo con una proporción
entre ricos y pobres de uno a mil, entendiendo por rico el que disfrute de un
medio de vida digno. Para aquellos que no tienen nada que perder, la suerte
está echada. No pierden nada, salvo la vida, que a penas si tiene ya valor. Es
duro decir que ha comenzado la invasión de los países ricos por ejércitos
desarmados de millones de pobres, pero es una realidad que está ya entre
nosotros. Para los españoles del siglo XXI, Tarik, Muza y los suyos, que
iniciaron la invasión árabe de la península en 711, fueron cuatro amigos al lado
de las corrientes migratorias que vienen desembarcando en las costas españolas,
y que tienen todos los visos de ser exponencial.
De igual forma que la brecha hombre – Naturaleza nos va a pasar
inexorablemente factura con el cambio climático y la séptima gran extinción de
especies en el Planeta, la brecha Norte – Sur ha terminado por pasar factura a
aquellos que creíamos disfrutar del Estado del Bienestar.
En Internet corre un mensaje de esos que se pasan unos a otros por
E.mail, que hace una comparación del mundo con una aldea de cien personas. Si
así fuese, 80 vivirían en condiciones infrahumanas, 70 serian incapaces de
leer, 50 sufrirían de malnutrición, 1 persona estaría a punto de morir, 1 bebe
estaría a punto de nacer. Sólo uno tendría educación universitaria, y habría 1
persona con ordenador. Cifras para la reflexión, que explican por sí solas el
comportamiento de los excedentes de población en los países subdesarrollados.
4.6.3. Productos elaborados.
Hemos
abordado la cara negativa del subsistema evacuador a nivel nacional, por cuanto
no hay sumideros ilimitados, ni siquiera en el espacio orbital, y las
desigualdades sociales y económicas entre países están generando uno de los
mayores y más impactantes fenómenos que se vivirán en el siglo XXI, la invasión
de los países ricos por los pobres. Entremos por último en el tercero de los
capítulos, la venta o exportación de los productos elaborados. Volvemos al
entorno del comercio exterior tratado en los puntos 4.1.1 y 4.1.5. En este
sentido apuntemos que el comercio de bienes y servicios ha crecido dos veces
más rápido que el PIB mundial durante los años noventa; la parte atribuible a
los países en vías de desarrollo ha supuesto un 29 a 32%.
La
exportación de bienes no es solamente de manufacturas terminadas, sino que es
cada vez más importante el comercio de componentes (productos elaborados intermedios),
fomentado por el comercio electrónico vía Internet. Es decir, cada vez es menos
frecuente comprar un bien, totalmente fabricado por un país. Por poner un
ejemplo, uno compra un automóvil, que ensamblado en Alemania, el motor se
fabrica en Suecia, las ruedas en Italia, la electrónica en Inglaterra, la
suspensión en Francia, etc. Los aviones comerciales de Airbus Industries son
europeos en general y de ningún país en particular, pues cada país socio
fabrica determinados componentes que se ensamblan finalmente en la fábrica de
Lyon.
Con esta
visión del comercio, se difuminan las fronteras de la actividad productiva. El
concepto convencional es el de que un país importa materias primas para
producir bienes elaborados que pone en venta como tal en el comercio exterior.
Ahora, y tanto más cuanto más economía de escala sea necesaria para fabricar un
producto, la cuestión no son las materias primas, sino los componentes o
elementos que integran los sistemas finales. La complejidad de elaboración ha
generado una red mundial cada vez más amplia que conecta a las filiales de las empresas transnacionales
con otras empresas independientes de diseño, producción y distribución de
componentes. Con esto se está favoreciendo grandemente la transferencia de
tecnología, lo que está favoreciendo la integración de empresas de los países
en vías de desarrollo en la red de producción mundial. (Banco Mundial, 2001), Este hecho debe hacernos reflexionar sobre
la poderosa tendencia hacia la integración de sistemas. En cada uno de los
subsistemas que estamos examinando en los tres niveles, grupo, organización y
sociedad, la fuerza integradora y expansiva de los sistemas es imparable. El
avance, el progreso, el desarrollo económico y social camina inexorablemente
por la vía de la integración, de la misma forma que han evolucionado los seres
vivos en su larga carrera hacia la integración en organismos y ecosistemas cada
vez más complejos e integrados.
4.7.- Motor
¿Los
países se mueven? Ciertamente. Miller afirma que son las Fuerzas Armadas en su
vertiente ofensiva, la que permite a un país moverse (Miller, 1978-5). Porque moverse físicamente significa, en el
contexto de las naciones, ampliar el territorio. Hablábamos de ello al
referirnos al subsistema reproductor, como aquel que permite la replicación de
un país en otro lugar. Esto se ha dado durante la época colonial en multitud de
ocasiones. Pero antes del hecho físico del asentamiento, el país debe mover
elementos esenciales de sí mismo hacia los territorios de conquista. Este es el
papel desempeñado por los Ejércitos y las Marinas a lo largo de la Historia. Las invasiones
militares han desplazado y sometido unos pueblos a otros, han integrado
regiones étnica y culturalmente diferentes y también las han dividido. Para
saber cómo funciona el subsistema motor, basta con leer la Historia.
En la actualidad los países no se mueven habitualmente de este modo tan
ancestral (pero tan inherentemente humano), salvo los actuales conflictos de
frontera focalizados en los Balcanes y en Oriente Medio. Hay otra forma de
moverse sin disparar un solo tiro. Hablamos de la invasión económica y
cultural. Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, el gran ganador de
la contienda, a través del Plan Marshall, se aseguró la conquista de Occidente.
El dominio norteamericano ha sido y continúa siéndolo abrumador. Decíamos
anteriormente que podrían ser sinónimos globalización y “macdonalización”, ya
que aquella tiene tanto sabor americano, que casi se confunde con ésta. En este
caso, el motor físico del país, en este caso Estados Unidos, es su poderío, no
militar (que también), sino sobre todo económico. En este sentido, Japón también
lo está intentando económica e incluso también culturalmente con la que yo
denominaría “manganización” o invasión abrumadora de los dibujos manga en los
televisores de nuestros hogares. Europa responde a estas corrientes con el
fortalecimiento económico y político de la Unión Europea, y dentro de ésta,
Alemania no renuncia a su particular expansión económica.
4.7.1. Proceso globalizador. Mezcla de
culturas.
El proceso de
migración masiva, al que hemos hecho referencia al hablar en los subsistemas
ingestor y evacuador, supone de alguna forma, en su conjunto un fenómeno que
hace a todo un pueblo moverse, expandirse. Si en la época colonial eran los
pueblos poderosos de la Tierra los que se expandían e invadían colonialmente
las nuevas tierras, ahora son los colonizados por aquellos los que, como ya
hemos explicado, invaden legal o ilegalmente las naciones ricas. En este
sentido, Estados Unidos es un paradigma de esta situación, con 281 millones de
habitantes tiene 28 millones de inmigrantes (según el censo de 2000), en su
mayoría de origen latino, 9 millones de ellos ilegales. Decía Woodrow Wilson en
1913: “el gran crisol de Estados Unidos,
el lugar en el que todos nos convertimos en norteamericanos, es la escuela
pública, donde todas las personas de todas las razas, de todos los orígenes y de todos los niveles económicos
envían a sus hijos, y donde éstos al mezclarse, se imbuyen del espíritu
americano y se convierten en los hombres y mujeres de Estados Unidos.” Un
interesante artículo de National Geographic (Swerdlow
J.2001), refleja como el instituto J.E.B. Stuart de Enseñanza Secundaria,
en Virginia, se ha convertido en un laboratorio en miniatura de una nunca antes
vista mezcla de culturas. Antes de 1965, más de las tres cuartas partes de los
inmigrantes a Estados Unidos procedían de Europa, debido a un sistema de cuotas
que favorecía la llegada de ciudadanos de Europa septentrional. En 1965 esas
cuotas se eliminaron, lo que ha hecho que desde entonces, el 60% de la
inmigración proceda del Caribe, Asia, Africa, América latina y Oriente Medio,
es decir, de todo el mundo. “Vamos camino de convertirnos en la primera nación
de la Historia integrada por personas venidas de todos los rincones del mundo”
afirmaba el responsable del censo de Estados Unidos, Kenneth Prewitt. Para el
presidente Bush junior, estas cifras, sobre todo de inmigrantes de origen
hispano, comienza a ser tan abrumadora, que más le vale aprender español para
lanzar su próxima campaña electoral en este idioma, por la cuenta que le trae
(demasiados votos en juego para ignorarlos).
Esta
tendencia imparable de emigración desde la pobreza hasta la “riqueza”, hace que
en el censo de los países occidentales, las cifras de inmigrantes procedentes
de estos países comiencen a ser altamente significativas: 7% en Francia o Gran
Bretaña, 10% en Alemania, 17% en Canadá. Y volviendo al referido Instituto
Stuart del artículo del Nat. Geographic, la mitad de sus más de 1400 alumnos
proceden de más de 70 países.
La reflexión
es esta. La globalización muestra con este fenómeno una cara, que no es
estrictamente económica, sino sociológica, y que apunta a que “si la riqueza no
va a los pobres, no importa, ellos acudirán a donde está la riqueza”. Un
poderoso “motor” se ha puesto en funcionamiento; una fuerza imparable que trata
de anular las diferencias de presión osmótica que existen en la actualidad
entre países ricos y pobres. El “sodio” del mundo (por comparar la riqueza con
las sales en disolución), no puede estar mucho tiempo altamente concentrado en
las pequeñas vacuolas que constituyen los países industrializados. El agua (los
seres humanos) tratará de entrar en estas para diluir dicha concentración, y lo
está haciendo. La cuestión es si las cubiertas (las membranas de estas vacuolas)
resistirán la presión migratoria.
Puede que no
nos guste ver en nuestras calles personas con el color de la piel diferente al
nuestro, con religión diferente, con grupos sanguíneos diferentes, con idiomas
diferentes. Da igual. Lo peor que puede pasar es que no nos guste, pero la globalización
de las culturas y de las razas es un hecho. Los localismos no dejan de ser una
postura de defensa a ultranza de “lo nuestro”, ante la “nostalgia” (dolor por
lo nuestro) que produce ver, con perspectiva histórica a largo plazo, cómo esa
tendencia imparable hacia la globalización está creando una mezcla cada vez más
homogénea de culturas y razas.
4.8.- Soporte
Las estructuras, los
sistemas de soporte de los países están constituidos pos las infraestructuras.
Ya lo mencionábamos en el capítulo anterior, las carreteras, líneas férreas,
puertos y aeropuertos, edificios inmuebles, en general la obra civil de un
país. Es el subsistema estructural básico. Mantiene la
adecuada relación espacial entre los diferentes componentes de la nación, de modo
que las relaciones funcionales y las diferentes interacciones son las
adecuadas.
Las
inversiones en infraestructuras constituyen un indicador muy importante en el
desarrollo económico de los países. Decimos y sabemos que la salud y vitalidad
de un país va en gran parte marcada por la incentivación que los ministerios de
fomento introducen en la actividad económica. Vivienda (construcción) y redes
viarias constituyen los dos pilares del motor de un país. El dinamismo o
ralentización de estos sectores marcan de alguna forma el dinamismo del país.
En España, por ejemplo, se ha “notado” el crecimiento económico en función de
cómo ha ido incrementándose la red de autopistas y autovías. Para el ciudadano
de a pie que viaja de un país a otro, las señales de su estado económico son
inequívocas. ¿Tiene buenas o malas carreteras, y sobre todo las vías
principales son autopistas? Si es que sí, el país es avanzado; si es que no, le
queda mucho por andar. Que no nos cuenten nada sobre el PIB y esas cosas; “de
visu”, la riqueza de las naciones se percibe por sus infraestructuras.
5.- Subsistema de Información
El subsistema de información en un
país constituye algo extraordinariamente
complejo y variado. De entrada, conceptualmente, vale todo lo dicho en el
anterior capítulo, luego no vamos a repetir lo que a nivel organización hemos
expuesto. Más algo más, que también apuntábamos antes, la internacionalización
del sistema.
Nuestros
sistemas de información están ya tan homogeneizados, sobre todo desde el
advenimiento de Internet, que sólo creando grupos cerrados de usuarios, es
decir, con una Intranet, podemos poner frontera a nuestro sistema; de lo
contrario, el carácter abierto de la Red hace que por definición, ésta tenga
ámbito planetario.
Centrémonos,
por tanto, en lo que de característico tiene el Sistema de Información en el
nivel social, que es el uso de la información como instrumento del poder al más
alto nivel, es decir, al nivel político y macroeconómico.
5.1.- Trasductor de entrada de señales externas.
Sin ánimo re repetirnos, el principal trasductor de señal externa (así como interna) es el sistema de medios: prensa, radio, televisión, asociados en grandes cadenas informativas tipo CNN, BBC, y las agencias como EFE, Reuter, etc.
El crecimiento de estos medios ha sido, y sigue siendo espectacular. El mayor de los impactos lo recibimos los habitantes de medio mundo cuando pudimos contemplar la primera guerra transmitida en vivo y en directo, la Guerra del Golfo, en enero y febrero de 1991. Recuerdo cómo todos los días los corresponsales de guerra nos transmitían en tiempo real las evoluciones de los bombardeos, la caída de los misiles Skud en territorio israelí y la interceptación que en un porcentaje bastante alto lograban los famosos antimisiles “Patriot”. La capacidad informativa de las grandes cadenas estaba fuera ya de toda duda. Como trasductores de señal externa, los medios informativos eran absolutamente inigualables.
Pero hay otras redes de información externa, como son los servicios de vigilancia. Estos no se perciben con la espectacularidad y difusión que vemos a través de los informativos, pero son igualmente eficaces. Por una parte tenemos las redes de vigilancia sanitaria, una de las más importantes son las responsables de la seguridad alimentaria, entendido este concepto como seguridad igual a calidad, y no abastecimiento. Para los países industrializados o desarrollados, la seguridad alimentaria estriba en disponer de alimentos en buen estado, para los pobres seguridad alimentaria significa poder disponer de alimentos y punto (ya veremos en qué estado). En este sentido los países occidentales disponen de sistemas de vigilancia, que en aduanas realizan chequeos y comprobaciones de las partidas que entran en el país. España y en la Unión Europea, tienen un sistema denominado “SCIRI” (Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información), que permite, una vez detectado una partida alimentaria en mal estado, transmitirla a aquellos organismos responsables sanitarios, en una distribución en cascada, hasta llegar a los puntos de distribución y consumo. Esta red ha funcionado intensamente en las crisis alimentarias que hemos sufrido en relación con la encefalitis espongiforme bovina o mal de las vacas locas, la fiebre aftosa, la peste porcina, entre otros y más conocidos, pero también es capaz de detectar y bloquear la distribución de centenares de partidas de vegetales, mariscos, carnes que por cualesquiera causas se comprueba que tratan de entrar en España, (en la Unión Europea), en mal estado. Lo mismo cabe decir de la red de farmacovigilancia, que depende de la Agencia Nacional del Medicamento (Ministerio de Sanidad) y de vigilancia epidemiológica, con sus redes internacionales más importantes, OMS, CDC y Eurosurveillance.
De igual forma, como servicios de vigilancia está la Inteligencia, que hemos tratado al abordar el subsistema de cubierta. Esta función de inteligencia, que todos conocemos y ubicamos dentro de los servicios de espionaje, ejerce una función de Defensa y de observación y reconocimiento de los otros Estados potencialmente enemigos
Por último es importante reseñar la cantidad cada vez mayor de “Observatorios”, o centros, empresas y organismos públicos que se dedican a mantener informados al segmento de población interesado, de cómo evoluciona en el mundo los datos procedentes del sector en cuestión. Así hay observatorios de la industria, de la cultura, de la ciencia, del desarrollo económico, de las bolsas y del mercado financiero. Las tecnologías de la Información permiten que estos observatorios reciban, procesen y difundan la información prácticamente en tiempo real, lo que permite a su vez responder en tiempo real, lo que a su vez acelera extraordinariamente el bucle estímulo respuesta, eliminando los retardos. Todo ello hace que nuestro mundo esté tomando una velocidad endiablada, que sólo muy pocos pueden mantener.
5.2.- Trasductor de entrada de señal interna
Básicamente
los mismos dispositivos de señal externa, utilizan los países para conocer lo
que sucede en su interior.
Cabe referir aquí que la información interna suele ser más rica y variada
que la exterior, dado que en general, al ciudadano medio le importa mucho más
los problemas de casa que los problemas del extranjero. El periódico USA Today,
el de mayor tirada del mundo, lo es por eso precisamente. Hay que añadir,
además, que internamente se despliegan, como receptores de señal interna,
muchos otros dispositivos, aparte de los anteriores, como son los sistemas
propios de las organizaciones, de los diferentes colectivos humanos desplegados
por todo el país, los encuestadores de campo, que elaboran continuamente censos
y encuestas de muy diversos tipos.
5.3.- Canales y redes "cyr"
En el nivel nacional, los canales y redes de información son
esencialmente los mismos, y con las mismas características que los operativos
en el nivel organización, sólo que con una extensión mayor, tal que abarcan
todo el ámbito nacional, y más allá, conectan todos los países en el mundo.
De todas las redes de información y comunicación, cabe aquí hacer
especial mención de Internet, porque podemos afirmar que es ésta la que ha
cambiado realmente la faz de la tierra, como en su día lo hizo el teléfono.
Internet es
una red internacional de ordenadores, cuya única condición es que cada
ordenador que pretenda estar conectado debe cumplir una serie de normas de
comunicaciones y utilizar unos protocolos de recepción, transmisión de datos y
visualización de estos. Con dichos requisitos, en la actualidad hay más de 500
millones de ordenadores en todo el mundo conectados y capaces de dialogar entre
sí. Internet comenzó su historia como ARPAnet, un proyecto financiado por el
Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en el que participaban
contratistas militares y muchas universidades dedicadas a la investigación.
