Bienvenida

Amigo/a.
Este es un blog dedicado a ver la vida que nos rodea de otra forma. Vivimos en una realidad totalmente interrelacioneda entre los miles, millones de elementos que la conforman. Y lo hacen en agregaciones sucesivas e integradas denominadas "sistemas".
En un lenguaje razonablemente asequible, pretendo dar herramientas mentales para poder intuir la complejidad de un mundo condicionado por una variable, el tiempo, que inexorablemente nos conduce a un objetivo final, tanto como individuos y como especie.

La página principal contiene las entradas que iré escribiendo, bien de mi pluma, bien referencias de terceros autores sobre temas que están relacionados con la visión holística, sistémica de la vida.

El menú de páginas laterales se basan en los capítulos del libro que escribí hace ya algunos años "Análisis sistémico, su aplicación a las comunidades humanas". Constituyen las bases del pensamiento sistémico que voy a desplegar en este blog.

La página "Indice y referencias" contiene el contenido de las sucesivas páginas sobre sistémica.

La página "Visión general", contiene los principios fundamentales para entender, a modo introductorio el pensamiento sistémico.

Las páginas de la 1 a la 9, despliega cada uno de los contenidos fundamentales del libro que escribí. Su lectura es muy importante para comprender el razonamiento que se irá exponiendo en las sucesivas entradas en la página principal.

Buena suerte. El pensamiento sistémico te cambia la visión de la realidad, abriéndote un escenario hasta entonces desconocido.
Con la visión sistémica del mundo, uno puede ver más allá de lo que perciben los sentidos y la mente convencional es capaz de comprender.

De nada hablaré como maestro, aunque de todo hablaré como entusiasta, como decía Ortega y Gasset, porque pongo por delante que lo que pueda plasmar en este blog no es fruto de ninguna cultura enciclopédica. No soy especialista de casi nada. Pero sí soy generalista, es decir, un profesional (en este caso de la Sanidad y de la Medicina) que aplica el método sistémico a lo que ven mis ojos.

Invito a quien quiera atreverse, a que se embarque en esta forma de pensar. Los resultados pueden ser sorprendentes.





viernes, 9 de diciembre de 2011

3.- Tecnología apropiada a los países en vías de desarrollo


Texto de una conferencia que impartí para Manos Unidas el 2 de Diciembre de 2004, en la Universidad Politécnica de Valencia

“Los nuevos modelos atrajeron multitudes en el VII Salón internacional del automóvil de Shenzhen el pasado noviembre (2003). “La gente no se limitaba a mirar –dice el periodista Hu Hui-. Abría las puertas, se sentaba y probaba los motores”. Con el espectacular incremento del coche particular, China es el país donde el consumo de petróleo aumenta con más rapidez”. Tim Appenzeller (Nat. Geograph. Jun2004)

“En la calle uno se sorprende al ver los tenderetes y bazares con todo tipo de aparato electrónico de última generación, pero cuando subes a la habitación del  hotel y ves que por el grifo no sale agua caliente, y a veces ni siquiera sale agua, te das cuenta de que estás realmente en el Tercer Mundo” Robert Kaplan, Viaje a los confines de la Tierra.

Cuando hablamos del uso de la tecnología, nos podemos imaginar que existe un abismo insuperable entre nuestro cómodo y adinerado mundo, donde en cada casa se disfruta de no menos de veinte aparatos que encierran una muy sofisticada tecnología, frente a la situación de las pobres aldeas del Sahel subsahariano, por poner un ejemplo. Pero yo creo que enfocar el tema desde el planteamiento de cómo podríamos hacer para que la tecnología que nosotros disfrutamos alcance a los que nada tienen, así, sin más, me parece una cuestión que no tiene sentido.

