A continuación voy a insertar un comentario que me ha hecho una persona muy inteligente, mi hermano Manuel, y que conoce bastante bien esas segundas intenciones que todo buen político esconde cuando expone su programa electoral, habla ante la prensa, o interviene en las cumbres internacionales mostrando el lado amable y solidario del poder político.
Es muy importante ser conscientes de que si los sistemas humanos son inestables, no funcionan, o terminan siempre por fracasar, es por el componente de oculta intencionalidad.
La
“ayuda a desarrollo”, es un camelo puro y duro. El poder (el dinero) no
conoce esa palabra. Si el poder presta “ayuda” con 1 es porque antes se
ha
garantizado que va a recibir 10 a cambio. Voy a contar algo que posiblemente la gente no sepa...
Desde
el final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos - o mejor dicho, la élite
"elegida" que tiene a ese pais por las pelotas - se embarcaron en un
programa cuyo objetivo no ha sido otro que la dominación mundial. Y para
llevar
a cabo ese programa, utilizaron los llamados “matones económicos” EHM
(iniciales en inglés de "Economic Hit Man") que eran los
encargados de sobornar a los dirigentes de países del tercer mundo
carentes de
infraestructuras pero con recursos
naturales y con valores estratégicos. Cuando estos matones económicos fracasaban
en su misión (porque se topaban con dirigentes honrados), se echaba mano de los
chacales (asesinos profesionales) para quitar de en medio al incorruptible
gobernante y si eso fallaba, entonces se utilizaba al ejercito, se invadía el
país, se eliminaba al incomodo gobernante y se ponía en su sitio a aquel
dispuesto a servir con lealtad “a su nuevo amo”.
Una
vez esos dirigentes estaban “en el bote”, se llevaba a cabo el
plan de “ayuda al desarrollo” que consistía en ofrecer al país préstamos
impresionantes para la construcción carreteras, aeropuertos,
electrificación,
etc. Los préstamos los hacían agencias como el Banco Mundial y el FMI,
entidades que como es sabido, son controladas por los Estados Unidos.
Por
supuesto, el país receptor de esos “generosos” préstamos no podía
contratar
esos proyectos en el mercado abierto, sino que los mismos tenían que
ser llevados a cabo por empresas constructoras de Estados Unidos. El
dinero salía de Estados Unidos y regresaba a Estados Unidos. En ese
camino de ida y vuelta, después de pagar cantidades muy sabrosas a las
constructoras americanas, una parte del dinero se quedaba en el bolsillo
de
esos dirigentes lo que garantizaría a Estados Unidos una lealtad (o
sometimiento) de por vida
por parte de esa élite, el voto favorable en la Naciones Unidas, la
adhesión a esas "coaliciones" pergeniadas por Estados Unidos para
invador paises (Afghanistan, Irak, etc), el emplazamientos
para las bases militares, acceso a los recurso naturales, etc. Al país
receptor
le quedaban carreteras, electricidad, un aeropuerto, etc, una pequeña y
sumisa élite
muy rica, pero también una gran población mucho más pobre que lo era antes de
recibir la “ayuda”, y lo más importante, le quedaba una deuda gigantesca que el
país nunca podrá pagar y que crecerá con el paso del tiempo porque los intereses
se acumulan. Y para que el país receptor pueda pagar parte de los intereses de la
deuda, esos organismos prestatarios, obligan a su gobierno a reducir los gastos
sociales en educación, salud, vivienda, etc, reducción cuyas consecuencias solo
las sufre una población empobrecida durante décadas venideras, si bien, a este
aspecto nunca se le ha prestado consideración alguna.
Esta
es la triste historia de un sinfín de países de América
Latina, África y Asia. Así es que, hablar de “ayuda al
desarrollo”
es casi inmoral, porque bajo ese piadoso calificativo, se esconden las políticas mas
siniestras
que uno pueda imaginar, como siniestros son los politicos, las
entidades, los bancos y las instituciones que con nombres muy
respetables, han contribuido a perpetuar esa deleznable politica de
dominación. Y no olvidemos a aquellas otras piadosas instituciones que
siendo perfectamente conscientes de lo que ocurre, miran para otro lado,
e incluso prestan su apoyo buscando solo su supervivencia en un mundo
en el que ya no tienen cabida.
En su criminal “Informe 200” (National Security Study Memorandum 200), preparado en 1974, Henry Kissinger
recomendaba a la Casa Blanca lo siguiente: “A
los países pobres y subdesarrollados pero con recursos naturales, hay que
mantenerlos pobres y subdesarrollados para que no consuman esos recursos que
nosotros necesitaremos dentro de 50 años”.
El que no quiera creer esta exposición que no lo haga, pero en el mundo en que vivimos, y con lo que está emergiendo de las cloacas de las grandes corporaciones multinacionales y de "los mercados", la duda metódica de Descartes, la duda como método de investigación de la verdad, no debería descartarse.
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