CONTENIDO DE ESTE CAPÍTULO
1.- Realidad, sistemas y modelos
1.1.- Modelos que sirven de norma (paradigmas).
1.2.- Modelos como base para el aprendizaje.
1.3.- Modelos como herramienta de prospectiva.
2.- Representación de los modelos formales
2.1.- Representación literaria
2.2.- Representación gráfica
Elementos básicos de los grafos
2.3.- Representación matemática
3.- Representación gráfica de las organizaciones humanas
3.1.- Estructura.
3.2.- Diagramas matriciales
3.3.- Procesos.
4.- Representación cuantitativa de las organizaciones humanas
4.1.- Modelos descriptivos
4.2.- Modelos explicativos
4.3.- Modelos predictivos
4.4.- Conclusión
5.- Diagramas causales
5.1.- Diagramas causa efecto
5.2.- Diagramas de influencias
6.- Bucles de realimentación
1.- Realidad, sistemas y modelos
Imaginémonos que estamos delante de un paisaje, como por ejemplo este espléndido panorama de Yesemite Valley, el “Half Dome”. Y resulta que disfrutando de este maravilloso día de descanso coinciden varios conocidos. Uno es un geólogo, otro es un botánico, otro un ecologista, otro un poeta, y otro es el guardabosque. Para el geólogo, lo más relevante, sin duda será la descomunal formación del Half Dome, y de cómo pudo ser que se desprendiese la otra mitad, acaso un terremoto de los que sacuden con frecuencia el territorio de California. Para el botánico, su mirada estará clavada en las grandes sequoias rojas, los mayores árboles del Planeta, únicos y representativos de este parque nacional. Para el ecologista, su preocupación será la intensa afluencia de turistas al parque, y de cómo poco a poco el demoledor efecto de los domingueros descuidados puede que esté minando el parque, y de cómo las autoridades no actúan con suficiente contundencia ante los riesgos de la explotación turística. Para el poeta, está claro que deseando un momento de silencio, y haciendo vacío en su interior, el paisaje y la limpieza del ambiente invocará a las musas de la inspiración. Por último el guardabosque estará preocupado por los descuidos de los turistas que dejan comida en los coches, convirtiéndolos así en objetivo de los osos, que fuerzan y destrozan para acceder a su interior.
Panorámica del Half Dome, del Parque Nacional de Yosemite, California
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Esta introducción sólo pretende evidenciar cómo ante una misma realidad cada espectador observa cosas, aspectos diferentes. (Martínez S.1- 1986)
Decíamos en la introducción que la realidad es tal cual es, la observamos con nuestros sentidos, y nos forjamos imágenes en nuestro interior, según nuestras necesidades, intereses y preocupaciones. En otras palabras, de los múltiples matices de una misma realidad, nosotros captamos mentalmente una imagen. Captamos un determinado “sistema”.
Aún captando de la misma realidad sistemas diferentes, estos en realidad muestran a su vez multitud de matices, de variables. De tal modo que para poder comprender el cómo y el por qué de cada sistema, hemos de hacernos una representación formal, una imagen mental concreta, que podamos “tocar con las manos”, manipular, entender. Esto nos obliga a diseñar una imagen simplificada de la realidad, del sistema real. Y lo primero que solemos hacer, lo primero que se nos ocurre es “descomponer” el sistema en sus partes elementales, o en lo que nosotros consideramos que son sus componentes, aquellos que intuitivamente parece que influyen más en su comportamiento. Con el proceso analítico podemos “conocer” el sistema en sus elementos constitutivos. Pero sólo el análisis no es suficiente. Para lograr un completo conocimiento del sistema, necesitamos realizar el proceso inverso, la “síntesis”, la agregación e integración de todos los componentes en uno solo, en algo que se aproxima razonablemente al sistema real (O´Connor 1998). La síntesis sirve para comprender. Porque sólo comprendemos cuando vemos la realidad como un todo, en el que los componentes, las variables están integradas, y de esa integración surgen las propiedades emergentes del sistema. Pues bien, cuando logramos tras el análisis, realizar el proceso de síntesis, el resultado de ese estudio del sistema real es lo que denominamos formalmente “un modelo”.