Cuando se plantean acciones de ayuda al desarrollo de aquellos países y gentes, yo al menos tengo la sensación de que lo que se pretende es tratar de aproximar a ellos nuestro estilo de vida, nuestras capacidades de uso y consumo de bienes, y lógicamente nuestra capacidad de generarlos y adquirirlos. Y parece como si el paradigma de nuestro estilo de vida es lograr ofrecerles a ellos nuestra alta tecnología, porque así entendemos que ellos vivirán mejor.
Pero si no queremos caer en tópicos baratos y absurdos, deberíamos hacernos primero una serie de preguntas, que no dudo, son muy difíciles de contestar.
¿Qué es la tecnología?
¿Es útil – necesaria toda la tecnología que disfrutamos?
¿Es útil – necesaria también para ellos?
¿Qué niveles de consumo de recursos exige el uso y disfrute de la tecnología?
¿Es asumible un Planeta completamente tecnificado?
A la pregunta ¿Qué es la tecnología?, un diccionario enciclopédico (Larrouse 2000), por utilizar uno de los muchos que existen, dice que “tecnología” es el conocimiento de la evolución del conjunto de instrumentos o maquinaria, procedimientos y métodos técnicos que permiten la utilización de fuerzas naturales para la satisfacción de las necesidades humanas.
Desde un enfoque económico, los neoclásicos consideran la utilización de la tecnología bajo el principio de eficiencia, por el que los procesos basados en la tecnología lo son en la medida en que no consuman recursos en cantidad superior a los bienes que producen, o a medios de producción alternativos. Para los marxistas, el progreso técnico es uno de los elementos fundamentales para el desarrollo de la dinámica social.
Con estas definiciones podemos extraer tres elementos básicos en el análisis que nos ocupa. El primero, la tecnología como medios técnicos que permiten usar las fuerzas naturales para satisfacer las necesidades humanas. El segundo introduce, el concepto de eficiencia, por el que satisfacer las necesidades sí, pero a un coste asumible. Y el tercero, plantea la tecnología como elemento fundamental del desarrollo de los pueblos, entre otras cosas porque supone una fuerza generadora de producción, y por tanto de empleo y por tanto de riqueza, que no tiene alternativa posible. Cada uno de ellos da para abordar siete conferencias de expertos internacionales, pero aquí sólo vamos a llegar a unas cuantas reflexiones.

NECESIDADES
La primera pregunta que hemos de respondernos a la hora de plantearnos la transmisión de tecnologías a los países en vías de desarrollo (PVD), es si sus necesidades son iguales que las nuestras.