ARPA (Administración Avanzada de Proyectos de Investigación) era la responsable
del reparto de la financiación. El nacimiento “oficial” de Internet fue en 1970
cuando se desarrolló la conexión entre cuatro ordenadores de tres universidades
americanas, UCLA, USCB de Utah y Stanford. En 1972 Ray Tomlinson inventa el
correo electrónico, transmitiendo el primer mensaje por la Red. (Hoffman 1998)
Inicialmente
Internet se creó para servir de enlace a las comunicaciones de investigadores
militares y para que a nivel táctico, éstas no se pudieran caer porque un nodo
fuese destruido por un ataque enemigo, sino que los datos pudieran viajar por
rutas alternativas capaces de sortear los nodos caídos o destruidos. Pero el
rotundo éxito del sistema propició que ARPA se transformase en un proyecto de
investigación con identidad propia. La base de ARPA es el “redireccionamiento
dinámico” que permite reencaminar la transmisión en caso de corte súbito de una
ruta, por rutas alternativas. La utilización de ARPA llegó a ser tan masiva que
en 1983 llegó a la saturación. Se creó una nueva red llamada MILNET
exclusivamente militar, liberando así a ARPA para el tráfico civil. Sin embargo
ARPA y MILNET continuaron enganchadas a
través de dos protocolos denominados “Protocolo Internet” o “IP” y TCP
(Transmision Control Protocol)
Si por el
protocolo IP se podían conectar dos redes diferentes, no existía ningún inconveniente
para que se conectasen tres, y por la misma razón podían conectarse entre sí
con el mismo protocolo cuatro, cinco, diez, cien, mil o cien mil redes. Tantas
como se quisiera. Se deduce cómo y por qué el protocolo IP se convirtió en la
base y fundamento de INTERNET, tal y como es hoy.
Al tiempo,
UNIX comenzó a popularizarse en las estaciones de trabajo. Conectadas estas a
ARPAnet, llegaron a sobrecargarla otra vez en 1984. La Fundación Nacional para
las Ciencias (NSF) tomó la responsabilidad de ARPA, y basada en ella creó otra
red de gran velocidad (NSFnet) para el tráfico entre los superordenadores de la
organización. NSFnet estaba orientada a estos superordenadores tipo Cray o
Cyber, pero con la llegada de los legendarios “super-minis” de trabajo tipo
VAX, la supercomputación perdió predicamento. A mediados de los 90 NSFnet se
desmanteló parcialmente, aunque hoy día constituye una parte importante de
Internet.
El mercado
comercial entró en Internet a principios de los 90, creando, un número
importante de empresas sus redes globales corporativas, pero con “gateways”
para conexión con Internet. La convergencia de multinacionales tales como IBM,
HP, Digital, Sprint, ATT y otras no menos importantes creó el escenario
planetario de Internet, proporcionando la cobertura mundial que disfruta hoy
día, en más de 100 países.
Desde 1990
Internet ha crecido de modo global en todos los aspectos. En 1991 la
Universidad de Minnesota presenta “Gopher”, un programa diseñado para búsqueda
de captura de información en Internet. Fue el ancestro de la Web. En 1992 el
CERN, institución internacional de física con sede en Suiza, desarrolla el
código para el “hipertexto”, concepto básico para el desarrollo de la WWW. En
1993 aparecen los primeros navegadores de Web, Mosaic. Meses después Netscape
desarrolla el “Navigator” y a continuación Microsoft el Explorer. Al Gore
bautiza Internet como la Red de autopistas de la información.
El resultado
de esta evolución es la implantación a nivel planetario de una Red de redes de
ordenadores que no la controla nadie. No es nada en concreto y son muchas cosas
a la vez. El único factor común entre todos los ordenadores que dialogan entre
sí es el conjunto de protocolos de comunicaciones TCP/IP (oficial de ARPAnet el
1 de enero de 1983), y un conjunto de lenguajes de desarrollo y diálogo que
respetan todos aquellos que quieren conectarse y utilizar los recursos de la
Red (Pareras 1995).
F5 Servidores de Internet en el mundo.
Este gráfico muestra el porcentaje acumulado de servidores distribuidos por
países, respecto del porcentaje acumulado de población. La desproporción es tan
descomunal, que la clásica regla del 80/20 salta por los aires para convertirse
en 90/10. Ref. Atlas Encarta 99. Microsoft.
Este gráfico
indica a las claras que el 12% de la población del mundo disfruta del 90% de
los servidores de Internet, y que el 47% lo hace del 99%. Estados Unidos tiene
el 60% y este país junto con Japón, Alemania y Reino Unido, el 75%.
La conclusión es clara. Hablamos de una Red global, a nivel planetario.
Eso nos parece a los que disfrutamos de ella, pero en realidad, sólo una
persona de cada diez dispone de este recurso en el mundo. Luego canales y redes
mundiales existen, pero de nuevo el fantasma de la pobreza se cierne sobre
estas cifras, que nos obliga a hacer una mueca de contrariedad, y a aguarnos la
fiesta de la autocomplacencia.
5.4.- Decodificador
Nuevamente, lo explicado en el capítulo anterior vale plenamente en éste,
salvo incrementar el nivel un grado, y contemplar los dispositivos
decodificadores en el ámbito nacional, donde podemos encuadrar las
instituciones oficiales de estadística y las cadenas nacionales de información.
5.5.- Asociador
Retomando el
punto 5.5 del capítulo anterior, al dar el salto al nivel nacional, entramos de
lleno con el Sistema Educativo.
Todo lo
explicado sobre los gabinetes de asesores de las empresas se puede elevar un
grado para convertirlos en los asesores de los ministros y del presidente del Gobierno,
pero lo que realmente caracteriza el subsistema asociador de un país es su modelo
de educación. Hay tres sectores de la vida social extraordinariamente sensibles
respecto del grado de desarrollo social, y en especial de lo que en los países
desarrollados se ha dado en denominar estado del bienestar, la educación, la
sanidad y los seguros sociales de pensiones. La educación que garantiza la
continuidad del país a través de la formación cultural y profesional de sus jóvenes,
la sanidad (los servicios médicos más algo más...) que garantiza la salud de la
población, y las pensiones que garantizan una cobertura económica para
segmentos de población pasiva, cada vez más importantes proporcionalmente
respecto de la población activa. Fijémonos que no se incluye aquí la
alimentación, porque un país que aspira a la sostenibilidad del estado del
bienestar, obviamente la comida ya no es una preocupación.
El sistema
educativo en los países desarrollados ha evolucionado extraordinariamente,
ampliando la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza hasta el 100% de la población
infantil. Se ha democratizado y armonizado con la formación profesional (Puyol 1998). Pero frente a unas
estadísticas que apuntan fracasos escolares cada vez mayores, superando a veces
el 30%, a pesar de las sucesivas reformas, parece como si en el mundo opulento,
una epidemia de conformismo se hubiese cernido entre la población joven.
Resulta que
en nuestro pequeño primer mundo, el sistema está hecho. “La cosa” funciona en
automático, y las máquinas, los ordenadores nos llevan de la mano y casi
piensan por nosotros. El niño se enfrenta a la dura tarea de aprender a asociar
ideas en un mundo que funciona solo, no necesita de él; y por otra parte es
caótico con una evolución vertiginosa e impredecible. Cambiados los valores
fuertes como la justicia y la fortaleza de espíritu por valores blandos
(prudencia y templanza), situación propia de los que lo tienen todo y no tienen
ninguna gana de perder lo conseguido... por sus padres, la Sociedad se
encuentra embarrancada en una crisis de valores que la sitúa en una inercia
lánguida, dejándose arrastrar por la dinámica que ella misma ha generado (Andrés Orizo 1991). Las consecuencias
están por ver.
Todo esto
respecto del subsistema asociador (véase educación), en los países desarrollados.
Otro tema es la situación en los países no desarrollados, como cabe imaginarse.
Allí la situación es bien distinta.
5.6.- Memoria
La memoria de
un país la constituyen, además de los elementos descritos en el capítulo
anterior ampliados al conjunto de la nación; hablamos de los archivos, bibliotecas,
bases de datos ministeriales y de ámbito nacional, dos elementos
importantísimos. El primero es la Historia y el segundo el potencial de conocimiento
de sus gentes.
La Historia, el recuerdo colectivo de lo que hemos sido, de dónde
procedemos y de por qué somos como somos. Es el mayor acerbo cultural que
podemos tener. La Historia marca definitivamente la idiosincrasia de las
naciones, y supone un condicionante de primera magnitud, al cual es imposible
hacer oídos sordos. La Historia, por ejemplo marca las relaciones entre los
pueblos. Lamentablemente, un pasado de confrontación, de conflictos étnicos no
cerrado, pesa como una inmensa losa durante siglos en las conciencias de las
gentes. Guerras acaecidas hace años o siglos puede que estén condicionando las
relaciones humanas. El odio generacional no se disipa de padres a hijos, sino
que se acreciente en muchas ocasiones. Las agresiones externas no se olvidan.
Por todo ello hay conflictos que parecen no tener solución ni siquiera
con una perspectiva de siglos. Los Balcanes es un territorio en el corazón de
Europa que viene arrastrando luchas intestinas desde el siglo XVI. A día de
hoy, a pesar de los esfuerzos de la diplomacia internacional, sabemos que en el
horizonte lejano no se vislumbra una solución; es mucho el odio acumulado como
para que de la noche a la mañana la gente se levante haciendo “pelillos a la
mar”. La interminable crisis de Oriente Próximo es irresoluble sistémicamente.
Son dos pueblos que pelean por el mismo territorio, sobre el que dicen tener
los mismos derechos históricos. Se podrá llegar a soluciones de compromiso,
pero la experiencia vivida parece indicar que la pesadilla está lejos de
resolverse. Y así podríamos hacer repaso de tantos conflictos en el mundo que
impresionan de estar enquistados, y que sólo el paso de los siglos (no de los
años) puede darnos una ligera esperanza de solución. Las guerras tratan de ser
un “by pass” a esa lenta evolución, pero en la mayoría de las ocasiones
acrecientan el odio, salvo que el vencido desaparezca de la faz de la Tierra,
lo que no suele suceder, aunque esa sea la recomendación de Maquiavelo.
Un componente especial de la Historia es la Cultura y las tradiciones,
muchas de ellas materializadas en elementos físicos, tales como monumentos,
muchos de ellos convertidos en Patrimonio de la Humanidad, como hemos referido
en el punto 4.5. De la misma forma, la lengua, la idiosincrasia de los pueblos,
sus costumbres, su carácter, sus pecados capitales, sus valores, configuran
muchos de los aspectos que caracterizan a las sociedades y las diferencian de
otras. Todo ello constituye un activo intangible, inmaterial determinante en
todos y cada uno de los aspectos operativos de los demás subsistemas,
fundamentalmente en el decisor.
El segundo gran factor de la memoria de las naciones es el acerbo de
conocimiento operativo. Hagamos una diferencia entre este conocimiento y el
contenido en el recuerdo histórico y cultural. El primero es un conocimiento
metodológico “cómo hacer”, “know how”, grabado en la mente de su población
formada en las diferentes disciplinas, carreras y oficios, que permiten la
construcción y el desarrollo social y económico del país. En este sentido, la
actitud del país hacia los investigadores, hacia los intelectuales, lo que en
la jerga popular se denominan “cerebros” es determinante para el desarrollo y
competitividad de la nación. Un país que no apoya y que no trata de evitar la fuga
de sus “cerebros”; que no les incentiva, que no les mima y les apoya, es un
país sin visión de futuro. Cuántas veces nos hemos acordado de la funesta frase
de Unamuno “que inventen ellos”, que más parece una maldición gitana
condenándonos a una dependencia exterior permanente (aunque bien es verdad que
esta frase no la pronunció el filósofo español con la intencionalidad con la
que se la ha sacado de contexto). Sin embargo, la pronunciase con o sin
intención, refleja la tradicional apatía española ante el desarrollo científico
y técnico.
5.7.- Decisor
De alguna forma el subsistema decisor
en los diferentes niveles de asociacionismo humano está concentrado en aquella
o aquellas personas que tienen capacidad de decidir y ordenar actuaciones en el
resto de subsistemas. A esto denominamos “poder”; poder en el grupo para marcar
líneas de acción, objetivos a alcanzar, poder en la empresa para dirigirla
hacia una determinada cuota de mercado, hacia unos objetivos financieros, poder
en la ciudad para canalizar las inversiones hacia un determinado modelo de
urbe, poder en suma en el país para cumplir las promesas electorales. Y poder
en el mundo, para decidir sobre los designios del Planeta.
El poder es por tanto la "variable crítica", ya que es el factor
instrumental indispensable para el logro de los objetivos. Sin el poder, o una
alternativa, como por ejemplo las alianzas maximizadoras, o las estrategias -procesos integrativos en el primer caso,
Grupo OPEP como un ejemplo de ambos casos- resulta imposible lograr los
objetivos deseados, o resistirse a las conductas impositivas de otros que
disponen de mayor poder. (Dallanegra
1998)
Conceptualmente
el poder de una nación tiene tres componentes, el legislativo, el ejecutivo y
el judicial. En los Estados democráticos, esta funciones se ejercen en nombre
del pueblo, único depositario de la soberanía, y están habitualmente separados.
Esta separación constituye una garantía para el respeto de las libertades
individuales y del libre ejercicio de la soberanía popular, como constataron
Locke y Montesquieu –creadores de la teoría de la separación de poderes -.
5.7.1.- Poder legislativo
En el
capítulo anterior, al hablar del subsistema decisor, comentábamos que el gerente
de una empresa no tiene una capacidad operativa decisoria total, sino que se ve
encorsetado por lo que denominamos “la norma”, empezando por la legislación
laboral, mercantil, fiscal, civil, penal, etc. para bajar en cascada por la
pirámide normativa hasta el nivel de las Ordenes y directivas ministeriales, instrucciones
comunicadas y reglamentos internos. En un país, la jerarquía de las normas
presenta su máxima exponente.
Un ordenamiento jurídico es la
expresión de una organización social determinada, y esa organización es el
resultado de múltiples fuerzas. Las fuerzas sociales con poder normativo
creador son lo que se entiende por fuente
del Derecho en sentido propio.
Cada fuerza social se manifiesta
jurídicamente de diferente forma : el Estado a través de la Constitución,
las leyes orgánicas, ordinarias y reglamentos derivados. La comunidad de
personas, a través de usos y costumbres. Los sindicatos y patronales, a través
de convenios colectivos.
El ejercicio de la Justicia genera
“jurisprudencia”.
La producción de normas jurídicas está
sometida a una estricta jerarquía, de modo tal que cada norma está situada
dentro de una “pirámide” en un escalón en el que se encuentran normas de igual
rango que ella, por encima de normas de rango inferior y por debajo de aquellas
que son de rango superior. Conocer esta pirámide que establece la jerarquía de
las normas es importante a la hora de conocer el alcance de cada una, y los
conflictos en los que se podría incurrir de intentar alterar una norma sin
tener en cuenta el entorno normativo en el que está encuadrada.
F.6 Fuerza social con poder normativo creador
El poder legislativo da cohesión a un país, le permite ser
habitable, canaliza su fuerza y lo protege de los abusos de poder. Permite, en una palabra, la convivencia pacífica. (Reale 1990)
5.7.2.- Poder judicial
Si el legislativo promulga las leyes,
el judicial las hace cumplir, juzga los litigios, los conflictos, todo aquello
donde las partes no se ponen de acuerdo en la decisión a tomar, o donde una de
las partes se siente o considera agredida por la otra. Esta función descansa
sobre la Administración de Justicia.
5.7.3.-
Poder ejecutivo
Es el Gobierno de la nación, elegido en
los países democráticos por las urnas, e impuesto en los regímenes
dictatoriales por golpes de Estado. Está estructurado en Ministerios que
abordan las principales áreas de actividad de un país. Economía, Hacienda,
Fomento, Interior, Asuntos exteriores, Sanidad, Defensa, Trabajo y Seguridad
Social, Educación, Ciencia y Tecnología, Medio ambiente entre otros.
A su vez los ministerios muestran en
España una estructura orgánica en la cual, el Ministro dispone de un gabinete,
y de él dependen el Secretario de Estado y el Subsecretario correspondiente. El
primero tiene un marcado carácter político, y de él dependen las direcciones
generales digamos que estratégicas tales como las de política y económica, y el
segundo tiene un carácter marcadamente técnico, y de él dependen las direcciones
generales llamémosle operativas, como Personal, Secretaría General
Técnica, etc.
El poder ejecutivo se retroalimenta de
modo constante, de tal manera que muestra una irrefrenable tendencia, natural,
sistémicamente lógica a la concentración
de la capacidad de decisión. La explícita separación de poderes fue una forma
de “proteger” a la sociedad de la tiranía de un poder concentrado y absoluto, como
el de los antiguos regímenes monárquicos.
La elección por separado de la Cámara
legislativa (parlamento) y del Gobierno, como es el caso de Estados Unidos
garantiza, al menos conceptualmente la separación de poderes, no así en la
misma medida al menos, la elección de ambos poderes sobre la base de una misma
consulta electoral, que garantiza al partido ganador, su supremacía tanto en el
Gobierno como en las cámaras legislativas.