Por tanto, un modelo es una imagen simplificada de un sistema real. Necesariamente implica acudir al reduccionismo, es decir, de todas las múltiples variables que componen un sistema real, seleccionamos aquellas que son responsables del comportamiento del sistema, asumiendo que en realidad existen otras muchas variables que apenas influyen de modo significativo en el comportamiento global. Podíamos decir que son como aquellas variables ocultas, que para Plank, Einstein, De Broglie y Schrödinger explican la explican la variabilidad y la indeterminación de los sistema físicos. Esta selección de variables relevantes suele responder a la ley de Pareto, aquella que aplicada a este caso afirma que unas pocas variables (acaso no más del 20% de todas), tienen una decisiva influencia en el comportamiento del sistema (acaso el 80%, o incluso más). Es la Ley del 80-20, que se cumple en muchos aspectos de la vida: unas pocas variables suponen la mayoría de la casuística, de los efectos, etc.
Según esta ley, el diseño de modelos con sólo un relativamente pequeño número de variables (respecto de todas las que conforman un sistema real), suele ser bastante útil a los efectos y fines para los que se construye el modelo.
Otro aspecto importante en el diseño de un modelo son las variables de –alta sensibilidad. Esta propiedad la muestran aquellas variables ante las que el sistema global, a mínimos cambios, experimenta fuertes fluctuaciones. Es el caso de los gases traza de la atmósfera, como el CO2, a los CFC Cloro-fluoro-carbonos, que tanto están influyendo tanto en el efecto invernadero, los primeros, como en el agujero de ozono los segundos. De todo esto hablaremos en los próximos capítulos. Lo importante ahora es comprender cómo se llega al por qué de la utilidad de los modelos, y a lo que son.
Los modelos, por otra parte se diseñan según su finalidad. Y respecto a finalidades existen muchos tipos.
Así, podemos hablar de los siguientes tipos de modelos:
1.1.- Modelos que sirven de norma (paradigmas).
Este tipo de modelo es lo que habitualmente entiende la gente normal como modelo. Son arquetipos, estándares ante los que las personas, las organizaciones y la sociedad tendemos a imitar conductas, formas de organizarnos y trabajar, comportamientos, hábitos de consumo, gustos. Así, paradigmas en mayor o menor sentido son las leyes, que obligan a los ciudadanos, los códigos morales, la moda textil, los modelos literarios, modelos de organización empresarial, modelos de sociedad, etc.
1.2.- Modelos como base para el aprendizaje.
Pretende explicar el cómo y el por qué del comportamiento de un sistema. Aquí entramos ya en la esfera de los modelos que nos interesan. Se usan diversidad de técnicas analíticas, estadísticas, gráficas. Hablamos de los modelos gráficos y de los modelos formales con representación matemática. Estos modelos pueden ser a su vez descriptivos, es decir, nos permiten forjarnos una idea con el nivel de detalle que sea preciso, de la realidad y del sistema que queremos estudiar. Y una segunda modalidad de estos modelos son los explicativos. Permiten conocer el por qué de determinados comportamientos.
1.3.- Modelos como herramienta de prospectiva.
Pretenden minimizar la incertidumbre sobre cómo se comportará un sistema en el futuro. La principal característica de estos modelos es su capacidad de “simular” el comportamiento real del sistema, bien en un entorno físico (maqueta), experimentos controlados, bien en un entorno virtual (simulador basado en programas informáticos). Entramos con ellos en otra de las categorías más interesantes para el pensamiento sistémico, el uso de los simuladores.
La primera acepción de modelo, como norma o ejemplo, es la que mejor entiende el hombre de la calle, y en general, es la definición de uso común. En el extremo, las técnicas de benchmarking, en el fondo lo que hacen es comparar un sistema organizativo concreto con otro, considerado por su “best practice”, como líderes del mercado. Y el contraste se hace respecto de su estructura, de su proceso y de su resultado. Las normas de certificación y acreditación en calidad, tipo ISO 9000, por ejemplo, no hacen sino comparar una organización con un modelo tipo basado en unos estándares de calidad. Este es el concepto normal de “modelo”.
La segunda y tercera acepción de modelo suponen un esfuerzo por comprender el sistema, tanto desde un aspecto descriptivo “cómo es”, explicativo “por qué es así”, y predictivo “cómo será en el futuro”.