Una forma de poder resolver esta cuestión es acudir a la socorrida pirámide de Maslow, donde uno nada más verla, observa que mientras nosotros podemos en general encontrarnos en la parte superior de la pirámide, nuestros hermanos pobres en muchas ocasiones no superan el nivel inferior. Aunque no podemos afirmar que ellos no tengan afecto y amor por el hecho de no disponer de lo suficiente. Es más, deberíamos incluir en la parte superior la necesidad de divertimento o ocio, que en nuestros países mueve cantidades inconmensurables de dinero, recursos… y tecnología, como forma de compensar en nuestro mundo la falta de afecto y amor, aunque el dinero nos salga por las orejas. Pero este es otro tema.
Siguiendo con el tema que nos ocupa, en una primera reflexión no parece razonable a un niño de Sudán, que no tiene qué llevarse a la boca, darle un DVD para ver películas americanas. Es decir, para nosotros, cuando pensamos en tecnología avanzada, se nos viene a la mente todo el cortejo de aparatos electrónicos que rodean nuestras vidas, desde la lavadora súper automática hasta el I-pod capaz de almacenar 10.000 canciones que nuestros hijos se descargan conectados a Internet las 24 horas. O los aceleradores lineales de nuestros hospitales. O la red de cajeros automáticos, o el GPS de nuestro último coche.
Pero tecnología es también los sistemas de riego, o las centrales térmicas, o las represas, o las carreteras bien asfaltadas (no necesariamente autopistas de cinco carriles), o el servicio de correos, o dispensarios de atención primaria, o redes adecuadas de alcantarillado, o la iluminación de las calles.
Es decir, tecnología o alta tecnología no es sinónimo del último grito tecnológico que se expone en la última edición del SIMO, o en el último salón del automóvil. Ni siquiera alta tecnología es sinónimo de los aparatos más complejos y costosos para curar el cáncer en los hospitales más punteros de Norteamérica.
La tecnología es útil sólo para aquél que la comprende y la sabe utilizar para satisfacer sus necesidades. En este sentido tenemos que entender que existe una tecnología, a veces alta o muy alta (según el concepto empírico que tenemos de alta o muy alta), para satisfacer necesidades primarias o de déficit. Existe otra tecnología que nos permite avanzar en la pirámide de Maslow hacia cotas medias, y existe otra para aquellos que ya lo tenemos todo y entra de lleno en la satisfacción de apetencias suntuosas y de divertimento.
TRABAJO
La segunda pregunta a la que debemos responder es si la tecnología permite generar trabajo. Porque como reza el ya clásico refrán, no vale con darle un pescado al hambriento, sino enseñarle a pescar. Ciertamente depende de si los medios de producción de tecnología están asentados en el país o vienen de fuera y la zona en cuestión se limita a consumir artículos de importación.
Ciertamente, parece existir una correspondencia entre tecnología básica (la que satisface las necesidades de déficit) y su ubicación en el país, puesto que los sistemas agrícolas, de riego, ganaderos, y de producción de energía, difícilmente pueden estar fuera. A poco que un país tenga unos medios básicos de subsistencia, el agua y los alimentos ha de producirlos, al menos en cantidades esenciales, ellos mismos, con independencia de que se importe aquellos bienes que el suelo donde viven no puede producir.
Con el desarrollo económico, también se da la tendencia cada vez más intensa de afluencia del sector industrial occidental a PVD, bajo el fenómeno de la deslocalización. Así, son cada vez más numerosas las industrias que al calor de la mano de obra barata trasladan sus factorías a PVD. (Mis botas de montaña son francesas, pero están fabricadas en Vietnam). Esto no significa que los habitantes de aquellas regiones disfruten directamente de lo que ellos fabrican, pero al menos disponen de una fuente de trabajo.
EFICIENCIA
La tercera pregunta tiene una respuesta más compleja, y además plantea serias dudas respecto de muchas cosas.
Eficiencia es la relación entre los medios empleados y los resultados obtenidos. Es lo mismo que el concepto coste – efectividad, entendiendo por coste los medios que se necesitan para producir un bien, y efectividad el grado en el que se alcanza un resultado o efecto real deseado.
En este punto tenemos que detenernos en conceptos de la teoría económica clásica, y acudir a dos leyes fundamentales, la primera es la Ley de rendimientos decrecientes y la segunda es la Ley de rendimientos de escala, en cierto modo asociada a la de acumulación de capital.
La Ley de rendimientos decrecientes, formulada por David Ricardo dice que a medida que aumenta la producción se necesitan cada vez más y más recursos en materia, energía e información, es decir, coste. En otras palabras, llega un momento en el que el incremento de los costes por unidad de incremento de producción, o de resultado, se hace cada vez más grande, hasta convertirse en casi asintótica, con lo que se llega a la paradoja de que un incremento unitario en efectividad supondría casi un coste infinito.