5.7.4.-
Los medios de comunicación
La prensa, como cuarto poder, se ha
erigido, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX en un desaforado poder
fáctico, capaz de derrocar gobiernos y de controlar las voluntades. No lo son
tanto cada uno de los medios, como los grupos mediáticos, pues pueden llegar a
ejercer una censura de facto respecto de lo que sucede, y transmitirlo a la
sociedad de modo tergiversado y tendencioso. Ejemplos de este tipo de grandes
grupos los tenemos en nuestros países. Su
poder se basa en su capacidad de generar estados de opinión en la línea
que les interesa. Casi ningún grupo mediático, ni ningún medio concreto escapa
a la tentación de alineamiento con una u otra tendencia política. Es muy difícil
ser realmente independiente.
5.7.5.-
Los sindicatos
Durante todo el siglo XX, los
sindicatos se han constituido en la voz de las clases trabajadoras, que de una
u otra forma se han sentido representadas a nivel empresarial y político por
estas organizaciones, preferentemente alineadas con los partidos de izquierdas.
Vestidos y adornados de la noble voluntad de abanderar los derechos de los
trabajadores, los sindicatos han contribuido de modo innegable a la consecución
de los grandes logros sociales, tales como la Seguridad Social, el derecho de
huelga, los horarios laborales dignos, el descanso de fin de semana, etc. La
nueva sociedad industrial se estaba cimentando sobre la base de unas
condiciones de vida inhumanas, con una diferencia abismal entre trabajadores y
patronos. El poder de los sindicatos logró estabilizar una situación, que de
otra forma apuntaba (con la sola decisión de los empresarios) a consolidar una
desigualdad insufrible.
De alguna forma, los sindicatos, como
elementos decisores lograron abortar a tiempo la tendencia a la consolidación
de un “tercer mundo” dentro del primero, por razón laboral. Parece como si
espontáneamente el poder económico generado por la industria y el comercio
tendiera a establecer un abismo de desigualdades entre los que detentan el
poder (capacidad de decisión) y los que sostienen la producción.
En el extremo, este abismo de
desigualdades llegó a generar el movimiento obrero que desembocó en Rusia a la
creación del Estado comunista.
5.7.6.-
Los grupos de presión
La sociedad encontró en los sindicatos
un poder fáctico, primero clandestino y posteriormente institucionalizado,
erigidos en defensa de las clases trabajadoras. Pero poderes fácticos hay otros
muchos. Estos poderes configurados en grupos de presión permiten reforzar la
voluntad ciudadana, más allá de la que expresan las urnas en las elecciones
democráticas. Los así denominados en Estados Unidos “lobbies” (lobby, palabra
inglesa que significa hacer presión,
tratar de convencer) se erigen en la voz de determinados sectores de la
sociedad, como por ejemplo las organizaciones de consumidores, de víctimas o
afectados por determinadas desgracias, como el terrorismo, una enfermedad,
etc.; los colegios profesionales, corporaciones, grupos religiosos: estos
últimos en Estados supuestamente no confesionales, puesto que en los
declaradamente confesionales, lejos de ser un grupo de presión, ejercen de
facto y de iure el poder prácticamente absoluto, como es el caso de los países
islámicos o Israel.
La vertebración social en grupos de
presión es un hecho positivo en tanto que refuerza la voluntad ciudadana frente
a la irrefrenable tendencia dictatorial del poder del Estado. Estados Unidos e
Inglaterra han sido y son países tradicionalmente vertebrados en lobbies, lo
que imprime a sus respectivas sociedades un dinamismo muy característico, y le
da al ciudadano sensación de protección y de representación de sus intereses,
más allá de la generada por las urnas. España y en general los países latinos
carecen de esta vertebración.
5.7.7.-
El mercado y las grandes empresas
El mercado es ese ente sin rostro que sobre la base de la oferta
y la demanda controla nuestras vidas estableciendo el precio de las cosas,
incrementando o disminuyendo nuestro poder adquisitivo. Es el rasgo más
característico del sistema capitalista, que establece como emblema supremo la
libre competencia en la que los consumidores parecen actuar como jueces entre
una oferta relativamente amplia entre empresas rivales que se disputan salarios
y beneficios. Sin embargo, este concepto
es equívoco para Galbraith, quien afirma en su famosa obra “El nuevo estado
industrial”, que la economía está dominada
por un número relativamente pequeño de grandes empresas que imprimen carácter a
nuestra vida económica, no tanto como consecuencia de una conspiración, como
por el hecho de que la tecnología moderna exige planificación a largo plazo y
seguridad en las fuentes de capital. Esto sumado al efecto de economía de
escala que genera un bucle reforzador en el poder económico de las empresas más
poderosas, hace que el poder económico se concentre en pocas empresas, que a su
vez muestran una clara tendencia a la fusión, como forma de sobrevivir y de
mantener su capacidad de competencia. Lo estamos viendo en muchos sectores,
pero sobre todo en la banca con la fusión de los grandes bancos (BBVA, BSCH),
en la informática (Digital es absorbida
por Compaq, Fijtu por Siemens, etc), en el automóvil. Por todo ello, la
importancia del mercado como regulador y árbitro ciego de la economía moderna,
ha ido decayendo para ser sustituido cada vez más por la decisión planificada
acerca de qué, para qué, para quién y a qué precios se va a producir (Galbraith, 1970)
Esta afirmación hecha por Galbraith a
finales de los sesenta, no ha dejado de ser un acertado vaticinio, fruto de una
inteligente observación, sobre todo de algo ya entonces tan evidente como las
empresas multinacionales.
Las multinacionales son el paradigma
del poder económico basado en un mercado controlado y regulado por sus
intereses. Nacieron básicamente a finales del XIX como respuesta al
encarecimiento del transporte, siendo la empresa norteamericana de máquinas de
coser Singer la primera que le resultó más coste efectivo montar una fábrica en
Glasgow (el corazón del imperio británico), que fletar barcos cargados de sus
productos. Aunque la multinacional más emblemática, Coca Cola, dio el gran
salto durante la Segunda Guerra Mundial, ofreciendo al gobierno americano
colocar fábricas desmontables en Europa para motivar al soldado americano en la
gran empresa de la invasión del continente. Ganaron la guerra, y las fábricas
desmontables, lógicamente no se desmontaron, sino que se asentaron. Estas
empresas tienen un poder económico y político inmenso, controlan los mercados
mundiales de los principales recursos, materias primas y bienes de consumo, y
además disponen de una verdadera estrategia. El imperio capitalista es básicamente
esto, las multinacionales. Y la expresión de ese poder es la “Comisión Trilateral”,
basada en la idea de Brzezinski, quien proponía tras la derrota en Vietnam, una
mayor cohesión en Occidente sobre la base de las grandes corporaciones
transnacionales, proponiendo compartir el poder del mundo desarrollado (o sea,
del Planeta) entre Estados Unidos, Japón y Europa (Alemania), los tres lados de
la Trilateral. (Tamames 1989)
5.7.8.-
El Estado
Con este
panorama, sobre todo con el poderoso elemento empresarial a pleno rendimiento,
uno se cuestiona el papel que tienen o deben tener los poderes públicos. Este
es un debate que en la actualidad está en primera plana. Se cuestiona el papel
del Estado como decisor en los países.
Realmente el mundo está cambiando, y del mismo
modo está cambiando la idea sobre el papel del Estado, sobre todo como promotor
del desarrollo económico y social. Apuntábamos anteriormente que la revolución
industrial no fue consecuencia del desarrollo científico y tecnológico, sino de
las condiciones sociales y económicas que en determinados estados europeos se
dieron (y no en otros), de modo que se facilitó el ingenio y la iniciativa de
determinados grupos humanos en cooperación voluntaria (de ahí surgen las
ideas). Esas condiciones fueron facilitadas por el Estado, entendido en su
sentido más amplio, y que ejerciendo adecuadamente su papel de “gran decisor
nacional” sentencia las reglas del juego, define e impone los derechos y normas
de competencia, y proporciona bienes y servicios públicos (seguridad, justicia,
protección contra el infortunio) encaminados a reducir los costes de
funcionamiento de la sociedad. Al final, las reglas del juego no son otra cosa
que el Derecho, el Estado en su vertiente legislativa y judicial, que basándose
en las iniciativas y problemas que le plantea la sociedad, le da una respuesta
proactiva y facilitadora de las buenas ideas, y disuasoria de las malas. Pero no siempre los Estados históricamente han sido poco capaces de generar
ese tejido eficiente de normas institucionales. Cuando el Estado se convierte en instrumento de
explotación de los grupos sociales dominante, este tiende a evitar todo aquel
despliegue jurídico que dañe los intereses de la clase dominante. La burocracia trata de frenar aquellos cambios que puedan poner en
peligro las parcelas de poder. (Carbajo
A, 1980 Op. Cit)
Los tejidos institucionales favorables
al crecimiento económico sólo se desarrollaron en circunstancias geográficas,
demográficas y económicas que propiciaron Estados sin grandes burocracias
centralizadoras y sólo estrictamente condicionados por una clase comercial
innovadora y poderosa. Estas circunstancias se dieron en Holanda e Inglaterra,
y no en Francia, Alemania o España: grupos dinamizadores de alta impronta y
creciente poder económico, sólo moderadamente controlados por el Estado, más
aún tenián gran influencia sobre él a la hora de legislar, que posibilitaron
ideas que aceleraron los ciclos económicos de inversión y ROI. Esta corriente se
trasladó a Estados Unidos que imitaron los usos de los pioneros empresarios. El
desarrollo inglés era un modelo y objetivo a alcanzar. Si a todo esto se suma
la apertura de librepensamiento que se dio en Inglaterra, los avances
científicos condujeron como fruta madura al desarrollo tecnológico y ello a la
revolución industrial del XIX. Otros países no tenían una clase social
individualista (no exenta de avaricia) e innovadora y pujante. En los otros
países las nuevas fuerzas comerciales tuvieron que seguir la estela de los
grupos de vanguardia de Inglaterra y Holanda (transferencia o cesión de la
tecnología), frente a una situación de atraso tecnológico interno. En estos el
Estado tuvo que dirigir la operación al carecer el tejido social, de aquella
clase que fue la que hizo despegar a Inglaterra y Holanda.
El crecimiento económico se empezó a
ver como la clave del poder político nacional e internacional. Los Estados
trataron de acelerarlo en vez de dejarle evolucionar de forma natural. Países
con fuerzas económicas débiles se asociaron con grupos de influencia rancios,
generando una combinación de modernización económica con persistencia de
arquetipos y modelos tradicionales. Esto condujo a modelos represivos como en
fascismo. Alemania y Japón son los dos ejemplos más típicos de la intervención
del Estado en el crecimiento económico. La Unión Soviética llega al paroxismo
en la intervención del Estado en los procesos de crecimiento, de espalda a
cualquier iniciativa individual basado en la coerción y en la inversión a costa
del consumo, desarrollo industrial a costa de la agricultura. La experiencia ha
demostrado que ha sido imposible el sostenimiento de un crecimiento económico
bajo impulso estatal, orillando cualquier iniciativa de carácter individual. No
ha sido posible. La Unión Soviética se hundió en 1991.
Por tanto, y en conclusión, el Estado
puede ser la clave del desarrollo o su mayor obstáculo, siendo en la actualidad
el máximo exponente de ese obstáculo el fenómeno de la corrupción, que tras la
guerra es la principal causa de la pobreza, a parte de la generada por la deuda
histórica que los países del primer mundo tenemos respecto de los países del
tercero.
El clamor a favor de una mayor eficacia
de los poderes públicos ha alcanzado dimensiones críticas en muchos países en
desarrollo en los que el Estado, adormecido por su delirante estado de
corrupción, no es capaz de proporcionar ni siquiera los bienes públicos
fundamentales como la seguridad ciudadana, el derecho a la propiedad, la alimentación,
una red vial adecuada y los servicios básicos de salud y de educación. Esta desgana
estatal provoca desencanto en la población que, lógicamente evade impuestos, lo
que agrava el deterioro. El paradigma de todo esto fue la situación “in
extremis” que sufría la Unión Soviética en sus últimos años.
En otros países el Estado, ni siquiera
existe, siendo sustituido por grupos armados que se erigen en salvadores de la
patria, como es el caso de Afganistán, Liberia y Somalia, donde el Estado
simplemente ha desaparecido, sustituido por grupos como el de los talibanes,
que en este caso aún agrava más el tema por su carácter integrista típicamente
medieval y feudal (Banco Mundial, 1997)
En el extremo, cuando el Estado
literalmente desaparece, o es tan débil que no es capaz de mantener las riendas
del país bajo control, aparecen los grupos alternativos, es decir, aparecen las
mafias (llámese talibanes, grupos integristas, bandas terroristas sin
excepción, etc). Este es un fenómeno extraordinariamente peligroso, porque supone
la instauración de un Estado salvaje, anárquico, terrorista, despiadado, cuyo
único fin es el enriquecimiento de sus cabecillas. En la nueva Rusia, el Estado
está librando una denodada batalla contra estos grupos que sin ningún pudor
quieren hacerse con el poder. Y más vale que el Estado triunfe, porque la
alternativa puede ser inimaginable.
5.7.9.- La función de decisión
A nivel nacional la función de decisión crece en escalabilidad muchos grados. Las consecuencias que las decisiones de carácter político y económico pueden tener sobre la población pueden ser de consecuencias a muy largo plazo. La sociedad en su conjunto muestra una extraordinaria sensibilidad (en terminología sistémica) a los arquetipos de comportamiento, especialmente al de “desplazamiento de carga”, por cuanto decisiones orientadas a solucionar o paliar problemas a corto, tienen un efecto bomerang a largo plazo, que marcan la vida de la gente durante años o siglos. Si el horizonte temporal de las decisiones en las organizaciones empresariales puede cuantificarse en años, el horizonte temporal de las decisiones en las naciones se pueden contar en decenios, e incluso en siglos. Y lo peor es que muchas veces decisiones aparentemente neutras desde el punto de vista ético o moral, tienen efectos amplificadores demoledores o beneficiosos, según el caso. Por ejemplo, es una opinión bastante extendida que los criterios inicialmente progresistas y vanguardistas aplicados en la Ley Orgánica del Sistema Educativo (LOGSE), lejos de mejorar la calidad de la enseñanza, está generando un incremento preocupante del fracaso escolar. Lo que es ahora una sospecha, puede ser una realidad irreparable en veinte años más. ¿Podían imaginar esto los legisladores, que estoy seguro, redactaron la Ley con absoluto rigor y profesionalidad?.
¿Eran conscientes los colonos ingleses, holandeses, españoles en sus empresas de conquista de nuevas tierras en nombre de Dios y de su Majestad que cuatro siglos después la Tierra sufriría la peor de las desgracias a nivel planetario con la génesis del Tercer Mundo? ¿Otto, creador del motor de explosión, pensó alguna vez en las consecuencias medioambientales de su máquina? ¿Cuándo Bush se ha negado a ratificar el protocolo de Kioto, es consciente de las consecuencias?
Quizás estas son causas últimas (no el ejemplo de Bush) que como dicen los japoneses, son como la “séptima causa”, la causa de las causas, la que está detrás de todas las cosas buenas y malas, algo que el hombre a día de hoy es incapaz de prever, y tan sólo de entender de modo retrospectivo desde una amplia perspectiva histórica.
En otras ocasiones los dirigentes son muy conscientes de la trascendencia de su decisión, y de que tienen en sus manos el rumbo de la Historia. Ejemplo paradigmático de esta encrucijada es la crisis de los misiles de Cuba de octubre de 1962. Este tipo de crisis han sido analizadas mediante diagramas de decisiones tomadas por las partes en conflicto, como una partida de ajedrez, donde cada movimiento tiene que ser evaluado por la repercusión en cascada que puede llegar a tener. En la crisis de los misiles de Cuba, las decisiones efectivas constituyen una opción entre las decisiones posibles, estas se clasifican en función de la gravedad, es decir, del peligro de guerra que cada una de ellas entrañaba. Su sucesión en el tiempo abre un abanico de posibles respuestas de la otra parte. El diagrama expuesto, refleja la evolución de la crisis, desde la decisión de la Unión Soviética de iniciar la instalación de las rampas, la mediación de la ONU como fase de menos tensión, y el derribo del U-2 sobre Cuba como momento de máxima tensión, y al final la dramática entrevista entre Bob Kennedy y el embajador soviético en Washington, que cerró la crisis sobre la base de los acuerdos de retirada de los misiles soviéticos de Cuba y los Americanos de Turquía. (Joxe A. 1997)
El
problema muchas veces de las decisiones de Estado es que vienen dadas por una
secuencia de acontecimientos de la que nadie en especial tiene la culpa, pero
que entre todos desencadenan la tragedia. Tal fue el caso del estallido de la
Primera Guerra Mundial, magistralmente explicado por Barbara Tuchman en su
ensayo histórico Los cañones de Agosto, donde describe una secuencia de hechos
aparentemente inconexos, y que ninguno por sí solo deberían haber sido la causa
de toda una conflagración mundial, pero que generaron reacciones en cadena
incontrolables. (Tuchman 1962)
F.7 Diagrama de decisión de la crisis de los misiles de Cuba, de Octubre de 1962
5.8.- Codificador
El subsistema codificador, de igual forma, presenta a nivel social un
lógico paralelismo respecto de este subsistema en el nivel de las
organizaciones. Lo que es publicidad
exterior en el nivel de las organizaciones, es ahora publicidad interior e
internacional ejercida por esas propias organizaciones que actúan ahora de
elementos del subsistema en el nivel social. Pero aquí se incorpora la
publicidad institucional en el nivel estatal, apuntada ya en el nivel de
organizaciones con la difusión de la información por las autoridades locales y
regionales. Es en suma una cuestión de magnitud, de escalabilidad.
El codificador transmite la información de dentro del sistema a fuera,
funcionan aquí los grupos mediáticos como emisora de información hacia el
exterior.