En adelante, el concepto de modelo que utilizaremos es éste último, como “representación formal de un sistema”, con independencia de que suponga o no un ejemplo a seguir.
2.- Representación de los modelos formales
Los modelos formales presentan en su diseño diferentes fases de representación.
2.1.- Representación literaria
Supone la primera aproximación al diseño de un modelo formal. Se basa en la observación de la realidad, y en el razonamiento inductivo deductivo. Se observan diferentes partes del sistema, se perciben determinadas relaciones causa efecto, y paulatinamente nos vamos forjando diferentes nociones e ideas que nos hacen cada vez más comprensible el cómo y el por qué. Obviamente, solemos fijarnos, primero en lo que más nos interesa de todas las variables y aspectos de la realidad, hasta que concretamos cuál es el sistema que queremos abordar, y de ese sistema, profundizamos en la descripción de las variables que son más representativas, que lo caracterizan más, y a través de las cuales, comprendemos mejor su comportamiento. Solemos aplicar el método deductivo para explicar el comportamiento particular, a partir de los conceptos y leyes de uso general.
Las descripciones literarias suelen estar estructuradas. Mentalmente identificamos grandes componentes, y dentro de estos, solemos identificar subcomponentes, de modo que una forma de describir en prosa un sistema es mediante la estructuración del texto en apartados y subapartados.
1. Componente 1
1.1. Elemento 1 del componente 1
1.2. Elemento 2 del componente 1
1.2.1. Pieza 1 del elemento 2 del componente 1
2. Componente 2
2.1. Elemento 1 del componente 2
2.2. Elemento 2 del componente 2
3. Componente 3
4. Etc.
(n) Componente n
La estructura decimal del texto es de uso normal en las descripciones textuales de un sistema, permite una comprensión razonable del sistema que se quiere representar.
Por ejemplo, para representar textualmente la organización de una empresa, se puede utilizar el texto estructurado:
1.- Asamblea general de accionistas
(Explicación de quienes la componen y las funciones)
2.- Consejo de Administración
(Explicación de quienes la componen y las funciones)
3.- Director general
(Perfil del puesto y sus funciones)
4.- Administración
(Perfil del puesto y sus funciones)
4.1.- Contabilidad financiera (Perfil del puesto y sus funciones)
4.2.- Contabilidad analítica (Perfil del puesto y sus funciones)
4.3.- Bancos (Perfil del puesto y sus funciones)
5.- Aprovisionamientos. (Perfil del puesto y sus funciones)
6.- Director técnico (Perfil del puesto y sus funciones)
6.1.- Staff de preparación (Perfil del puesto y sus funciones)
6.2.- Producción (Perfil del puesto y sus funciones)
Etc.
2.2.- Representación gráfica
Un paso más en el diseño de un modelo formal es el uso de elementos gráficos.
Los gráficos son herramientas de uso corriente que nos permiten comprender mediante dibujos la estructura y la función de un sistema.
En esencia la forma más usual de representar un sistema, de modelizarlo gráficamente es mediante puntos o cajas de diferentes formas y flechas o líneas. Básicamente estamos hablando de “grafos”. (Turner 1979)
El “grafo”, como representación de puntos y líneas en un plano es un invento antiguo. El primer estudio de grafos se atribuye a L. Euler (1707 – 1783), y constituye el fundamento de la topología.
Un grafo simple es algo así como esta figura:
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Este grafo tiene aspecto de red, que es otra forma de definir este tipo de gráfico. En realidad son sinónimos.
Este grafo es “no dirigido”, en el sentido que no existe ningún sentido en las líneas. No parece que por el grafo representado un punto influya sobre otro. Simplemente están conectados entre sí, como dos pueblos por una carretera, entendiendo que si se produce algún tipo de transferencia, puede ser en ambos sentidos.
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Este otro grafo es un grafo dirigido. Se observa que las relaciones entre pares se verifican sólo en un sentido y no en la otra. Y tal y como está dibujado, se han establecido bucles circulares en el sentido de las agujas del reloj.
Elementos básicos de los grafos
Un grafo consta fundamentalmente de un conjunto de vértices, que son los elementos o puntos del grafo.
Por otra parte, la aristas son las líneas que conectan los elementos del conjunto. Puede que un punto lance lo que se denomina un bucle, o arista que nace y muere en el mismo punto. Dos o más vértices conectados de modo circular, constituyen un bucle.