A no ser que entre en juego una segunda ley o principio, que es el de los rendimientos de escala.
Si se produce un cambio sustancial en los medios y capacidades de producción, se produce un rendimiento creciente de escala, si se genera, con ese salto cualitativo y cuantitativo de las  capacidades productivas, un incremento no proporcional de la producción.
De alguna forma este efecto está asociado a la Ley de acumulación de capital por la que el incremento de capital permite nuevas inversiones que generan mayores ingresos y mayores capacidades productivas. Esto hace que cada vez más, las capacidades de producción de bienes y servicios se concentren en cada vez un menor número de empresas más y más poderosas contra las que es cada vez más difícil competir. Generan economías de escala que son extraordinariamente difíciles de igualar para empresarios que intentan introducirse en un sector.
En realidad ambas leyes, la de crecimientos decrecientes y de crecimientos de escala están combinadas, cuando agotada una vía d producción se encuentra la siguiente, el crecimiento se dispara (fase 2) hasta que termina agotándose (fase 3).
La aplicación de estos principios al tema que nos ocupa nos lleva a un terreno sobremanera inquietante. La tecnología que disfrutamos necesita detrás una cantidad descomunal de recursos para la producción y para el mantenimiento. Y los costes unitarios de producción, cuando nos adentramos en elementos de alta tecnología entran de lleno en la meseta asintótica de la curva.
Un ejemplo claro lo tenemos en la tecnología médica. Los países más pobres, a penas si pueden salir de sus problemas más acuciantes, por escasez de medios, lo que supone unos niveles de salud infrahumanos. Sin embargo, los países PVD, si disponen de una buena política de cooperación, y consiguen salir y resolver sus conflictos internos, a poco que se apliquen políticas de higiene básicas y adecuadas campañas de vacunación, y atención materno infantil se experimentan incrementos sustanciales en los indicadores fundamentales de salud. Sin embargo en los países desarrollados, la tecnología médica se interna en la meseta asintótica de la curva, pues nuestras capacidades tecnológicas, cada vez más caras, realmente no generan un incremento proporcional a las inversiones que se realizan, y que la sociedad exige insaciablemente.
Por ello, cuando se trata de incorporar a los PVD la tecnología occidental, debemos reflexionar, si además de serles útil para sus necesidades, realmente es una tecnología eficiente, es decir, coste efectiva para su disponibilidad de recursos, que no pueden desperdiciar en un aparataje tan sofisticado, como costoso e ineficiente en su entorno.
SOPORTE TÉCNICO
Además de los tres elementos que se desean con la introducción de la tecnología, hay que ser conscientes de que su uso y disfrute requiere un aparato estructural en el país, a veces de increíbles proporciones.
Por poner un ejemplo. Que un automóvil pueda cumplir su función de desplazarnos de un lugar a otro, requiere toda una industria de fabricación detrás, desde los fabricantes de cada una de las piezas, hasta la factoría de montaje final. Supone una red de distribución de piezas desde donde se fabrican hasta donde se ensamblan. Una red de distribución de ventas. Una red de talleres de reparaciones. Una red de gasolineras donde poder repostar combustible. Una red de carreteras por donde se pueda transitar con un mínimo de seguridad, y no tanto de comodidad y rapidez. Si alguno de estos elementos falla, casi de nada nos sirve tener un automóvil.
No tiene sentido, salvo hacer un negocio fraudulento, inundar de cacharrería electrónica a un país sin infraestructura suficiente para soportarla.
Gracias al principio de los rendimientos de escala, nuestros automóviles siguen costando básicamente lo mismo en los últimos diez años. Pero hay indicios que nos hacen pensar que esta bonanza puede estar disfrutando de sus últimos días. La razón estriba en el precio de las materias primas. Entre ellas, y fundamental, el petróleo.
MATERIAS PRIMAS
La producción y consumo de tecnología puede llegar a ser extremadamente costosa en consumo de materia prima. Entre ellas, las fuentes de energía están en el punto de mira de uno de los mayores problemas de la Humanidad. Efectivamente la frase que literalmente hemos puesto en el inicio de la conferencia supone un serio problema. Hasta ahora la cosa era del siguiente modo. Nosotros, Occidente, nos movíamos en coche, mientras que los 1300 millones de chinos se desplazaban en bicicleta. Y el precio del petróleo se mantenía por debajo de los 30 dólares el barril. Ahora, 1300 millones de chinos se están pensando que es más cómodo desplazarse en coche, y su economía parece mostrar indicios de que cada familia china podría tener un cochecito. El resultado es que el petróleo cuesta ahora 50 dólares (esta, entre otras razones). China en 2002 igualaba a Japón en consumo de petróleo, 1935 millones de barriles anuales. India va detrás, y también le apetece moverse en coche, y también tiene más de 1000 millones de habitantes.
Y el petróleo no está solamente en la base de las fuentes energéticas. Casi todos los materiales de alta tecnología que utilizamos (todos los derivados plásticos y gomas) de alguna forma utilizan los alcanos (hidrocarburos saturados). Esto significa que bajo múltiples aplicaciones, la difusión de la tecnología a los PVD hace crecer de forma casi imprevisible el consumo de las fuentes energéticas y plásticas naturales.