Dicho esto, para entender el salto en este subsistema desde las
organizaciones hasta la sociedad en su conjunto, detengámonos un momento en lo
que en este subsistema le es propio del nivel sociedad. La repercusión. Los
elementos que ejercen la función de codificación de la información son los
mismos, aunque aquí podemos hablar ya de grandes grupos mediáticos,
multinacionales de la información, agencias
de información tipo Reuter, Efe, CNN, etc. Pero lo importante es la
repercusión. Si por algo se caracteriza nuestro mundo es por la capacidad que
hemos generado de globalizar la información. Un evento de importancia que esté
sucediendo en estos momentos en Tasmania, por poner un punto del Planeta
suficientemente alejado de Europa, podemos estar viéndolo en directo desde
nuestros televisores, o escuchándolo en la radio. “Está pasando, lo estás
viendo”, es el slogan de la CNN. La capacidad de transmitir la información
desde donde se produce hasta el que la ve o la escucha es lo que realmente
caracteriza el fenómeno de la globalización. Sin una información instantánea no
se podrían tomar decisiones instantáneas. Por otro lado, esta peculiar
característica planetaria es lo que hace que sea posible el efecto mariposa,
pues hay que saber que una mariposa bate las alas en Hong Kong para que alguien
en Nueva York decida regar Central Park (por adaptar el ejemplo), y esto no
sería posible sin la capacidad de codificar y transmitir la información de
manera instantánea, prácticamente.
Ciertamente el mundo no constituye una entidad monolítica y única, sino
que está formado por gran cantidad de naciones y regiones, pero con un alto
grado de interdependencia. El calificado como “síndrome de crisis mundial” que
ya apuntaba el Club de Roma en el segundo informe (Mesarovic, Pestel 1974), obliga a aceptar que virtualmente “todo
depende de todo”, y sólo un enfoque bajo noción de interdependencia puede
abordar la problemática. Esta visión, esta sensación de globalidad, de aldea
global, de sistema único, que todos tenemos ya del mundo que nos rodea, no
sería posible si la tecnología y el desarrollo social de los medios de
comunicación no permitieran esa codificación instantánea de la información.
Por tanto, es la repercusión (la posibilidad de que la información sea
codificada para millones de personas instantáneamente), la que está
posibilitando un mundo globalizado, y la generación de una conciencia colectiva
que rompe localismo, fronteras nacionales y se asienta en todo el Planeta.
5.9.- Trasductor de Salida
Los elementos que traducen la información en órdenes ejecutivas a realizar por el conjunto de los subsistemas son de múltiples tipos, tal y como veíamos en las organizaciones. Vale lo dicho allí para este nivel, pero con el efecto amplificador de la repercusión nacional e internacional. Hablamos aquí de un subsistema que es generador de “opinión pública”, de dinámica de masas, más o menos controlable por los elementos decisores, tanto públicos como comerciales.
De nuevo entran en juego todos los medios de comunicación, bajo su formato final de imágenes, noticias radiofónicas, periódicos, revistas, libros, páginas web. Es lo que realmente vemos, lo que llega a nuestros ojos, oídos y demás sentidos. Los anteriores subsistemas descritos están detrás de lo que vemos, lo hacen posible; y la información codificada y plasmada en los soportes físicos de trasducción de salida es la que los decisores determinan que sea. Un ejemplo interesante ha sido cómo se ha podido soslayar las imágenes de los cadáveres tras el desplome de las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, de modo que en no se ensañe la conciencia de los norteamericanos con las terroríficas imágenes de miles cadáveres y restos humanos.
Entre el trasductor de salida y la ejecución de órdenes (transmitidas a través del sistema de información), hay que contemplar un determinado retardo, factor muy importante para entender la dinámica social. Hay que considerar que la información que “desembarca” en la placa motora de la sociedad (la interfase entre medios de comunicación y nuestros sentidos) nos está transmitiendo un flujo de información que impresiona de caótico. Los datos de las convulsiones bursátiles, los atentados terroristas, los anuncios de nuevos productos, los acontecimientos deportivos, todos ellos convulsionan continuamente nuestras conciencias. Tamaña cantidad de nuevos estímulos, muchos de ellos contradictorios, cuestionables, ambiguos, crean confusión. Volviendo, por ejemplo a la tragedia de las torres gemelas, y la lógica relación que tienen con el terrorismo integrista islámico, los líderes políticos están continuamente dando advertencias a la población de no confundir el Islam con los terroristas. Ciertamente son entidades totalmente distintas, pero el problema es que en el subconsciente colectivo la sociedad asocia Islam con terroristas. Es una asociación inconsciente inevitable, aunque sólo una mínima parte de sus habitantes estén implicados en el fenómeno. La respuesta a esta asociación ha sido la ola de pillaje y revanchas contra ciudadanos musulmanes en Estados Unidos el día después de la tragedia.
La capacidad del ser humano para procesar tanta información de tan distintos orígenes, con consecuencias tan imprevisibles, tiene un límite.
El fenómeno del sobrepasamiento es aplicable a la sobrecarga de información. Hay un límite en la capacidad de procesado de la información por los individuos, grupos y de las organizaciones como elementos del sistema social. También hay un límite para el decisor del sistema, gobierno, medios de comunicación, mercado, etc. En mi opinión estamos acercándonos peligrosamente al límite de nuestra capacidad, y esto tiene una repercusión directa en la efectividad de todos los sistemas de mando y control.
Lamentablemente en este extremo se ha producido una profunda vuelta de tuerca con el ataque a las Torres gemelas y al Pentágono.
6.-
Complejidad dinámica
Examinados uno a uno los elementos que componen los subsistemas de la
compleja sociedad humana, a nadie se le escapa la intrincada red de relaciones
que existe entre todos ellos. Los analistas económicos, sociólogos, políticos,
periodistas y en general todos aquellos que entienden de la vida pública,
conocen de estas relaciones, y de una forma empírica dan con ellas.
Efectivamente, la experiencia de muchos años les hace entender estas
relaciones, que de forma también empírica saben establecer y explicar en sus artículos
y en las columnas y editoriales de los periódicos.
La Sistémica es aquí donde arranca el “do de pecho”, y aplica toda la
potencia de su metodología para conseguir formalizar de modo claro estas
intrincadas relaciones, y configura el pensamiento para, al menos, tratar de
entender mínimamente el mundo que nosotros mismos hemos creado.
En este apartado, que merece ser tratado mucho más extensamente,
abordaremos cómo desde las metodologías de análisis sistémico es posible
entender mínimamente el mundo que nos rodea, desde el nivel superior que es la
sociedad nacional, y su entorno, la sociedad internacional.
6.1.- El modelo social de Forrester
(“World-2”)
Jay Forrester, una vez desarrollados los modelos de dinámica industrial y
urbana, que hemos examinado en el capítulo anterior, mantuvo en el verano de
1970 conversaciones con miembros comité ejecutivo del recientemente creado Club
de Roma, con el fin de aplicar la técnica de Dinámica de Sistemas al entorno
sociológico y económico del mundo en su conjunto. Forrester diseñó el primero
de los modelos del mundo, denominado “World-2”, que hizo público en 1971 (Forrester J. 1971). Suponía el intento
más ambicioso de modelo prospectivo, aunque previamente se estaban dando pasos
interesantes en la aplicación sociológica de la técnica DS, en estudios
dinámicos regionales (Boyce D 1966).
Aún a pesar de ser demasiado burdo, provocó gran interés. En el epílogo de su
libro, Forrester reconoce lo inacabado de su tarea, y las deficiencias que
presentaba su modelo, pero afirmaba una gran realidad: “La mente humana no está
adaptada para interpretar el comportamiento de los sistemas sociales. En la
larga historia de la evolución el hombre no ha necesitado entender estos
sistemas hasta tiempos muy recientes”. Se cuestionaba por qué no era adecuado
utilizar las técnicas de simulación, que tan buenos resultados han dado y dan
en la ingeniería, a los problemas sociales. La pavorosa complejidad de la
sociedad desanima al más pintado para tratar de abordar los modelos sociales mediante
ecuaciones, de modo que nos quedamos con los heurísticos modelos mentales, que
sólo cuando se es un consumado sociólogo, politólogo, economista o periodista,
se es capaz de vislumbrar. Pues bien, World-2 fue en este sentido una
revolución y consiguió crear un grupo de trabajo, formado por Denis Meadows,
que durante dos años perfeccionó el modelo, hasta sacar la tercera versión
“World-3” (Meadows D. 1974). En esto,
el Club de Roma solicitó formalmente un estudio al equipo de Forrester, que se
materializó en el “Primer Informe al Club de Roma” (Meadows, 1972).
Antes de entrar en el apasionante debate mundial que provocó el Club de
Roma, que trataremos en las secciones sobre patología sistémica y prospectiva,
centrémonos ahora en la metodología DS, y cómo sobre ella ha sido posible
modelizar la sociedad. Una vez más, los textos de Javier Aracil son
tremendamente útiles para acceder a esta literatura (Aracil 1992 Op.cit). Se
recomienda su lectura para examinar mejor y más en detalle estos modelos, sin
necesidad de acudir a los artículos fuentes.
Exponemos aquí en detalle los diagramas básicos sólo con un objetivo
didáctico, para entender el proceso mental de elaboración, no porque Mundo 2
sea en la actualidad un modelo válido, ya que ha sido superado ampliamente por
otros que son mucho más ajustados a la realidad, aunque también mucho más
complejos, sino porque permite al lector comprender el proceso de elaboración
de este tipo de modelos.
En esencia para Forrester la sociedad puede ser modelizada sobre cinco
niveles básicos (niveles entendidos como variables de nivel según la técnica
DS): 1.- la población, 2.- el capital invertido, 3.- los recursos naturales,
4.- fracción de capital dedicado a la agricultura y 5.- contaminación.
Los elementos “recursos” y “contaminación” definen perfectamente la
intencionalidad del modelo, debido a que ni el primero puede considerarse como
una fuente inagotable, ni el segundo como un sumidero infinito. Es decir,
estamos en un mundo “finito”, que tiene lo que tiene y no más como recursos, y
de la basura que genera no se puede liberar. Recordemos que este era uno de los
aspectos característicos del nivel “sociedad”, un nivel teóricamente
totipotencial (que tampoco), que se mueve en un entorno finito, donde eliminar
la basura significa echársela al vecino.
Estos cinco niveles están situados en un entorno geográfico también
limitado, que como variable denominamos “espacio geográfico”
Estos cinco elementos, de modo muy elemental muestran el siguiente
diagrama causal:
La variable población representa la población mundial.
Capital invertido significa la acumulación de capital, teniendo en cuenta
su generación y depreciación.
Los recursos naturales suponen aquellos materiales que se encuentran en la
Tierra y que no son reemplazables. No cuenta la madera u otros recursos
regenerables, como el agua.
F.8 Elementos básicos del modelo del Mundo de Jay Forrester
La fracción de capital dedicado a la agricultura (“agricultura”),
respecto del capital total generado, contempla un retardo que representa el
tiempo necesario para cambiar la distribución del capital, que Forrester
estimaba en 15 años.
Contaminación representa la contaminación activa al medio ambiente, antes
de que se disipen sus efectos.
Cada variable a su vez responde a bucles de realimentación. Así, la
población tiene este bucle básico, como hemos visto ya anteriormente:
F.9 Bucle básico de población
Forrester introduce un factor de corrección en el crecimiento de la
población, de carácter compensador, que es el nivel de hacinamiento, en relación directa con la disponibilidad de espacio,
e interpretada como el grado de satisfacción o insatisfacción que un
determinado nivel de población puede tolerar. El modelo World-2 supone que a
más hacinamiento menos nacimientos y más defunciones. Esta fue una variable
bastante dudosa, puesto que la simple cifra de “densidad de población”, no
basta para deducir la calidad de vida de la gente. No es lo mismo el
hacinamiento al que está sometido Calcuta, que la isla de Manhattan, en
términos de densidad (hab/m2). Esta variable terminó desapareciendo.
La otra gran variable determinante de la población es la alimentación.
F.10 Bucle de la alimentación
Un aumento de la población provoca un descenso del capital per cápita en
la agricultura, esto hace descender los
alimentos. Estos inciden positivamente (relación directa) sobre los
nacimientos, e inversa sobre las defunciones. De igual forma sucede con el hacinamiento,
que hace disminuir los alimentos per cápita.
La contaminación se comporta de
modo similar. La contaminación es elevada a partir de cierto nivel de
industrialización, y según Forrester se convierte en un regulador del nivel de
población. El deterioro del medio ambiente influye en relación inversa sobre
los nacimientos y directa sobre las defunciones.
Estos bucles son difíciles de entender, y sobre todo, son difíciles de
comprobar, pues la contaminación no influye directamente sobre la salud, sino a
través del deterioro paulatino pero progresivo, de la calidad de vida de las
personas, sobre todo a través de afecciones respiratorias que acortan la
expectativa de vida, acción carcinogénica o mínimos cambios genéticos que
pueden actuar como inductores de malformaciones, etc.
F.11 Bucle de la contaminación
Los recursos naturales están también
íntimamente ligados a los niveles de población. El aumento de aquella genera un
aumento de la tasa de consumo que reducen estos y su reparto per cápita, así
como la disponibilidad de recursos, que costará más trabajo extraer, es decir,
habrá de invertir mayor nivel de capital para conseguirlos. Esto decrece el
nivel de vida, y este factor incide negativamente en los nacimientos y
positivamente en las defunciones.
F.12 Bucle de recursos naturales
El crecimiento de capital depende del nivel de población, que genera
capital y se acumula, y se invierte. Y todo esto contribuye a mejorar el
nivel de vida.
F.13 Bucle del capital
La contaminación tiene un
efecto a largo plazo, que es el tiempo de absorción (autodepuración) tanto
mayor cuanto más elevada sea la población, lo que le confiere un efecto
acumulativo.
F14 Bucle del proceso de autodepuración
Una vez examinado bucle por bucle, el modelo del mundo puede ensamblarse,
generando un diagrama causal que lógicamente impresiona de complicado, pero que
en el fondo no es más que la superposición de los bucles parciales anteriores,
conectados entre sí.
La figura siguiente refleja el diagrama causal completo, y el diagrama de
Forrester, diseñado con el programa Vensim PLE., donde se puede evidenciar, que
a pesar de haber manejado tan sólo cinco niveles, la complejidad del modelo
impresiona de muy alta, debido a la cantidad de variables auxiliares que han de
utilizarse.
La simulación de este modelo,
con ser muy simple, y el primero que se diseñó hace más de treinta años,
muestra claramente dos tipos de comportamientos que fueron los que pusieron en
guardia a los analistas, y de donde surgió el concepto de los límites del
crecimiento mundial, y el riesgo que podía encerrar a largo plazo.
Construido el modelo, las simulaciones pueden mostrar
muchísimos escenarios, dependiendo del horizonte cero del que se parta. Pero de
todos los escenarios posibles, dos son los más importantes. El primero muestra
un enfoque maltushiano, cuyo resultado final es tal que, una vez disminuidos
los recursos naturales por debajo de un cierto umbral, la población disminuye,
respondiendo a la inercia natural del sistema. El segundo muestra un enfoque
denominado de “optimismo tecnológico”, en el que el agotamiento de los recursos
se ralentiza a base de aportaciones tecnológicas que conseguirían una mayor eficiencia
de estos. El resultado es un incremento inusitado de la contaminación por la
sobre explotación de los recursos, que provoca al final un colapso
considerablemente más dramático que el primero.
F.15 Diagrama causal del modelo del Mundo
Las simulaciones parten de un horizonte cero en 1900, y una simulación
hasta 2100. Los parámetros se ajustaron para reproducir las variables desde
1900 a 1970 (contrastadas con las series temporales oficiales disponibles).
El panorama es el que se muestra en los siguientes dos gráficos Fig. .17 y .18.
F.16 Diagrama de Forrester del MOdelo del Mundo-2
F.17 Evolución normal del modelo del Mundo de Jay Forrester
F.18 La sobreexplotación de recursos generará un colapso general
Este escenario de colapso se produce cuando se dictan medidas que en el
corto plazo permiten mantener un estándar de vida, ¿Estado de bienestar?, o
atacar síntomas primarios. Todo ello a costa de precipitar a largo plazo el
colapso general. Si recordamos, se cumple aquí el arquetipo de “desplazamiento
de la carga”, donde las soluciones a corto provocan graves problemas a largo
plazo. En otras palabras, el interés por resolver el problema de la escasez de
recursos naturales, con la explotación de nuevas formas de energías, hace
desembocar al mundo en una nueva y mucho más severa crisis provocada por los
efectos globales de la contaminación. Por ejemplo, ¿cambio climático? El problema
es tratar de mantener un crecimiento continuo en un mundo finito.
Por último, Forrester supuso un escenario condicionado a que en 1970 se
tomaran una serie de decisiones a nivel planetario: reducción de la tasa de
inversión de un 40%, la tasa de crecimiento demográfico en un 50%, de
incremento de la contaminación en un 25%. Esto desembocaría en una transición
hacia el estado estable del sistema mundial.
Estas medidas, a todas luces son demasiado drásticas para tomarlas
globalmente, y mucho menos en aquellos años, donde aún no se había producido la
segunda gran crisis económica del siglo XX, la del petróleo de 1973. Una época
en la que el mundo desarrollado vivía aún en la autocomplacencia.