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Por último un vértice está aislado, si no está conectado con otro vértice por ninguna arista.
Un grafo puede ser conexo o inconexo. Es conexo si para todo par de vértices distintos existe por lo menos una cadena que vaya de uno a otro. Si no es así es inconexo.
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Un ejemplo especial de grafo conexo es el árbol. Es aquel grafo que tiene al menos dos vértices y no incluye bucles.
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Un último ejemplo de uso habitual es el grafo dirigido, bien de flujo cerrado, o de flujo abierto.
A tenor de estos ejemplos, todos nos sentiremos identificados en el sentido de que habitualmente usamos grafos para describir muchísimas ideas.
Detrás de estos gráficos se oculta toda una teoría topológica, la Teoría de Grafos, con sus teoremas y demostraciones, de amplia utilización en álgebra y geometría.
Siguiendo con el ejemplo de la descripción de una organización, con sólo la lectura detallada del texto que la describe, podemos comprender y aprender muchas cosas, pero uno desearía más tarde o más temprano, disponer con un gráfico que, de una sola mirada, representase el largo texto descriptivo. Algo así como un organigrama, que no es más que un grafo no dirigido, finito y conexo.
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2.3.- Representación matemática
En el extremo, un sistema cabe modelizarlo mediante expresiones algebraicas. En general, la forma más sencilla de representar matemáticamente un sistema es mediante ecuaciones en las que aquellas variables que se sitúen en el numerador, al aumentar o disminuir, hacen aumentar o disminuir la o las variables dependientes de ella, y si se sitúa en el denominador, al aumentar o disminuir , las variables dependientes disminuyen o aumenta.
Ejemplo sencillo: el sistema responsable del comportamiento de un gas está constituido por tres variables, presión, volumen y temperatura.
V = (r * T)/P ,
donde “r” es una constante para una masa determinada de gas. Significa que el Volumen de un gas disminuye al aumentar la presión y aumenta al aumentar la temperatura.
Este tipo de relaciones matemáticas nos llevan al concepto de función, que en resumidas cuentas, y sin acudir a las explicaciones formales de las matemáticas, quiere decir que el valor de una variable denominada dependiente está en función de los valores que pueda adoptar otra u otras, denominadas independientes.
Y = f(x), siendo f(x) cualquier expresión, por ejemplo f(x) = X2 - 3
La representación matemática de un modelo consigue el máximo de abstracción, pero también el máximo de utilidad, puesto que permite estudiar el comportamiento, al menos teórico, del sistema real; y sobre este estudio, el investigador puede extraer conclusiones, y sobre todo, comprobar la veracidad o no de su teoría. Conseguir un modelo matemático, permite suponer que el sistema real se comporta según los resultados que se obtienen de analizar las diferentes soluciones del modelo.
En el entorno de las ciencias positivas, una vez creemos tener más o menos claro el cómo y el por qué, por las conclusiones que extraemos del análisis del modelo matemático, el método científico obliga a montar ensayos experimentales, para reproducir en el laboratorio, lo observado en la realidad. Si el experimento, en el que en esencia nosotros controlamos prácticamente todas las variables que nos interesan para describir y explicar el comportamiento del sistema, las cosas funcionan tal y como observamos en la realidad, podemos afirmar que nuestro modelo mental, gráfico, pero sobre todo matemático parece cumplirse, porque hemos utilizado un modelo físico, capaz de reproducir en condiciones controladas, el sistema real.
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Este proceso formal de análisis es el que emplea el Método científico para validar cualquier hipótesis de trabajo, como veremos en los siguientes capítulos.
Sin embargo, en la vida real, salvo para los científicos e investigadores especializados, en el mundo de las organizaciones parece existir una barrera infranqueable en el paso desde los modelos gráficos a los modelos numéricos mediante el uso de expresiones matemáticas.