Esto nos lleva a una inquietante situación. Si efectivamente, con la tecnología actual, no es posible satisfacer la demanda de materias primas (sobre todo petróleo) para la población mundial que la consume en la actualidad, y mucho menos para la que desea consumirlas en el futuro, la dramática pregunta es cómo y dónde situar el objetivo de desarrollo en los países PVD entre la insoportable desigualdad actual y la imposible y dudosa “igualdad de uso” de un mundo totalmente tecnificado (si es que ello fuera acaso técnicamente posible).
RESIDUOS
El consumo de tecnología provoca también un efecto directo no menos importante. La generación de residuos. En nuestros países, todos empezamos, más o menos, a estar concienciados con la necesidad de reciclar y de minimizar lo más posible la contaminación, tanto atmosférica, como del agua o incluso de la tierra. En los PVD la situación es bien distinta. Si por una parte la tecnología que ellos usan, por ser más anticuada es más contaminante (fábricas, coches y calefacción), el consumo masivo de nuevas posibilidades generaría igualmente más residuos, aunque los aparatos fueran menos contaminantes.
PRIMERA RECAPITULACIÓN
De lo expuesto hasta ahora podemos concluir que los atributos analizados, “necesidades”, “trabajo”, “eficiencia”, “soporte”, “materia prima” y “residuos”, constituyen un conjunto tremendamente inestable de variables que hacen que la ecuación tecnológica para los PVD, y por qué no decirlo, incluso para nosotros, tenga una muy difícil solución. Pero es evidente que, aunque no tenga una solución ideal, porque no la tiene, debemos conseguir encontrar valores razonablemente adecuados o útiles, al menos para según qué grupos de países según sus necesidades.
Es evidente que los PVD tienen el mismo derecho de disfrutar de la tecnología, en cuya producción ellos también contribuyen decididamente, bien como productores de materias primas, bien como productores de bienes de equipo o de consumo, que nosotros. Pero hay razones para pensar que ello, en el extremo no va a ser posible, salvo que un salto de rendimientos de escala permita al Planeta disponer de energía barata, abundante y no contaminante, nuevas capacidades de reciclaje y un abaratamiento sustancial de los bienes de producción.
En esta creencia se basa el denominado “optimismo tecnológico”, frente al pesimismo que embarga a los que sospechan que la Tierra y el efecto de explosión demográfica no va a poder aguantar el tirón de las tensiones que estamos experimentando en los albores del presente siglo XXI, y que se denomina “pesimismo malthusiano”.
GLOBALIZACIÓN
Una de las características fundamentales de nuestro Mundo es que está altamente globalizado. La economía mundial está globalizada, los flujos de capital transnacionales son inmensos y masivos cada día, y la interdependencia de los países entre sí es cada vez mayor. En lo que se refiere a la tecnología la dependencia de los principales países productores (aunque tengan sus fábricas en los PVD) es innegable. Los PVD no producirán tecnología, la consumirán dependiendo en financiación y suministro de los países que la controlan. Esto es un hecho. Y consumirán tecnología en la medida en que sea negocio, a ser posible redondo, para los productores. En este sentido, la globalización supone para los PVD por un lado la esperanza de prosperar, pero por otra la seguridad de que dependerán de los países grandes casi para respirar.
Y las organizaciones internacionales que supuestamente facilitan la financiación de los PVD tampoco van a contribuir a la independencia económica y tecnológica de estos países, porque son la voz de sus amos, los países del G7.
Siendo conscientes de que este enojoso asunto planeará en los posibles escenarios de cooperación para el desarrollo, salvo que cambiase tan grata como improbablemente la cuestión, pasemos a plantearnos de qué modo se podría plantear genéricamente la difusión de la tecnología en los PVD.
PLANTEAMIENTO SISTÉMICO
El análisis de las necesidades tecnológicas de un país se puede efectuar de diversos modos, siguiendo esquemas prefijados para clasificar los diferentes sectores de actividad y productivos, por ejemplo la clásica división de los sectores en primario, o extractor de materias primas, secundario o industrial y terciario o de servicios.
Sin embargo, y valga como una forma poco frecuente de plantear la cuestión, presentamos aquí un planteamiento denominado sistémico de un país. Esto quiere decir lo siguiente. Un país es un sistema, definido como conjunto de elementos relacionados entre sí; y además es un sistema vivo, como lo es un organismo biológico. Para que todo ser vivo pueda mantenerse con vida necesita disponer inexorablemente de una serie de subsistemas internos que le permitan ingerir alimento, procesarlos para obtener energía, almacenarla y utilizarla para poderse mover (con sus músculos) y relacionarse con el exterior de alguna forma, mediante un sistema de información (nervioso). Y eliminar los residuos de la digestión y combustión interna.
El investigador americano James G. Miller planteó esta teoría allá por los años 70, que bien estudiada resulta ser incuestionable.