F.19 Escenario tras tomar medidas drásticas de control de crecimiento
Con independencia de la simplicidad de este modelo, y de las lógicas
inesactitudes de sus resultados, lo importante aquí no son las cifras, sino los
perfiles de las tendencias históricas en un horizonte de nada menos que dos
siglos. Algo nos hace pensar que la única forma de que estos escenarios, sobre
todo los dos primeros no sean ciertos, y que el tercero no requiriese tan
importantes recortes en el crecimiento, es que el modelo esté en sus cimientos
radicalmente equivocado. Porque de lo contrario, el temor de un “síndrome de
crisis mundial” es inevitable, tal y como vaticinó Forrester, y concluyó el
Club de Roma en el primero de los informes.
Dos son las perspectivas que se contemplan en este modelo.
La primera es un enfoque malthusiano, que sostiene una planeta que posee
una cantidad finita de recursos finitos, tanto de alimentos, como energéticos,
materiales y de medio ambiente (sumideros finitos), como anunció a finales del
XVIII Malthus. En este escenario, la tecnología tan sólo retrasaría la dinámica
inevitable hacia la escasez.
El otro enfoque es el del optimismo tecnológico, sostenido por aquellos
que creen que el hombre siempre tendrá un “as en la manga” basado en la
tecnología, que sacará en el último momento para aliviar los problemas de la
Humanidad. Pero se sabe que el incremento tecnológico conlleva efectos
colaterales, sobre todo en la sobrexplotación de los recursos, y sobre todo en
la contaminación, al saturar los sumideros naturales. Se mantendrá durante algo
más de tiempo, a cambio de una recesión dramáticamente explosiva. Todo se paga.
El modelo de Forrester era claramente malthusiano. En ningún momento
contemplaba que la tecnología puede mejorar el rendimiento de los cultivos, o
que puede minimizar los efectos de la contaminación, o el impresionante sector
del reciclado de los residuos. Varios autores introdujeron este tipo de factores,
rigurosamente ciertos, lo que supuso una visión considerablemente más optimista
que la de Forrester. Es el caso del modelo de Boyd. (Boyd 1972)
Remito al lector a la bibliografía del profesor Aracil, para un más
detallado examen de este modelo, antes de acudir a los artículos fuente, que en
su caso han de ser examinados de pretender conocer plenamente este y otros
modelos.
F.20 Evolución del modelo de Boyd
Este trabajo fue el origen de la colaboración de Forrester y el M.I.T.
con el Club de Roma en 1970 para desarrollar un modelo del mundo, y aplicarlo a
las cuestiones que sobre el futuro de la Humanidad que comenzaban a planear en
la mente de los expertos que integraban este foro mundial de debate. El equipo
del MIT se constituyó con Dennis Meadows al frente (discípulo de Forrester) en
el System Dynamic Laboratory.
6.2.- El Club de Roma
Podrá parecer casualidad, pero el hecho cierto es que en aquellos años,
algo sucedió en el escenario mundial, que activó las alarmas de determinadas
personas.
En 1966, el economista y empresario italiano Aurelio Peccei, hizo pública
su intención de promover el estudio de los problemas mundiales. En su juventud
fue destinado por Fiat a China, en 1935. Después de la Guerra que transcurrió
en las filas de la resistencia y en prisión, regresó a Fiat, destinado, esta
vez a América latina. En 1957, pasa a fundar Italconsult, una sociedad
consultora que agrupaba las más importantes firmas italianas como Fiat,
Innocenti, Montecatini, como forma de encontrar las mejores vías de abordar los
problemas del emergente Tercer Mundo.(Club
de Roma, 2000; Tamames 1979) Decidió incluir a ADELA, un consorcio
internacional de banqueros orientada a la ayuda a Sudamérica. Este grupo se reunió por vez primera en
1965,. A él asistió Dean Dusk, el Secretario de Estado norteamericano, que
tradujo la conferencia de Peccei sobre el desarrollo económico y el problema
del Tercer Mundo, del español al inglés y la expuso en varios foros en Estados
Unidos. Otro personaje que asistió a la conferencia fue Jermen Gvishiani,
representante soviético, que invitó a Peccei a un debate en privado a las afueras
de Moscú, al que además fueron invitados Carroll Wilson y Alexander King, de la
OCDE. Todos quedaron impresionados por el informe ADELA.
Alexander King estudió Química en la Universidad de Londres y Munich.
Tras la guerra trabajó en las áreas que relacionaban ciencia, industria y
desarrollo social, lo que le convirtió en un experto en estas materias, hasta
llegar a la OCDE. Desde 1960, comenzó a preocuparse por el incipiente problema
del crecimiento indiferenciado, en una sociedad que lo había convertido en el
“becerro de oro”. Junto con Torkil Kristensen, Secretario General de la OCDE,
trabajó en estos aspectos que comenzaban a ser para ellos preocupantes.
Todos estos intelectuales convergieron progresivamente, hasta alcanzar
una masa crítica suficiente de personas y de voluntades, que desembocó en 1968
con la convocatoria, promovida por Peccei de celebrar con el patrocinio de la
Agnelli Foundation un seminario a modo de “brainstorming” con treinta
economistas y hombres de ciencia en la Academia del Liceo en Roma, en abril de
1968. Las ponencias que se presentaron fueron algo farragosas, y en un clima
bastante antiamericano por la guerra del Vietnam. El hecho es que la reunión
resultó ser un fiasco.
Sin embargo, doce de los asistentes rechazaron admitir el fracaso del
seminario. Peccei, King, Jantsh, Hugo Thiemann, Jean Saint-Geours y Max
Kohnstamm, tras un almuerzo a modo de catarsis, decidieron seguir adelante con
la idea de fundar un foro de debate multidisciplinar para analizar los
problemas emergentes de la nueva sociedad de consumo y la presión de esta sobre
el Tercer Mundo. Y decidieron crear el “Club
de Roma”. Los ejes de pensamiento del Club serían, 1.- una perspectiva
global, 2.- pensar a largo plazo y 3.- pensar en términos de problemas
interrelacionados, denominados, genéricamente “la problemática”. Todo esto
colocaba al Club de Roma en el ámbito de pensamiento a nivel planetario. Todo
esto cuando la obsesión de absolutamente todos los economistas, políticos y
empresarios era conseguir un ventajoso balance de resultados del ejercicio económico
anual.
En esto, un mes después el mundo convulsiona ante las imágenes del mayo
francés, las revueltas estudiantiles de mayo de 1968. Y la pregunta era, cómo
podía ser aquello, en una sociedad que pasaba por ser próspera, y sobre todo en
unos estudiantes de clase acomodada. ¿Rebeldes sin causa? Chavales crecidos
entre algodones que de repente protestaban y se volvían incorformistas. Los
incidentes de París añadieron aún más morbo si cabe al desafío de investigar
“qué estaba pasando”, o más inquietante aún, “qué estaba comenzando a pasar en el
mundo”. Eran señales, avisos, andanadas a proa de que la situación de
autocomplacencia que vivía la próspera sociedad europea, con una perspectiva
histórica de veinte años de paz, podía no ser indefinida. Quizás tuvo algo que
ver la primera foto del Planeta desde la Luna en el Apolo VIII. Fuimos acaso
por primera vez conscientes de nuestra pequeñez, y acaso también de nuestra
desmedida soberbia.
Las primeras reuniones del Club de Roma fueron metodológicamente
indefinidas. Las ponencias de los expertos se elaboraban desde la evidencia
empírica del conocimiento y experiencia de cada uno. En la reunión de junio de
1970 en Berna, Ozbekhan presentó una ponencia con la propuesta de una
metodología donde se establecía una lista de problemas críticos, se simulaban
mentalmente situaciones y repercusiones bajo diferentes condiciones. La reunión
fue acalorada, puntos de vista contrapuestos negaban la mayor; y en cualquier
caso, se consideró demasiado costoso en tiempo y en dinero elaborar el modelo
de Ozbekhan, sobre la resbaladiza base de criterios situados en el terreno de
lo opinable. Una vez más el Club de Roma podía haberse ido al traste. Pero, casualmente,
Jay Forrester había sido invitado al encuentro de Berna. Allí los asistentes pudieron
conocer sus experiencias de más de treinta años en su metodología de análisis
dinámico aplicado hasta entonces a la industria, la economía y dinámica urbana.
Y allí Forrester ofreció su metodología en aplicación de la “problemática
mundial”. Quince días después, un grupo del Club visitó a Forrester en el
M.I.T. Se cerró el trato con Forrester con una financiación de $200.000 que
Pestel consiguió de la Fundación Volkswagen.
Forrester desarrolló el primer modelo “World-2” y publicó sus resultados
en 1971. Sobre esta base, que ya hemos revisado en el apartado 6.1, el grupo de
17 investigadores del Laboratorio de Dinámica de Sistemas dirigido por Denis
Meadows, desarrolló “World-3”. Las hipótesis de partida son las mismas, pero
las cinco variables de nivel y 45 ecuaciones se convierten en 29 niveles y 77
ecuaciones, y se incorporan múltiples retardos. (Meadows, 1972; 1973; 1974)
6.3.- Primer informe al Club de Roma
El resultado de este segundo modelo permitió elaborar definitivamente el
Primer Informe al Club de Roma, denominado Los límites del crecimiento “limits
to growth” (Opcit). La redacción
final fue a cargo de Donella Meadows, en un lenguaje bastante asequible para
los no expertos en Dinámica de sistemas. Se hizo una edición de doce millones
de copias y se tradujo a 37 idiomas.
En el primer informe, las diferentes simulaciones del modelo ofrecía un
cúmulo de perspectivas de crecimiento de la población humana y de la economía
mundial, que suscitaban cuestiones tales como ¿Qué pasaría si el crecimiento de
la economía mundial siguiera sin control? ¿Cuáles serían las consecuencias
medioambientales si el desarrollo económico continuaba la tendencia actual
(1972)? ¿Qué se puede hacer para que una economía humana provea lo suficiente
para todos y tenga cabida dentro de los límites físicos del Planeta? Donella
Meadows refiere lo que ponían los periódicos de la época en grandes titulares (Meadows D. 1992)
“Un ordenador mira al futuro y
tiembla”
“Un estudio vislumbra el desastre para el año 2100.”
“Los científicos advierten sobre la catástrofe global.”
El informe - que consagraba el arquetipo de comportamiento sistémico de
los límites del crecimiento, sobre la base de los dos bucles, reforzador y
compensador, que ya hemos analizado sobradamente a lo largo de este libro -,
provocó las más airadas críticas y las más apasionadas alabanzas. Venía a decir
que “se acabó la juerga”, que debíamos cambiar la gestión del Planeta a nivel
planetario, si no queríamos ofrecer a nuestros nietos un futuro bastante
sombrío. Era completamente lógico que un sector bastante respetable de la
población y de los expertos negaran esta conclusión, en parte sobre la base de
ese mecanismo de defensa que tenemos todos los seres humanos, que nos impide
ver más allá del peligro inminente, y que tan bien describe Paul Elrich
refiriéndose al problema de la superpoblación, cuando justifica por qué no
estamos asustados ante el problema porque solemos reaccionar bien ante la
emergencia, pero no ante las causas que terminan provocándola (Elrich P. 1993). Incluso dentro del
propio Club generó acalorados debates. El informe no era vinculante al Club, en
el sentido de que éste no tenía que aceptarlo como dogma de fe, pero sí que
supuso un paso fundamental en el largo proceso de entender de otra forma el
Mundo.
El informe era claramente malthusiano, y de él se desprendía que el
camino para evitar el desastre final era el crecimiento económico cero. Esto
provocó airadas críticas desde los economistas que veían el modelo carente de
los mecanismos generadores de precios y capital Los científicos y tecnólogos se
veían acusados de ser incapaces de resolver los problemas de la tecnología.
World-3 volvía a mostrar la idea del colapso, dejando el mundo en
dinámica inercial.
F.21 Evolución inercial de World 3 (Meadows 1972)
Los dos inductores del crecimiento son la población y el crecimiento
económico que experimentan un disparo exponencial, que cruzan el límite en la
primera mitad del siglo XXI. La conclusión abrumadora del modelo es que es
imposible un crecimiento continuo e ilimitado en un mundo finito tanto en
fuentes como en sumideros. Por tanto, en un sistema finito tiene que, o bien
ponerse frenos voluntarios al crecimiento, o bien la Naturaleza los pondrá por
nosotros, sólo que con una larga fase de agonía. El factor limitante del crecimiento
son los recursos no renovables, que una vez agotados, o no siendo ya coste efectiva
su explotación (como ocurrirá con el petróleo en un horizonte no superior a
2025), el colapso se producirá. En una situación de no coste – efectividad, los
costes de explotación, las inversiones no bastan ni para atender las
amortizaciones, lo que provocará el colapso del tejido industrial.
Sin embargo, durante un tiempo la población sigue creciendo, a causa de
los retardos. Es decir, las crisis económicas e industriales no tienen efectos
inmediatos, su avance a lo largo de todo el Planeta, aún siendo rápidas, en el
crono de la vida de las personas, se puede medir en años. Todo ello hasta que
falte de modo súbito el recurso fundamental, el alimento, y detrás los
servicios sanitarios.
El “dies irae” puede presentarse de cualquier forma, fundamentalmente
como unos años (decenios quizás) de grandes hambrunas en el Tercer Mudo, huida
indiscriminada de pobres desesperados hacia el Primer Mundo, aunque las grandes
potencias les reciban con ametralladoras en las fronteras, descomunales
atentados terroristas que hagan temblar los cimientos del Gran Imperio de
Occidente. Etc.
Con todo, los autores del informe trataron, según refieren, de simular
los escenarios más optimistas posibles, y evitar acontecimientos súbitos que
provocasen una fuerte inflexión de las series temporales, tales como guerras,
epidemias, etc. Así que concluyen con una aseveración ciertamente lúgubre. “Si
no se toman medidas, el crecimiento económico y demográfico mundial se detendrá
en algún momento del próximo siglo XXI.”
El informe, como puerta a la esperanza preconizó un paquete de siete
medidas correctoras que debían aplicarse en tres años, y que suponían frenar el
crecimiento de la población, el ahorro drástico de los recursos no renovables y
la disminución severa de la contaminación, así como una reordenación mundial de
la agricultura. Lógicamente esta pretensión era de todo punto imposible, por lo
que las críticas se exacerbaron.
El informe, sin embargo sólo tenía un mensaje: la Humanidad podía elegir
entre el escenario del crecimiento indiferenciado, cuyo final era inevitablemente
el colapso, o bien el crecimiento basado en un desarrollo económico y social
sostenible; si se elegía esta alternativa, cuanto antes se comenzaran los
trabajos, mayor posibilidades de éxito .
No se hizo caso.
6.4.- Críticas al Primer informe.
Las críticas arreciaron. Se editaron numerosos contrainformes de la pluma
de respetados autores, entre ellos Adrian Berry, con su libro “Los próximos
diez mil años” (Berry. 1974), en el
que hace saltar al hombre del escenario terrestre al Universo. Desde esa
perspectiva el horizonte resulta ser asombroso, tan asombroso como complicado.
Berry supone que antes del “dies irae” profetizado por el informe del MIT el
hombre tendrá tiempo de desarrollar la ingeniería espacial al punto de poder
salir, como especie, al espacio exterior. Propone construir una esfera Dyson
reventando Júpiter, para captar la cada vez más debilitada energía del Sol.
Supone el uso de agujeros de gusano para los viajes inter estelares, etc.
Respecto del informe del MIT, Berry entre otras muchas cosas decía lo
siguiente: “La parte más admirable del
informe es su enfoque matemético. Los autores utilizaban un métomo llamado
“dinámica de sistemas” en el que complicadas interacciones de las variables
pueden ser predichas por un computador. Este método había sido propuesto por
Von Newman en 1953 y al parecer utilizado por Forrester en el MIT, por primera
vez en 1961. Pero el libro, o informe como prefieren llamarlos los del Club de
Roma no fue un éxito científico. En realidad tuvo el efecto de recordarnos que
la técnica de Forrester está todavía en pañales, y los niños todos sabemos que
no pueden decirnos muchas cosas de valor...”.
Hay que advertir que el optimismo tecnológico de Berry venía de la mano
casi del mismo optimismo que vistió la novela de Arthur C. Clark, “2001 una
odisea en el espacio”, en la que se supone que en 2001, o sea, ahora, año de la
redacción de este libro, el hombre dispondría de varias estaciones espaciales
en órbita y de una colonia lunar, la Clavius, y de tecnología para viajar a Júpiter
y Saturno, en la estilizada nave Descubrimiento. Optimismo lógico si pensamos
que en 1969 se pisó por primera vez la Luna, y hasta 1974 se lanzaron seis
misiones Apolo más hasta el fin inesperado del proyecto debido a la crisis del
petróleo y los consecuentes recortes de la NASA. Todos somos conscientes de que
el desarrollo de la tecnología espacial no ha seguido aquellos augurios
espléndidos, sino otros más modestos que, con todos, nos posibilitan disponer
para 2005 de la Estación Espacial Internacional (ISS), y con suerte la primera
misión a Marte allá por 2015 – 2020.
Otra fuente de críticas vino de un equipo de expertos de la Universidad
de Sussex, quien criticó a Forrester y al MIT porque aceptaban un modelo
técnico continuo y sostenido en la industria, pero considerando rendimientos
decrecientes en las inversiones en agricultura y recursos naturales, y que no
mejoraría la tecnología anticontaminación. Para llegar a las mismas
conclusiones que Malthus en el siglo XVIII y Ricardo en los años veinte, no
hacía falta ordenador. (Cole et al. 1973)
Por otro lado este grupo hacía la crítica de que el Informe podría favorecer
intereses particulares de grupos acomodados, pero sobre todo su carácter
global, sin diferenciar las diferentes circunstancias de las diferentes regiones
del Planeta.