La Matemática, es un campo de conocimiento complicado de entender y más aún de manejar. El uso de la informática, no obstante, está permitiendo que en las entrañas de muchos de los programas que usamos todos los días para nuestro trabajo diario, estén implementados códigos de complejas funciones matemáticas, que nos arrojan soluciones a nuestros problemas cotidianos, sin que nosotros sepamos ni cómo lo hacen, y ni tan siquiera, por qué lo hacen. El hecho cierto es que son herramientas de uso corriente. Estamos hablando de las hojas de cálculo, de las bases de datos relacionales, o de los programas estadísticos, sin entrar en todo el entorno gráfico que hacen que los videojuegos y demás entretenimientos infantiles sean en realidad códigos de complejidad abrumadora.
Por lo explicado hasta ahora y como veremos a lo largo del texto, el pensamiento sistémico pasa de lo intuitivo de una imagen más o menos empírica de lo que son los sistemas, pasando por la representación gráfica, más o menos complicada, hasta aterrizar en el terreno de los modelos matemáticos. No es intención aquí, abordar el desarrollo de complicadas ecuaciones, pero sí es importante conocer el alcance y la potencia de las diferentes técnicas que utiliza la ciencia de los sistemas, y sobre todo, cuán cercanas están de nuestro trabajo habitual.
Veamos cómo en nuestra vida diaria, dentro de una actividad profesional de un determinado nivel en nuestras empresas, empleamos el pensamiento sistémico, acaso de modo inconsciente. Se entiende que cuanto más cercanas perciba el lector a su actividad diaria estas herramientas del pensamiento sistémico, más fácil le será comprender éste en su globalidad, hasta lograr aplicarlo, aunque sólo sea de modo empírico, a su forma de pensar.
3.- Representación gráfica de las organizaciones humanas
Las organizaciones humanas constituyen sistemas creados por el hombre, pero no por ello fáciles de entender. Cuando un ingeniero diseña una máquina, por ejemplo un automóvil, está diseñando un sistema. Para que el coche pueda cumplir su función, todas las piezas deben estar adecuadamente concebidas, diseñadas, fabricadas y ensambladas. Si le falta el carburador, o una rueda, o un cable desde el delco a las bujías, etc, el coche no funcionará. Si le falta un asiento de los cuatro, si puede funcionar, pero no es previsible que tenga una buena salida de venta. Y desde luego, si el coche no dispone de un conductor al volante, a no ser que se le haya incluido un sistema computerizado que permita su funcionamiento autónomo, tampoco funcionará, porque teniéndolo todo, le faltará algo esencial, el sistema de mando y control, que cierra el bucle feed back y hace posible su funcionamiento. Y esa pieza es el hombre, el conductor. Un automóvil más su conductor (bien sea humano o robotizado), constituyen un sistema que cumplirá su función, si todas las piezas esenciales están adecuadamente ensambladas y relacionadas entre sí.
Pasemos a las organizaciones humanas.
Una empresa se crea por varias razones. Una, y desde un punto de vista más pragmático, para que un conjunto de personas (sus empleados y directivos) puedan tener unos ingresos todos los meses y poder vivir dentro de un suprasistema que es la sociedad local. La segunda, para cumplir una función social, bien extrayendo materias primas (sector primario), bien transformando estas en bienes de equipo o de consumo (sector secundario o industrial), bien prestando un servicio al ciudadano (empresas en las que el cliente entra en el proceso de producción). Afinando mejor la definición, “Una empresa es una entidad cuyo objetivo es la creación de riqueza, asegurando la satisfacción de las necesidades de los hombres”, según Gelinier.
Una vez creada, internamente tiene que estar organizada de modo tal que, como vimos en el capítulo anterior, disponga de todos y cada uno de los subsistemas críticos para poder “vivir”, mantenerse operativa, cumplir su función social, y lograr que todos sus empleados cobren a fin de mes.
En la terminología de uso corriente, hablamos de que toda empresa, toda organización debe disponer de una estructura, debe cumplir una serie de funciones, normalmente encadenadas en “procesos”, y por último, debe obtener una serie de resultados o “outcomes”. Así pues, cuando tratamos de describir una empresa, hablamos de su organigrama, de sus funciones, de los procesos y de sus resultados, tanto en términos de producción, económicos, de ventas, de calidad, etc.
Esta es una de las posibles representaciones gráficas de la actividad de una empresa de servicio como lo es una clínica médica, un hospital.
Esta es una de las posibles representaciones gráficas de la actividad de una fábrica de automóviles.
3.1.- Estructura.