Las organizaciones humanas, y un país lo es, necesitan los mismos subsistemas críticos para vivir, que necesita un ser vivo biológico. Sobre esta base vamos a examinar de qué forma es aplicable la tecnología en los PVD.
Para que un país alcance un razonable estado estable, es decir, un nivel de desarrollo y viabilidad aceptable, necesita alcanzar la madurez en todos y cada uno de los subsistemas críticos, que se agrupan en tres categorías.
Subsistemas que procesan materia y energía. Son aquellos que suponen el tejido productivo y de servicios del país.
Subsistemas que procesan información. Son aquellos que constituyen el tejido neuronal de la nación. Redes de comunicaciones. Elementos que recogen la información, la procesan, la almacenan y con ella toman decisiones, y trasmiten a la sociedad dichas decisiones como publicidad, medios informativos e imposiciones de obligado cumplimiento entre otras.
Subsistemas que procesan materia, energía e información. Estamos ante el sistema defensivo: Fuerzas Armadas y policía interna, y la capacidad interna del país de adaptarse a nuevos escenarios políticos, sociales y económicos.


SISTEMAS INGESTORES
Son los medios que permiten extraer la materia prima necesaria para satisfacer a la población de alimentos, energía y materiales para desarrollar una vida normal. Es el sector primario. Ningún país es autosuficiente en materias primas. Pero de disponer de ellas, los PVD necesitan de una tecnología pesada altamente costosa. Estamos ante la tecnología que permite la explotación minera de yacimientos de minerales y fuentes energéticas.
En general, si estos yacimientos son de interés estratégico mundial, es seguro que ya están explotados por las multinacionales del sector. Es el caso de Bolivia y su gas natural. La tecnología ya está en esos países, pero controlada por multinacionales.
En el caso de la alimentación el asunto puede estar más atomizado, y cada país puede disponer de sus propias capacidades. En según que PVD la agricultura y ganadería puede estar bajo mínimos (países que sufren hambrunas periódicas), e incluso sufrirlas mientras lo que producen sirve como fuente de recursos económicos para pagar la deuda externa.
En cualquier caso, en principio es el sector agrícola uno en el que cabe plantearse introducir mejor los recursos tecnológicos para sacar un mayor rendimiento a la tierra.
Aquí hay que citar el empleo de la biotecnología que permite la elaboración de alimentos transgénicos. Esta parece ser una alternativa para dar de comer a millones de personas en una tierra que cada vez está más sobrexplotada. Pero hay dos problemas, las consecuencias para la salud del uso de semillas transgénicas, y (otra vez), la dependencia comercial de los países propietarios de las patentes de semillas transgénicas.
Otro tanto cabe hablar de la pesca y ganadería, donde la implantación de una adecuada tecnología permitiría mejorar el rendimiento de las explotaciones ganaderas y pesqueras (piscifactorías). Y en hablando del sector de la alimentación, hablamos de una de las tecnologías más necesarias para los PVD, sobre todo en aquellos que no superan el nivel más esencial y básico de la pirámide de Maslow. De hecho, muchos de los proyectos financiados por Manos Unidas van en este sentido.
No obstante, la cesión de tecnología a esos países introduce una servidumbre no siempre resuelta. Al hablar en el epígrafe dedicado al “soporte técnico”, decíamos que el uso y disfrute de la tecnología requiere un soporte estructural alrededor del aparato de uso que no es baladí. Sistemas logísticos de repuestos, técnicos especializados en reparaciones, talleres de suministros, etc. Podemos abastecer de bombas eléctricas para extraer agua. Pero si con ellas no acompaña el técnico que sepa repararlas, (o se enseña al usuario), o suministradores de repuestos, ni una red de suministros, al primer fallo de esas bombas, terminarán en un cementerio de bombas tan costosas como inútiles.
Por último, y no menos importante, si los sistemas ingestores suponen la puerta de entrada de materia y energía en un país, no olvidemos que un elemento fundamental de materia prima de un país es su gente, la población. Es la base de la fuerza de trabajo y del capital. Y la población entra, bien por la vía de los nacimientos o por la vía de la inmigración.
Si hablamos de nacimientos, estamos hablando básicamente de la mujer y del papel esencial que cumple en la crianza de los hijos. Podemos hablar aquí de una tecnología sanitaria que permita garantizar una salud materno infantil que evite la mortalidad perinatal, tanto de ellas como de sus hijos. Esto nos conduce a hospitales obstétricos y pediátricos, que en sí mismos no requieren una sofisticada tecnología, pero sí unas condiciones higiénicas razonables, al menos.