Hubo otros muchos (Furtado, 1974),
(Beckerman W. 1974), (Pavon R.1974), (Pelachaud
G. 1975) y (Rockefeller N. 1976).
El artículo de este último no es una crítica desaforada contra el Informe, sino
una reflexión que ofrece una esperanza en la capacidad del hombre para superar
las dificultades. “Planteo
deliberadamente el problema en términos del hombre, no de los recursos. Aparte
de catastróficos desastres naturales, el hombre puede encontrar recursos,
suministrar tecnología y producir bienes materiales para subvenir a las
necesidades humanas. No hay una verdadera escasez de recursos materiales. Se
pueden desarrollar y se pueden suministrar. [...] Con trabajo, con ingenio y
con inversión de dinero y esfuerzo, puede superarse las escasez de materias
primas, o sus alternativas. [...] El problema no son los recursos, sino la
voluntad, el ingenio, la determinación y la organización humanas”.
Visto así, uno se tranquiliza algo. A renglón seguido, Rockefeller hace
una encendida defensa del papel de Estados Unidos en el mundo, como líder
indiscutible del crecimiento armónico de todas las regiones del Planeta.
Tras estas consideraciones, hubo que reconocer que acaso eran
precipitadas las oscuras predicciones del Club de Roma.
6.5.- Segundo Informe al Club de Roma.
Tras el modelo del mundo “World-3”, y las opiniones que se produjeron en
todo el mundo, se diseñaron una serie de variantes. Entre ellas cabe destacar
la desarrollada por Cumming, también del M.I.T., denominada “Wordl-4” (Cumming, 1975), un modelo que es una
extención del anterior, y que plantea la hipótesis de que la disipación de los
recursos no conducirá inevitablemente a la destrucción de la economía mundial;
lo que hará será elevar el costo de los recursos no renovables a niveles muy
altos. Es más flexible que el modelo 3, e introduce la variable del reciclado
de los recursos, alternativas a recursos agotados, control de la contaminación,
mantenimiento y mejora de la fertilidad de la tierra. En World-4, los limites
al crecimiento vienen originados por la elevación de los costes, sin que llegue
a producirse el colapso por agotamiento de los recursos. Se adapta mejor a
situaciones cambiantes generadas por políticas, entre las que se incluye las de
control de la natalidad.
Un paso siguiente fue desagregar las regiones, en respuesta a una de las
críticas más duras, la de meter todo el mundo en el mismo saco. Así, de World-4
se pasó al “Two-worlds”. En él mundo
desarrollado se mantiene el crecimiento, la economía se ajusta a los
mayores costos de los recursos y la población llega a estabilizarse. El otro
mundo, el pobre sufre todas las consecuencias del mantenimiento del nivel de
bienestar del primero, cifrado en la malnutrición, debido a que el crecimiento
de la población sigue imparable, el coste de la alimentación sobrecarga la
economía y el desarrollo se estanca. La ayuda del mundo I al mundo II no es
suficiente para permitir el despegue económico. Dos Mundos es más optimista que
el modelo World-3, pero a costa de que el mundo II, el pobre, soporte la
comodidad y el desarrollo del mundo I, el rico.
Este modelo abrió el paso a posteriores modelos que desagregaron el mundo
en regiones. Eduard Pestel, uno de los máximos defensores de los postulados de
World-3, trabajaba como analista de sistemas en el Instituto de Análisis de
sistemas de Hannover en 1971. En colaboración con Mihajlo Mesarovic del Case
Western Reserve University diseñaron un extraordinariamente complejo modelo
denominado “World
Interdependence Model (WIM)”, que desagregaba el mundo en diez
regiones, y que según opinión de algunos se parece al modelo de Forrester como
un Jumbo a un ultraligero. Sus trabajos dieron lugar al Segundo Informe al Club
de Roma, publicado en 1974 (Mesarovic M.
y Pestel E. 1974), denominado “Mankind at the turning point” traducido al
español como “La Humanidad en la encrucijada”.
Metodológicamente el modelo de Mesarovic y Pestel es tan complejo, que no
está al alcance de la comprensión de muchos, incluso de los especialistas. A
cambio, los escenarios que plantea y las conclusiones que de él deducen los
autores, resultaron ser bastante más ajustados a la realidad, aunque bien es
verdad que no hace otra cosa que ratificar lo que el Primer Informe.
Plantea un escenario a 50 años vista a partir de 1974, en el que
básicamente se producen tres fisuras o brechas. La brecha norte sur (países
ricos frente a países pobres); la brecha Hombre Naturaleza (el problema del
medio ambiente); y la brecha Este Oeste (la Guerra Fría). El informe advierte
de los inusitados problemas que podrían sobrevenir de una crisis militar global
generada por la brecha Este Oeste. Pero dicho esto, no vuelve a considerarla,
debido a que cualquier hecatombe en este sentido dejaría sin efecto cualquier
otra disquisición. Por tanto, al margen del problema de la guerra nuclear, el
informe ataca todo un conjunto casi ilimitado de problemas que afectan a la
humanidad, que el Club de Roma denominaba “problemática humana”, y que ellos
rebautizaron como “síndrome de crisis mundial”.
El problema del crecimiento lo canaliza desde el pernicioso crecimiento
indiferenciado hacia el “crecimiento orgánico”. Crecer o no crecer es una
cuestión irrelevante, hasta tanto no se defina la localización, el sentido y el
objeto del crecimiento, así como el proceso a través del cual se crece. Por
ello abogan por un crecimiento orgánico, en clara similitud al crecimiento de
los ecosistemas y organismos vivos no alterados por el hombre. Sin ambages,
plantean un crecimiento orgánico, sostenible, como única salida a la profecía
de World-3, que el modelo de Pestel confirma. El crecimiento indiferenciado es
un cáncer, y como tal terminará con la vida del huésped que lo aloja, en este
caso la sociedad humana.
Reflexiona sobre la naturaleza de las crisis actuales, haciendo ver que
ya no se puede hablar de crisis aisladas. Todo depende de todo; el efecto
mariposa es matemáticamente cierto. De modo que una crisis no se puede resolver
sin tener en cuenta las ligaduras externas del sistema alterado respecto del
resto de sistemas con los que está relacionado.
Habla por primera vez de la necesidad de un Sistema Mundial, por simple
deducción de las tendencias de las diferentes variables, y la lógica solución
desde el punto de vista formal. Afirman que es necesario que los problemas
fundamentales del mundo sean tratados y decidida su solución en foros globales
y considerando todas las derivadas multidisciplinarias. La segunda cuestión es
la necesidad de pensar a bastante largo plazo. Es absurdo tomar medidas cuando
la catástrofe sea un hecho, siquiera años antes. Es necesario abandonar el
corto plazo. Es necesaria una planificación estratégica con horizontes de
actuación no inferior a diez o quince años. Esto choca frontalmente con una
cultura empresarial focalizada en esfuerzos para maximizar los balances.
El modelo divide el mundo en diez regiones:
Región.-1.
América del Norte.
Región.-2.
Europa Occidental.
Región.-3.
Japón.
Región.-4.
Australia, Africa del Sur y resto de países
desarrollados.
Región.-5.
Bloque soviético.
Región.-6.
América latina.
Región.-7.
Bloque musulmán: Magreb y Oriente Medio.
Región.-8.
Africa tropical.
Región.-9.
Sur y Este asiático.
Región.-10.China Popular.
Los criterios de regionalización
se basaron en la tradición, historia, estilos de vida, instituciones socio
políticas, niveles de riqueza y problemas comunes.
A cada nivel se le asociaba un conjunto de estratos, a modo de atributos,
en concreto cinco:
1.- Estrato medioambiental: clima, tierra, biodiversidad.
2.- Estrato tecnológico: todas aquellas actividades humanas que generan
materia y energía.
3.- Estrato demoeconómico: describe la situación demográfica y niveles de
renta.
4.- Estrato de grupo: sistema de las respuestas de carácter institucional
y de relaciones humanas, como miembros de las colectividades.
5.- Estrato individual: carácter y personalidad de la gente.
Con esta estructura, que encierra varios cientos de ecuaciones, los
autores hicieron correr el modelo en diferentes escenarios. En términos
generales había una idea clave que era la persistencia de la crisis, tanto más
fuerte cuanto más se retrasaba la puesta en marcha de ese sistema global orientado
hacia el crecimiento orgánico.
Dejando el sistema mundial a evolución inercial, las conclusiones a las
que llegan los autores son, de nuevo, similares a las de World-3.
1.- Se acrecienta la brecha norte sur, que llega a ser descomunal en
términos absolutos. Rentas per cápita en proporción 8 a 1 de los países de la
zona norte respecto de la Región 6, y de 20 a 1 respecto de las regiones 8 y 9.
2.- A finales del siglo XX el modelo predice en la región Sur más
personas que en 1974 en todo el mundo. A partir de entonces, o sea de ahora,
las cifras de crecimiento serán tan altas que llegarán al absurdo. El
crecimiento de una fuerza laboral ociosa será tal que las tensiones sociales
serán insostenibles en esos países, obligando al excedente de población a
emigrar, y literalmente a invadir los países de las regiones 1 a 3.
Las simulaciones de los escenarios alternativos donde se toman medidas de
diferente tenor para paliar estos problemas cifran el número de personas que
han de no nacer hasta 2025 en aproximadamente 500 millones de personas, pues si
nacen, morirán irremediablemente de hambre. Sucede, no obstante que, como
decíamos en el punto 4.6 sobre los excedentes de población, que una muerte es
una tragedia; la de 500 millones, una estadística, según el juicio de los
necios.
El segundo informe, no hace sino ratificar y optimizar los modelos del
mundo anteriores. Ofrece esperanza, que duda cabe. Los escenarios alternativos
consiguen difuminar del horizonte el “dies irae”, pero siempre que el Mundo en
aborde el síndrome de crisis mundial en su conjunto. Aparece la “globalización”
(no con este término, pero sí en su semántica), como única vía para abordar los
problemas de un Planeta que ya no tiene fronteras para sus problemas.
En esto, que aparece en escena la segunda gran crisis económica del siglo
XX, la originada por la nacionalización de los campos petrolíferos de los
países árabes y el encarecimiento de la energía.
6.6.- Informes posteriores y otros
ensayos.
Hubo otros informes al Club de Roma y ensayos paralelos, resumidos en la
siguiente relación:
Títulos en inglés.
s Jan Tinbergen (1976). “RIO-Reshaping the international
order. Dutton NY.
s Denis Gabor (1978). “Beyond the age of waste. Pergamon
Press. Oxford.
s Ervin Laszlo et al (1977). “Goals for mankind”
s Thierry de Montbrial. (1978) “Energy, the countdown”.
Pergamon Press. Oxford.
s Botkin J. Elmandjra M. Malitza M. (1978) “No limits to
learning”. Pergamon Press. Oxford.
s Orlo Giarini. (1980) “Dialogue on whealth and welfare”.
Pergamon Press. Oxford.
s Bohdan Hawrylyshyn (1980) “Road map to the future”.
Pergamon Press. Oxford.
s Shaff G. Friederichs. (1982) “Microelectronics and
society; for better and for worse”. Pergamon Press. Oxford.
s Elizabeth Man-Borgese. (1986) “The future of the
oceans”. Harvest house. Montreal
s Bertrand Schneider. (1988) “The barefoot revolution”.
I.T. Publication. Londres.
s Eduard Pestel. (1989). “Beyong the limits to growth”.
Universe books. N.York
s Orlo Giarini, Walter R. Stahel. (1989) “The limits to
certainty” Kluwer Academic Pub. Dordrecht.
s Akillu Lemma, Pentti Malaska. (1989) “Africa beyong
famine”. Tycooly. Londres.
Una revisión bastante completa del modelo World-3, es la realizada por el
equipo de Donella Meadows, en 1991, el modelo World-3/91, que en el informe
“Más allá de los límites al crecimiento” (Meadows,
1992), en el que consagra la tercera revolución del ser humano. Siendo la
primera la agricultura y la segunda la industrial, la tercera revolución se
denomina “sostenibilidad”. Sostienen los autores que predecir el mundo que surgirá
de esta revolución es tan difícil como “imaginar
para un minero inglés de 1750 una cadena de montaje de Toyota”. Y a renglón
seguido, afirmamos que en cualquier caso, el mundo que surja de un crecimiento
y desarrollo sostenible es el único de los mundos viable.
Otros ensayos e informes igualmente interesantes y esclarecedores son los
que anualmente publica el Worldwatch Institute, dirigido por Lester Brown,
sobre la situación del mundo. Algunos de ellos han sido publicados en español,
como el de 1992, año especialmente prolijo en este tipo de informes, y que
sigue abundando en la mismas conclusiones de todos los informes que sobre la
situación del mundo se poblicaron, bien para el Club de Roma, bien para otros
organismos como el Banco Mundial, Naciones Unidas, etc, y que afirman todos
ellos un mismo diagnóstico: el Planeta está en peligro, el crecimiento no puede
ser ilimitado, vivimos inmersos en la séptima gran extinción (cada día desaparecen
entre 50 y 400 especies), se sufre el calentamiento global, mayores abismos
entre ricos y pobres, y etc. Etc. Etc.(Brown
L. 1992)
Un organismo internacional que también ha
respondido desde su particular perspectiva a este enfoque sistémico ha sido la
OMS, con su iniciativa “Salud para todos en el año 2000”. En este proyecto, la
OMS relaciona la salud con múltiples elementos que la condicionan grandemente.
De hecho, no se puede hablar de salud sin antes haber establecido una serie de
cinco requisitos, sin los cuales hablar de salud es simplemente absurdo. Estos cinco pre-requisitos son, 1º la paz, 2º una alimentación
adecuada, 3º una vivienda digna, 4º
saneamientos eficaces y 5º un trabajo digno. El término desarrollo económico y
social es equivalente a todos los efectos al de salud, según los criterios de
la Organización Mundial de la Salud, que al presentar su programa Salud para
todos en el año 2000, hacía sinónimos ambos conceptos, rompiendo las barreras
del concepto salud sólo en el ámbito biológico.
F.22 Cinco prerrequisitos para la salud
En la misma línea han trabajado la FAO,
la OCDE, la OMT, etc.
6.7.- Una visión sistémica del mundo
Estos informes, que se fundamentan todos ellos en la visión sistémica del
mundo, suponen una constelación de reflexiones cuyo gran e incuestionable valor
ha sido el de aportar una nueva perspectiva a la realidad que nos rodea. De alguna forma, y aunque hayan producido
grandes polémicas, debates hirvientes, discusiones encendidas y rechazos
frontales, los argumentos sistémicos se han abierto camino, hasta llegar a
convencer a los más escépticos, e incluso a los necios, de que esto no es un
farol. Realmente los seres humanos tenemos un gravísimo problema; problema que
no sabremos ver si únicamente nos interesamos en la cuenta de resultados de la
empresa para cerrar el ejercicio. Problema que no sabremos ver si contemplamos
las noticias que nos arrojan a la cara los “trasductores de salida” es decir,
los televisores, radio y prensa, impertérritos y sin que nos demos por
aludidos. Problema que no sabremos ver si lo único que mueve nuestra voluntad y
nuestro interés son los deportes de masas y las noticias de la prensa del corazón.
Si la década de los setenta y de los ochenta fueron las décadas de los
informes y estudios sistémicos del mundo, fruto de los cuales fue el
convencimiento sin la más mínima duda de que estamos ante un “síndrome de
crisis mundial”, y que la solución a nuestros problemas pasa por un ataque
globalizado a esta crisis, consagrándose conceptos como “desarrollo
sostenible”, “gestión del Planeta Tierra” y organismos de gestión a modo de
“Ministerios mundiales” (Clark, 1989. Op
cit), la década de los noventa ha sido la que ha visto emerger tibias
reacciones gubernamentales, en torno a la celebración de gran número de
conferencias internacionales y cumbres de Jefes de Estado para abordar estos
problemas. Así tenemos la cumbre de Montreal sobre el Agujero de ozono, la de
Río de Janeiro de 1992, el protocolo de Kioto sobre las emisiones de gases de
efecto invernadero y su ratificación en Bonn este pasado mes de julio, y otras
muchas.
Los primeros informes al Club de Roma pecaron de ingenuos al creer que
tras su lectura el “mundo mundial” iba a reaccionar en el sentido deseado (y
lógico). No contaron con un elemento de los modelos DS, los retardos. Movilizar
las conciencias de los dirigentes mundiales y convencerles, no sólo
técnicamente, sino desde la perspectiva que más les importa a ellos, la
política, de que o nos ponemos a trabajar hacia un horizonte sostenible o esto
se va a acabar si Dios no lo remedia, ha costado casi treinta años; y aun con
todo, Estados Unidos se ha retirado en 2001 del protocolo de Kioto porque
afecta a la salud económica de las empresas que más contaminan.
Otro problema es la distinta apreciación que se tienen del síndrome de
crisis mundial según se trate de habitantes y gobiernos de las naciones ricas o
de las que lo son menos. Por ejemplo, frente a la conciencia de que hay que hay
que proteger el medio ambiente, los países desarrollados instan a los países
pobres a que no sigan con la, por otra parte inútil, deforestación de la selva
(cuando desde la perspectiva del campesino la madera que obtiene, al menos le
permite calentarse, o hacerse una cabaña), y sin embargo, se regatea a nivel de
centésimas, los porcentajes de emisión de gases contaminantes de las grandes
potencias.(Ruckelshaus, 1989)
Hasta aquí, una somera revisión de lo que podríamos denominar en términos
gerenciales, “una visión estratégica” del mundo como un todo, analizado con
técnicas de simulación que permiten ver y entender la “complejidad dinámica”
que nos rodea, y cómo sin este enfoque, terminamos siempre ante una visión
raquítica, miope y centrada única y exclusivamente en objetivos a corto plazo,
sin alcanzar a entender las consecuencias a largo plazo que pueden llegar a
suponer.