En el sentido clásico, los componentes estructurales de la empresa constituyen su activo fijo y circulante, tangible e intangible que figura en el balance de la empresa. Esta definición estructural de la empresa, plasmada en el activo de la contabilidad financiera es un reflejo fiel de lo que es, y de cuál es su valor. Allí se reflejan los edificios, los equipos, el stock de materiales y el activo humano.
Esta estructura está organizada en función de un grafo de dependencias orgánicas y funcionales, que tiene su reflejo en los organigramas. Todos conocemos los organigramas de las empresas. Suponen una herramienta muy útil para entender cómo estamos “organizados” de quien dependemos y quién depende de nosotros. Quiénes nos dan las órdenes y a quienes se las tenemos que trasmitir. Indica nuestro grado de autonomía o de dependencia, así como nuestro grado de responsabilidad.
La estructura mínima de organigrama tipo linea staff es esta:
Organigrama simple de un grupo humano empresarial
Organigrama simple de un grupo humano empresarial
Con esta estructura, a cada elemento del organigrama le corresponderá una función concreta, y en la medida en que hay jefes y subordinados, estamos ante una estructura piramidal.
Esta estructura es en esencia la de un grupo humano, desde el punto de vista sistémico, aunque sea formalmente una empresa pequeña.
Si la empresa crece, terminará por dar un salto cualitativo hacia tres niveles: dos de mando y uno de producción.
Con el Nivel 2 aparece el mando intermedio, fruto de la delegación de funciones de mando. Nace el organigrama “línea-staff”. El Staff es el equipo de mandos intermedios, y la Línea es el elemento productivo (o de servicio).
Canales de comunicación entre la línea y staff
Con el Nivel 2 aparece el mando intermedio, fruto de la delegación de funciones de mando. Nace el organigrama “línea-staff”. El Staff es el equipo de mandos intermedios, y la Línea es el elemento productivo (o de servicio).
Al crecer la empresa, crecerá la complejidad de su estructura, así como los niveles de mando, siendo muy frecuente organigramas con cinco, seis o más niveles.
Canales de comunicación entre la línea y staff
Si la empresa sigue creciendo, un desarrollo piramidal haría incrementar los mandos intermedios, o lo que es lo mismo, el índice de encuadramiento, o unidades horizontales frente al número de niveles de mando, con el riesgo de apuntalar la empresa, creando tantos niveles intermedios que comienzarían a enlentecerse los flujos de información, de modo tal que para comunicarse dos elementos de la línea tendrían que pasar por ocho, en el caso del organigrama del ejemplo, lo que hace imposible que las informaciones y las respuestas llegan a tiempo de ser útiles.
Los modelos gráficos estructurales nos ayudan a comprender el nivel de complejidad de detalle. Un organigrama amplio, extenso, abigarrado, nos permite intuir hasta qué punto serán complicadas y lentas las relaciones entre unidades y departamentos. La experiencia personal puede hacer ver en un vistazo si un organigrama permite una gestión ágil, razonable o erizada de barreras y burocracia.
3.2.- Diagramas matriciales
Un tipo especial de diagrama organizativo es el matricial, donde se representa la división del trabajo en las organizaciones. En un organigrama jerárquico, la línea representa los diferentes procesos que se ejecutan en la empresa. Pero, a poco que una organización tenga volumen suficiente, el trabajo sabemos que se divide, estableciéndose dos tipos de actividades, unas de carácter vertical, o de producto final, o otras de carácter horizontal, o de servicio de apoyo a las diferentes líneas de producción. Así, actividades como la administrativa, personal, limpieza, seguridad, mantenimiento, informática, transporte, almacenes, etc, no las hace cada línea de producto por sí misma, sino que la propia empresa establece diferentes servicios que prestan este tipo de apoyo a toda la organización. Y esto se representa mediante el diagrama matricial, en el que por filas y columnas se disponen aquellos servicios o unidades que son de apoyo (en filas), y de producto final (en columnas).
De este modo, el diagrama estructural resalta como se distribuyen los trabajos, y da un paso más en el conocimiento gráfico de la organización.
En el extremo, esta división del trabajo lleva a la externalización de cada vez más servicios, donde termina por no ser coste efectivo tener la propia unidad de limpieza, de seguridad, o de informática, cuando ya existen empresas especializadas en dar ese servicio.