Pero dicho esto, entendido el problema, identificados los puntos de
apalancamiento (que se dicen muy fácilmente), hay que entrar en la segunda
parte. Cómo se puede abordar las soluciones. Entramos aquí de lleno en la
“complejidad de detalle”.
7.-
Complejidad de detalle
7.1 Del análisis a la estrategia. De la estrategia a la táctica
Después de
entender la dinámica del mundo, le quedan a los países y al mundo en su
conjunto la ardua tarea de remediar, hasta donde sea posible, los desmanes que
la inercia económica y social han provocado. No se entienda el término desmanes
como algo peyorativo, sino como la lógica consecuencia de un modo de
comportarse el ser humano, que ya hemos tratado en los anteriores capítulos 7,
sobre la complejidad dinámica, 8, sobre los arquetipos de comportamiento
sistémico y 9, sobre los grupos humanos.
Particularmente no creo que el hombre sea intrínsecamente malo y perverso
(algunos quizás, pero como excepción), pero sí que actúa unas veces movido por
la solidaridad y el amor, y otras movido por el egoísmo. Esto, extrapolado a
los niveles sociales engendra un magma de tendencias sociales, que las más de
las veces desembocan en el “conflicto social”.
Ahora, se trata de entender hasta qué punto entender la dinámica del
mundo no soluciona gran cosa, a parte de dejarnos seriamente preocupados.
Porque una vez que sabemos que el mundo lo va a pasar mal en los próximos
cincuenta años si no se actúa convenientemente de forma coordinada y desde
todos los frentes del Planeta, ahora nos queda ver cómo se arreglan las cosas.
Se trata de pasar de la evaluación estratégica a la formulación
estratégica. Marcar grandes vías de actuación, programas marcos, leyes de
ámbito general, acuerdos internacionales, etc.
Se trata de pasar de la formulación estratégica a la programación, a la
táctica. Buscar y asignar fondos, presupuestos, medios materiales, humanos y de
información. Establecer sistemas de mando y control.
Se trata de pasar de los planteamientos globales a las acciones
ejecutivas, dentro de planes adecuadamente preconcebidos, teniendo en cuenta la
complejidad dinámica. Desplegar en el terreno los efectivos asignados con
misiones concretas.
Se trata en suma, de entrar en el detalle, hasta el nivel operativo,
donde cada acción y cada euro o dólar invertido tiene su fin y su por qué.
Se trata de pasar de la Política a la acción.
Todos conocemos de sobra que las promesas electorales nos dibujan un
escenario casi de “jauja”, donde todos viviremos mejor y pagaremos menos
impuestos.
También todos sabemos que las posibilidades que tienen los políticos
(incluso los honestos), de hacer sus promesas realidad, son considerablemente
menores que las que suponemos.
La complejidad de detalle de una nación, y mucho más aún del escenario
internacional excede ya con mucho las posibilidades de control de los seres
humanos.
Los políticos y los técnicos al servicio del Gobierno, disponen de una
serie de resortes económicos y sociales que permiten “sintonizar” y “hacer la
puesta a punto” de la vida de las naciones. Estas medidas a nivel “macro” son tales
como variar al alza o a la baja los tipos de interés, el precio del dinero;
variar el cambio de moneda, aumentar o disminuir los impuestos, los años de
cotización a la Seguridad Social, las retenciones, los fondos de garantía de
depósito, etc.
Por otra parte, el mercado se mueve por las leyes de la renta variable,
en una frenética danza bursátil que hacen subir y bajar el precios de las
acciones sobre la base de inconmensurables movimientos de capital que
diariamente sacude las principales bolsas del mundo, de la mano de los grandes
operadores, dirigidos desde las grandes empresas.
Y luego está el consumidor que demanda unos bienes en mayor o menor
medida, y en función de ello contribuye, no demasiado al índice de precios al
consumo. Me creo la tesis de Galbraith.
Todos estos agentes, digamos que contribuyen a generar una dinámica
inercial, razonablemente controlable por los sistemas de mando y control que
hemos referido. Pero todo ello dentro de unos límites. En el Siglo XX la Humanidad, o mejor, el mundo
desarrollado, ha aprendido a atravesar y superar crisis económicas y políticas,
conflictos locales, regionales, nacionales e internacionales, guerras limitadas
y mundiales, y en fin, ha aprendido a adaptarse a una dinámica de cambio cada
vez más acelerada. Pero como en todos
los aspectos que hemos tratado, el crecimiento, incluso en la capacidad
adaptativa del ser humano tiene necesariamente que mostrar unos límites.
El abordaje de los problemas de las sociedades, a lo largo del pasado
siglo ha ido de la mano de las ideologías políticas, con perspectivas
diferentes, radicalmente diferentes. Han sido visiones del mundo a veces
opuestas, vistas desde dos extremos, el extremo comercial y capitalista, y el
proletario y socialista. Estos dos extremos han forjado dos tipos de
sociedades, la capitalista, basada en el libre mercado, y la socialista, basada
en una economía centralizada bajo control gubernamental. Y todas las soluciones
estaban condicionadas por esa forma de ver el mundo.
La caída del Muro de Berlín y el final de la Unión Soviética ha hecho
creer que el capitalismo había triunfado, entendiendo por tal que se convertía
en la forma normal de conducir las sociedades, al menos de Occidente.
Sin embargo, el horizonte no es tan claro como podría parecer a primera
vista. Las desigualdades dentro de cada país, los abismos de pobreza, los
flujos migratorios desde el Sur al Norte, y los inquietantes síntomas de una
Naturaleza gravemente herida por la mano del hombre son muestras de que los
informes sobre la dinámica mundial no han de ser tomados en broma.
Más aún. La economía mundial y las nacionales, todas ellas cada vez más
globalizadas, aun disponiendo de importantes recursos amortiguadores ante
perturbaciones serias del mercado, tienen peligrosos talones de Aquiles. Por
ejemplo, la quiebra de una empresa, una gran empresa, una multinacional si
cabe, salvo la crisis y pérdida de puestos de trabajo que conlleva, más tarde o
más temprano el vacío que deje será ocupado por el resto de empresas del
sector. Pero la crisis de todo un sector, bien puede desencadenar un efecto
dominó que afecte a otros muchos sectores.
7.2.- La Gran Transición
Este fue el
término sobre el que se desarrollaron una serie de reuniones del Club de Roma a
comienzos de los noventa, convencidos de que el albor del nuevo siglo sería
espectador de la mayor de las transformaciones de la Humanidad desde la
Revolución Industrial. Se trata de la primera revolución mundial, porque las
anteriores, aunque afectaron a toda la Humanidad, sin embargo, se iniciaron
localmente, aunque se difundieron por el Planeta en miles, centenares o decenas
de años.
Esta revolución será tal, no porque se inicie en un país en concreto y
luego se difunda, sino porque ha de tener un carácter planetario desde el
primer momento. (King 1991)
Es una revolución donde hay que tener permanentemente presentes
centenares o incluso miles de variables, entre las cuales, de las más
importantes están las siguientes:
-
Crecimiento económico mundial
-
Capacidad de gobernar de los diferentes gobiernos.
-
Alimentación.
-
Seguridad personal y colectiva.
-
Medio ambiente
-
Crecimiento demográfico.
-
Valores culturales y tradiciones.
-
Nuevas tecnologías
-
Medios de comunicación
-
Sanidad, vivienda, empleo
-
Migraciones...
El Informe del Consejo al Club de Roma acuña el neologismo “resolútica”,
como método de abordar íntegramente todos estos problemas. El informe hace una
crítica, no carente de justificación a la desmedida inflación de las innumerables reuniones y congresos nacionales
e internacionales para hablar del hambre en el mundo, y el astronómico
presupuesto que cada uno de estos eventos consume en gastos de avión,
manutención, hoteles, locales, medios de comunicación etc, así como los muy
cuestionables resultados que de ellas habitualmente se obtienen. La razón
estriba en que en la mayoría de los casos, las investigaciones y los trabajos
se paran en el análisis de las situaciones. Pero de ahí no pasan. Pocos son los
que plantean acciones resolutivas. El Club de Roma propone que, además de
realizar un análisis global, hay que abordar la resolución de los problemas con
una perspectiva también global. A este método de análisis de soluciones (que no
de problemas), y su planeamiento estratégico lo han dado en llamar “resolútica mundial”.
El mundo está sufriendo un desfase demasiado peligroso entre la
revolución tecnológica y la necesaria revolución social. Ni siquiera cuando el
Club de Roma escribió este informe, podían imaginar la inconmensurable
explosión tecnológica que surgiría de la mano de la globalización de las
comunicaciones y de las autopistas de la información. La Humanidad, en vez de
estaciones espaciales y naves interplanetarias en 2001, dispone de un
desarrollo asombroso de las comunicaciones.
El ataque a la complejidad de detalle que propone el Club incluye la
necesidad de adoptar un enfoque ético fundado en valores colectivos, como
soporte de las relaciones internacionales. La resolútica busca resultados
concretos a problemas concretos. Reconoce que es como coger mil espigas con una
sola mano. Pero no parece haber otra alternativa. No se puede atender a un solo
elemento de un sistema, y después a otro. La primera ley de Jay Forrester dice
que “en todo sistema complejo, el ataque
– por inteligente que parezca – a un solo elemento o síntoma, conduce generalmente
al deterioro del sistema como un todo”
Así,
planteaban los autores del informe en 1991 tres grandes problemáticas inmediatas,
tres inmediaciones, a saber:
La primera sería la conversión de una economía militar en una economía
civil (cañones por mantequilla,
espadas por arados). Inicialmente la distensión Este-Oeste parecía que podía
ser posible. La Guerra del Golfo la volvió a ponerla en cuestión, y advertía ya
el informe los inquietantes canales del desarme. A dónde irían a parar los
excedentes de armas. Los conflictos posteriores de los últimos diez años han
desvelado esta incógnita. Desde el final de la Guerra Fría
en 1990 hasta la actualidad el mundo ha presenciado la erupción conflictos
étnicos, religiosos y sectarios que se han caracterizado por la matanza
rutinaria de civiles, en un total de más de cien conflictos, el doble que los
decenios anteriores, y que se han cobrado la vida de cinco millones de
personas, devastando regiones enteras, y lo más significativo es que a penas
han intervenido tanques, aviones y misiles (salvo la guerra del Golfo y algo en
los Balcanes); en su mayoría han sido guerras de armas ligeras, adquiridas por
los países en conflicto en el mercado negro, del descomunal excedente de la
Guerra Fría. Pero no sólo el excedente ha alimentado guerras locales y no tan
locales, sino que está alimentando sobradamente de armamento otro amenazante
tipo de guerra, el terrorismo internacional. Por tanto, la Humanidad se
debatirá entre esta inmediación (cañones por pan), y la necesidad de defenderse
de un fantasma cruel y despiadado, el terrorismo de todo tipo, credo y
nacionalidad.
La segunda gran inmediación es la relativa
al deterioro del medio ambiente. En este sentido, los acuerdos internacionales
“parece” (aunque sólo parece), que apuntan a una seria toma de conciencia,
sobre todo en lo relativo a la emisión de gases destructores del ozono en las
capas altas de la atmósfera, y de los gases productores de efecto invernadero.
La tercera gran inmediación es la
resolución de la pobreza. No es posible que el 11% de la población disfrute del
65% de la riqueza del planeta. Más tarde o más temprano o se resuelve, o la
solución “inercial” será mucho más dolorosa.
Ante estas tres inmediaciones, que significa han de abordarse de
inmediato, la única arma válida es la solidaridad y la cooperación. Valores que
todos tenemos como supremos, pero que a consecuencia de los arquetipos de
comportamiento sistémico se ven continuamente interferidos fundamentalmente por
el nefasto “desplazamiento de la carga”, tanto a nivel individual, grupal,
colectivo como social.
Los
proyectos, según las metodologías de abordaje que todos conocemos, algunas de
las cuales se han expuesto en los capítulos 5 y 6, descienden hasta el nivel
operativo de la distribución de actividades y tareas. Pero de todo ello, un
principio básico emerge para combatir el fantasma de los límites del
crecimiento y sus consecuencias, sin renunciar a un sano crecimiento económico,
tan importante cuanto menos desarrollado sea un país, y sobre todo a un
orgánico crecimiento social.
El principio de llama eficiencia.
7.3.-
El desafío de la eficiencia
El mensaje que la situación del mundo nos da a todos sus habitantes es:
“Hay que hacer lo mismo con menos recursos”
“Hay que hacer más con los mismos recursos”
“Hay que hacer más con menos recursos”
La clave se llama rendimiento y eficiencia. El pecado se llama
“despilfarro”.
Todos somos conscientes que desde la crisis del petróleo, los motores de
nuestros coches han ido mejorando en eficiencia de una forma espectacular. La
razón, la certeza de disponer de un combustible cada vez más caro y cada vez
más escaso. La respuesta ha sido un desarrollo tecnológico sin precedente que
ha hecho pasar de un rendimiento de los coches de 10 litros a los 100 kilómetros
a menos de cuatro litros a los 100. Esto por poner un ejemplo de la vida
cotidiana.
Pero en todos los aspectos de la vida se han tomado medidas. El papel,
cada vez más escaso como fuente natural es ahora cada vez más de origen
reciclado. El vidrio, los materiales de todo tipo, son cada vez más de origen
reciclado.
Las emisiones a la atmósfera, lenta pero inexorablemente se consiguen
filtros cada vez más eficientes, que consiguen emisiones cada vez menos
contaminantes.
Así podíamos decir de muchas cosas.
Alimentación. Semillas resistentes a plagas, a las sequías. Sistemas de
riego que aprovechan cada vez mejor una gota de agua, sistemas de represas que
ayudan a gestionar mejor y de un modo más eficiente los recursos hídricos.
Las energías alternativas y renovables avanzan de un modo imparable hacia
el momento en que tengamos que decir inevitablemente adiós al petróleo. La
fusión nuclear es aún una lejana solución, pero no queda duda de que terminará
siendo una de las soluciones más estables en materia de energía para todo el
Planeta, aunque a bastante largo plazo.
Es decir, bajando al nivel del detalle,
a nivel de las soluciones concretas, la tecnología está exprimiendo todo
su jugo para contribuir de la mejor forma que puede, mejorando las técnicas, a
un incremento sustancial del uso eficiente de los recursos.
Con esto, podemos, si no afirmar con rotundidad (ya casi nada se puede
afirmar con certeza absoluta), si al menos tener fundadas esperanzas de que la
tecnología está contribuyendo y lo hará más aún en el futuro a la solución de
los problemas ampliamente tratados en este capítulo.
La segunda cuestión son las organizaciones. El nivel “organización” como
subsistema del gran sistema nacional y mundial es el responsable de hacer
viable las soluciones. Y la primera organización a tener en cuenta es el
Gobierno de cada nación. Los regímenes democráticos son el mejor garante de un
correcto camino para canalizar los esfuerzos de todos los hombres en lo que
casi es ya una lucha por la supervivencia.
Las técnicas organizativas y de gestión avanzan también hacia el objetivo
de máxima eficiencia y de calidad total, (excelencia). Todos los que trabajamos
en organizaciones, del tipo que sea, sabemos que estamos inmersos en un mundo
caótico, donde los puntos de referencia cambian continuamente, pero donde
también extiste una clara voluntad de superación, también por una mera cuestión
de supervivencia y de selección casi darwiniana –esta es una de las bondades
del mercado-.
Podemos concluir por tanto, que la complejidad de detalle en cuestiones
mundiales, a pesar de resultar pavorosa, no resulta imposible de abordar,
siempre que se cumplan dos criterios fundamentales:
Planteamiento global: Las problemáticas
mundiales (que nos afectan a todos) requieren soluciones de ámbito planetario.
Ejecución local basada en la eficiencia: Los proyectos de solución ejecutiva requieren un planteamiento estricto basado en maximizar la eficiencia y el rendimiento de los recursos.
Esto dos requisitos, a su vez dependen de que en el substrato social
existan dos condiciones previas. La paz y la erradicación de la corrupción
política y económica. Nada se podrá hacer si la corrupción campea en los
gobiernos y en las empresas. Será muy difícil lograr un ambiente de cooperación
si las sociedades viven en un ambiente de desconfianza mutua.
8.-
Patología sistémica
Todos los problemas que hemos revisado, y que
afectan a las naciones en su conjunto, o a cualquiera de ellas en particular
entra de lleno en lo que denominaríamos “patología sistémica”.
Como quiera que en su mayor parte han
recibido un considerable tratamiento a lo largo de este capítulo, vamos a hacer
una resumida declaración de los aspectos más relevantes de estas patologías,
como germen de lo que los sociólogos denominan “el conflicto social”, definido
por Coser como “la lucha por los valores y por el status, el poder y los
recursos escasos, en el curso del cual los oponentes desean neutralizar, dañar
o eliminar a sus rivales” (Coser L.A.
1956)
8.1.-
La corrupción
Comencemos por abordar si cabe la
primera de las patologías sistémicas, y bajo mi punto de vista, la raíz de la
mayoría de los males de los sistemas sociales, tanto más grave, cuanto que es
intencionado, porque consolida un arquetipo perverso que adultera y daña el
comportamiento global de todo el sistema, y además, está en la raíz y es una de
las principales causas de la pobreza de los pueblos, “la corrupción”. Es famosa y dramáticamente cierta la frase “el
poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. El fenómeno de la
corrupción como el abuso desenfrenado del uso del poder es una tentación
humana, que toma su máximo exponente cuando el ser humano alcanza las cimas de
poder político y económico. Esto se ve palmariamente cuando las holguras parlamentarias
permiten a los partidos ganadores gobernar con mayoría absoluta. El uso abusivo
de los Reales Decretos y Reales Decretos Parlamentarios aproxima peligrosamente
a los gobiernos a estilos de poder dictatorial. De alguna forma, el poder
absoluto (mayoría absoluta) genera una sensación de vértigo (algunos la
denominan la “erótica del poder”), que inunda al gobernante de una sensación
extraña que le parece otorgarle plena autoridad sobre vidas y haciendas. Tener
en sus manos las llaves del Tesoro público debe generar una increíble sensación
de placer, que transforma la voluntad de servicio público en servicio personal,
siendo al final muy difícil evadirse de la tentación de coger siquiera un
poquito, una pizca de nada de ese inconmensurable caudal de fondos públicos.
En los años 90 Peter Eigen intentó
desde su puesto de director del Banco Mundial, involucrar a esta institución en
la lucha contra la corrupción. Obviamente no le dejaron. Dimitió y fundó
Transparencia Internacional. Durante la guerra fría, el principio de “no ingerencia”
hacía que estuviese mal visto acusar con el dedo a alguien. Ahora, para el Banco Mundial la lucha contra
la corrupción es una prioridad, porque se sabe que está en la raíz más profunda
de muchos de los males que atenazan a todos los países. (Goitia, 2001).
Según un estudio de Transparencia
Internacional, tan sólo treinta naciones, en el mundo, en su mayoría
occidentales, superan el aprobado sobre la base de un baremo decimal tomado
como referencia. Ampliando los resultados, TI afirma que la corrupción se
distribuye entre los dirigentes mundiales de la siguiente manera:
Europa Occidental 5% de los políticos.
Oceanía 5%
América del Norte 13%
Asia 25%
Latinoamérica 40%
África 60%
Los menos corruptos: países nórdicos
(Dinamarca y Finlandia los mejores), Singapur, Australia, Canadá y Nueva
Zelanda.
España pasa la prueba con notable bajo.
Los más corruptos: Nigeria y
Bangladesh, y una larga lista de países del Tercer Mundo.
Otro informe que refiere Goitia, esta
vez de la ONU, indica que actualmente circula a escala mundial alrededor de un
billón de dólares disfrazados para la evasión de impuestos, proveniente de la
malversación de fondos públicos o de la violación de las leyes tributarias.
Para Eigen, la corrupción es
equivalente a “codicia”; yo añadiría a “codicia enfermiza”. Los corruptos
suelen ser extraordinariamente ricos, y sin embargo tanto más ricos son, cuanto
más desean tener infinitamente más. En el uso del sano juicio no logra entenderse
tamaña perversión. Eigen sitúa como paradigma de este tipo de personaje patológico
a Wladimiro Montesinos, que como antiguo asesor de Fuji Mori amasó una fortuna
de mil millones de dólares liderando una gran red de corrupción en Perú, que
salpicaba a 17 bancos nacionales y extranjeros, compra de militares, jueces,
medios de comunicación, empresarios y demás personas de gran influencia en la
vida pública y económica.
Como quiera que esta tentación se da
por supuesta, en el sentido de que todo aquel que por cargo o función ostenta
un puesto público, o entra en relación con los poderes públicos, la
Administración del Estado considera a todos los ciudadanos como posibles
defraudadores. Por ello, todos los procedimientos administrativos están basados
en la desconfianza en todos y cada uno de los elementos que intervienen en los
mismos, y colocan agentes de la Intervención del Estado en determinados puntos
estratégicos con el fin de garantizar la transparencia en las operaciones.
La corrupción no empieza ni acaba en el
hecho, casi circunstancial de aquellos casos que saltan a los medios de
comunicación de financiación ilegal de partidos políticos, o de enriquecimiento
personal de determinados altos cargos. Es un estilo de gobernar, y de
considerar la sociedad como el cortijo o rancho particular donde uno toma lo
que desea, cuando lo desea. Es un estado social donde se favorece la aparición
de grupos organizados como las mafias, carteles del narcotráfico, donde no
importa que la población esté en sus capas más desfavorecidas colgada en el
mundo de la droga. En este ambiente, el sistema social sufre la peor de las
patologías, porque carece de los valores necesarios para salir adelante, en
aquellos que supuestamente ostentan la responsabilidad ante sus ciudadanos de
trabajas día y noche por su país.
Sistémicamente, la corrupción es el
arquetipo de desplazamiento de carga llevado al paroxismo, pues el objetivo de
la actuación no es la sociedad sino “yo”, el dirigente que antepone todo a sus
propios intereses, y da igual las consecuencias. Una sociedad así, diríamos que
carece de Estado, o quizás el Estado sea su mayor enemigo.
8.2.- La guerra.
Aben Jaldun,
gran pensador musulmán de la Edad Media distinguía cuatro tipos diferentes de
conflagraciones. La primera, la tribal, luchas entre clanes y familias. La segunda
la de quienes viven de la expoliación y el robo. La tercera, la yihad o guerra
santa, y la cuarta, la guerra dinástica, de rebelión o sucesión.
Sobre la guerra, sociológicamente no parece haberse escrito demasiado,
así que trasladando la clasificación de Jaldun a la actualidad, tendríamos que
las guerras de tribus son ahora las guerras entre naciones, las de expoliación
o robo se llamaría ahora “corrupción”, fraude, piratería, expolio y robo. La
tercera sería la religiosa, con importantes connotaciones en el terrorismo
islámico internacional. Y la cuarta las guerras civiles en las que una parte de
la población cuestiona y deja en entredicho el poder establecido.
La guerra, en definición aportada por Salvador Giner puede definirse como
aquel tipo de conflicto social que tiene lugar a través de la organización de
una colectividad con objeto de conseguir la subyugación o destrucción física
total o parcial del enemigo. Es mortal y organizada. (Giner 1976)
Como evento social, el concepto de guerra ha variado extraordinariamente
desde finales del siglo XIX. Nació el siglo XX con los conceptos de von
Clausewitz plenamente vigentes, y casi se puede decir que la Segunda Guerra
Mundial fue la última de tipo convencional. La segunda mitad del siglo ha visto
como el concepto de la guerra se ha transformado radicalmente, para pasar a la
guerra de guerrillas, a las masacres civiles con armas ligeras, y sobre todo,
ha visto nacer el fenómeno espantoso del terrorismo
Pero si la guerra convencional es cada vez más cuestionable (que no
erradicada, pues los ejércitos siguen existiendo), lo que sigue siendo
plenamente vigente es la afirmación de von Clausewitz de que “la guerra no
pertenece ni a las artes ni a las ciencias, sino que pertenece a la existencia
social. Constituye un conflicto de grandes intereses solucionado de manera
sangrienta”. Es en el extremo, la más espantosa de las relaciones humanas.(von Clausewitz 1831)
Junto con el fenómeno de la corrupción, la guerra es el mayor impedimento
para el desarrollo de los pueblos. En ambos casos, corrupción y guerra, y
dolorosamente, ambos suelen ir asociados, el sistema social está a merced de su
destino, desestructurado, herido, completamente inestable.
Un nuevo concepto de guerra está emergiendo en los albores del siglo XXI,
concepto que por mor de querer ignorarlo y por tratar de vivir como si no
estuviera, al producirse los atentados
del 11 de septiembre, parece como si la mayoría de los habitantes de este
Planeta hubiéramos tomado conciencia del problema en tan solo las dos horas que
tardo el World Trade Center en venirse abajo. Es el Terrorismo.
Vamos a tener que convivir con este fenómeno durante bastantes años. La
guerra será secreta, atentados allí, respuesta en otro país, más será una
guerra de los servicios secretos que de los cuerpos de ejército, pero guerra a
fin de cuentas, donde cada uno de nosotros puede ser víctima de sus efectos
mortales.
Todo lo expuesto en este libro sobre el comportamiento de los sistemas
humanos puede entrar en una dinámica conceptualmente de “catástrofe”, con la
aparición de súbitas bifurcaciones y nuevos atractores caóticos, que pueden
hacer variar los parámetros de comportamiento hasta hacerlos saltar por los
aires.
Todos los sistemas tienen un margen de elasticidad en su adaptación a
nuevas circunstancias, pero todo tiene un límite. La nueva situación creada en
el Planeta a raíz de los atentados contra Estados Unidos va a obligar a todos
los analistas a hacer simular sus modelos en los nuevos escenarios que pueden
originarse a partir de ahora, y en otros imprevisibles.
9.-
Prospectiva
La sociedad humana ha crecido hasta límites planetarios. Una integración
social humana a este nivel global da qué pensar sobre el futuro del hombre
sobre la Tierra. Porque ¿cuál es el siguiente paso para el hombre? En un
momento dado, la sociedad internacional llegará a un máximo de complejidad
admisible, como veremos a continuación, pasando al periodo de progresiva
desestabilización. ¿Y entonces qué?
En la Evolución ningún grupo de animales que haya perdido la supremacía
alguna vez, la vuelve a recuperar. Los reptiles perdieron la supremacía
respecto de los dinosaurios, y (gracias a la quinta extinción), los mamíferos
volvieron a ser superiores a los reptiles.
El hombre es la especie más adaptada a la formación de sociedades.
Hasta ahora la forma clásica de desarrollo de sociedades ha sido mediante
la separación geográfica. Esto ha hecho que hayan evolucionado sociedades tan
distintas como la china, la europea, la árabe, etc. Ahora la intercomunicación
planetaria está produciendo un efecto de fusión y colonización de los más
poderosos respecto de los más débiles. Aunque cada país y cada cultura sigue
conservando sus señas de identidad, de la mano de la tecnología, de la economía
y de la política, parece como si el modelo de vida occidental, y muy
especialmente el "american way of life" fuera el que intenta
predominar sobre los demás. La tradicional Japón, a pesar del celo de sus
costumbres ancestrales, es un espejo de ese estilo de vida, que en lo económico
es copia exacta del americano.
Pero toda sociedad es un ente complejo cuyo desarrollo tiende a consumir
cada vez más recursos y más energía para el mantenimiento y crecimiento de una
cada vez más compleja organización. El poderío de una sociedad tiende a la expansión,
para conseguir más recursos materiales y humanos. Esto obliga a la conquista de
nuevos territorios, y con ello al sometimiento de otros pueblos. Se da así el
germen de muchas de las guerras e invasiones de la Historia.
Pero como todo ser vivo, y como toda especie, las sociedades también
crecen, maduran, y por mucho poder que detenten y mucho esplendor que ostenten,
llega un momento en el que, sobrepasado un cierto umbral de complejidad y de
tamaño los imperios y las civilizaciones parecen llegar a su vejez. Como por
encanto la organización social se hace inestable, las tensiones sociales y los
conflictos afloran, se produce una pérdida de objetivos futuros cuando todo se
ha conseguido ya, y las personas dejan de tener ideales y objetivos concretos
en su vida. La conciencia social se difumina, y desde dentro se intenta buscar
salidas, todas a costa de un desmenbramiento interno. Y fuera de sus fronteras
los pueblos sometidos y explotados se ponen a la espera de que el gigante comience
a dar muestras de debilidad. Y desde dentro las clases más desfavorecidas comienzan
a aliarse para precipitar la desestabilización, como quinta columna de los
futuros invasores.
Si uno visita un bosque de hayas puro podrá contemplar la versión vegetal
de lo dicho, si tiene la suerte de ver un haya viejo y desarrollado, en donde a
su alrededor nada crece, y en la periferia decenas de hayas jóvenes a la espera
de que el gigante de muestras de flaqueza biológica para iniciar el ataque por
el terreno y prevalecer en una loca carrera hacia la supervivencia.
Todas las civilizaciones y sociedades humanas de cierto éxito han acabado
de esta forma. Tras la supremacía militar, social, cultural y política ha
venido siempre la decadencia, y la invasión por terceros pueblos, antes oprimidos
o denostados. Tarde o temprano sucede siempre lo mismo.
Nuestra sociedad occidental es y se comporta como un gran imperio, el
Imperio de Occidente. No domina sobre los demás pueblos de la Tierra con
sometimiento y control militar, aunque sí existe siempre la velada amenaza,
pero sí lo hace mediante métodos económicos, si cabe más asfixiantes que un
ejército de ocupación. Es el control económico plasmado en la Deuda Exterior,
auténtica horca para los países del tercer mundo que les impide un desarrollo mínimo.
Pero el Imperio de Occidente tiene un poder tan descomunal que necesita
también cantidades descomunales de materia y energía, y desecha además,
cantidades también descomunales de residuos. De pronto, estamos asistiendo
perplejos cómo ni todo el Planeta es suficiente para abastecer de materia y
energía al gigante, y encima, tampoco es suficiente para acumular la portentosa
cantidad de residuos que se vierte a la tierra, océanos y atmósfera.
Del
crecimiento ilimitado que se creía poder experimentar antes de 1968 estamos
pasando al crecimiento sostenible que se viene pregonando en la actualidad. De
la fase ascendente hemos de pasar necesariamente a la fase de meseta, según Gro Brundtland, primera ministra de la "World
Commision of Enviroment on Development", al desarrollo viable.
La
globalización parecía hasta hace poco menos de unos días, la tendencia normal
de los sistemas sociales en el mundo. En una economía abierta, con mercados
internacionales conectados en tiempo real, donde los movimientos de capital
controlados por las grandes empresas permitían una aparente homogeneidad de las
sociedades. Como siempre, hemos caído en el exceso de la exageración, quizás
deslumbrado por lo aparente, como una significativa fotografía que apareció en
un excelente número de National Geographic donde aparece una dama indú,
Nakshtra Reddy vestida con el traje tradicional de la India, junto con su hija,
Meghana, embutida en un traje de PVC (Zwingle
E. 1999). Este fenómeno auspiciado por el transporte barato, los medios de
comunicación y la Red Internet, nos ha hecho creer que estamos ya globalizados,
y que vivimos en la aldea global.
Existen
signos de que así es. Y tanto, que una mitad del mundo ve con ojos de
preocupación los efectos negativos de la globalización, materializado en una
segunda edición del colonialismo que en su día originó el Tercer Mundo. De ahí
las asombrosas y violentas manifestaciones que hemos presenciado cada vez que
se reunía el G-8, el Fondo Monetario Internacional o la Organización
Internacional del Comercio. Recordemos Seatlle, o Génova el pasado mes de julio
de 2001.
Lo que todo
esto indica, desde una perspectiva sistémica es la tendencia imparable (salvo
catástrofes), de un mundo absolutamente interrelacionado. Algunos analistas,
viendo el futuro más allá del siglo XXII, vaticinan que en doscientos años, en
la Tierra habrá no más de cuatro grandes Estados, Europa, América, Asia y el
mundo islámico. No se sabe muy bien qué será de Africa, ni quién o quienes se
llevará los despojos de un continente al que no se le permite tener futuro.
Pero sea como sea, sea estas predicciones carentes o no de fundamento, el hecho
es que la globalización es un fenómeno consustancial con el devenir de un
sistema mundial cada vez más integrado.
Salvo
excepciones catastróficas.
Los informes
al Club de Roma han sólido tratar la guerra como un escenario que hace saltar
las simulaciones por los aires, sobre todo con riesgo nuclear real, como era el
caso de los años de la Guerra fría. Ahora, acaso el riesgo nuclear no sea el
más evidente (aunque nunca se sabe), pero sí existe un riesgo cierto de
conflicto global bajo los inquietantes parámetros del terrorismo internacional.
Mucho de lo positivo que está teniendo la globalización puede venirse abajo. La
siempre difícil convivencia entre el Occidente y el Islam puede sufrir una
recesión imposible de aguantar con los parámetros de interrelación actuales.
Cabe la posibilidad de que se restrinja drásticamente en cruce de fronteras,
que aparezca o rebroten sentimientos xenófobos, y en fin, entremos en un “dies
irae” bajo parámetros sorprendentemente distintos a los que predecían “World-3”
y WIM.
Las
simulaciones se hacen siempre bajo determinados supuestos, pero dejan de tener
valor si nos enfrentamos a bifurcaciones imprevisibles.
En cualquier
caso, procede mantener la mente fría a metabolizar tan rápido como podamos los
acontecimientos, a fin de poder predecir al menos un par de movimientos de esta
descomunal partida de ajedrez que es el mundo que nos ha tocado vivir.
En cualesquiera de los casos, y en el supuesto de que podamos superar
adecuadamente esta nueva crisis mundial que se ha generado con los
acontecimientos del día 11 de septiembre, sin ánimo de ser catastrofistas, sino
observando fríamente la "dinámica" de la sociedad internacional vemos
que el futuro de la sociedad humana, en función de un fenómeno de incremento
exponencial del tamaño y de la complejidad, puede estar abocada a un destino
similar al de los dinosaurios, o al Imperio Romano, o al Persa, o al Maya. Es decir,
la vida y la historia no admite campeones vitalicios. Más tarde o más temprano
se produce la muerte de lo viejo y grotescamente complejo para dar paso a
nuevas formas de vida y de organización que terminan superando viejas
estructuras, y así la vida da un paso al frente.
El gran problema actual estriba en que nuestro Planeta no tiene ya nuevos
territorios por descubrir, y su capacidad de autodepuración está casi agotada.
Tenemos cinco fuertes interrogantes. El primero es de qué forma el
Imperio de Occidente pondrá fin a sus días. Segundo, en qué situación quedará
el Planeta para dar paso a una nueva forma de organización social. Tercero,
como será la sociedad que herede la Tierra tras la caída de Occidente. Cuarto
la posibilidad del Espacio cercano como nueva frontera de expansión. Y quinto,
la propia vida del hombre sobre la Tierra, en qué condiciones se desarrollará.
Quizás al final Adrian Berry, y otros muchos futurólogos tenga razón, y
el futuro de la Humanidad esté al final en el Universo.