SISTEMAS CONVERTIDORES
Estamos ante la industria pesada capaz de convertir el mineral en metales, o el petróleo y el gas en combustible, o las reses en carne, o los alimentos cultivados en alimentos consumibles, o el agua embalsada en agua capaz de fluir por la red de suministro, o los áridos en materiales para la construcción, o los árboles en madera, etc. Es decir, estamos ante el sector primario que transforma las materias primas en materias elaboradas capaces de ser utilizadas para su posterior uso y convertirlas en bienes de consumo desde las industrias del sector secundario.
La tecnología necesaria para llevar a cabo estas funciones es también altamente compleja. Supone el diseño y la puesta en funcionamiento de proyectos de ingeniería muy costosos y complejos. Esa tecnología es también importada en general. Y también está situada en la base de la pirámide.
En el ámbito de esta función conversora, si el país no tiene industria propia (tecnología), tendrá que importarla y depender del exterior para casi todo.
Lo referido en el epígrafe anterior sobre la mujer y el crecimiento demográfico, ahora podemos referirlo a qué se hace con esos niños para “convertirlos” en personas adultas que puedan constituir realmente fuerza de trabajo y capital humano. Hablamos del sistema educativo y de la formación de la mujer como responsable de la educación doméstica de los hijos, sin desatender al padre. Pero en según qué sociedades este rol paterno educador varía mucho.
En suma, el sistema educativo no requiere tanto de una tecnología compleja y costosa, como de medios materiales y sobre todo humanos para hacer posible esa formación esencial de los escolares.
SISTEMAS DE SOPORTE - INFRAESTRUCTURAS
Estamos ante la industria responsable de la obra civil y de la construcción.
En primer lugar, tecnología arquitectónica para construir viviendas dignas para la gente. ¿Tecnología?, desde las sencillas construcciones rurales, hasta los bloques de vivienda, que no se vengan a bajo con un seísmo de grado 3, por favor.
En segundo lugar, el saneamiento. Redes de aguas blancas y negras. Principal factor para el despegue sanitario de los PVD. Sin ellas, no hay que hablar si quiera de medidas de carácter sanitario, puesto que la gente se morirá de infecciones gastrointestinales. De la misma forma que sin tecnología primaria que garantice la alimentación y el agua potable, tampoco merece la pena hablar de salud para nadie.
En tercer lugar están las comunicaciones terrestres, carreteras y ferrocarril, puentes, aeropuertos y puertos. Algo que sea un poco mejor que los caminos de tierra convertidos en barrizales intransitables cuando llueve. Y que permita el desplazamiento razonablemente rápido y seguro de personas y mercancías. Aeropuertos que no supongan un suicidio el solo intento de aterrizar. Aquí hay también una alta tecnología detrás de los proyectos de ingeniería civil.
En cuarto lugar están las redes de energía eléctrica, esenciales para el uso de la electricidad, no sólo en las ciudades, sino en el entorno rural. Esta es una de las más graves deficiencias de los PVD.
Estos tres sistemas: ingestor, convertidor y soporte – infraestructuras, suponen la base tecnológica de los países PVD. Si en estos tres sistemas el país no dispone de la tecnología necesaria, es inútil y absurdo seguir pensando y discutiendo. Simplemente el país no puede funcionar. Y no lo puede hacer, porque estos tres sistemas no son externalizables, o se tienen o no se tienen, pero no se pueden importar completamente. Y las infraestructuras, ahí están, o no están.
SISTEMA DISTRIBUIDOR
Si el país dispone de infraestructuras de comunicaciones físicas razonables, entonces pueden funcionar las redes de distribución. Automóviles, flotas de autocares, de camiones, trenes de personas y mercancías, barcazas fluviales, flotas pesqueras y mercantes, tráfico aéreo. Este sistema distribuidor hace posible la logística. Y la logística encierra todo un sector industrial de primer orden que implica un soporte altamente desarrollado, como dijimos antes: redes de gasolineras, de talleres de reparaciones, de puntos de suministros, de sistemas de gestión, mando y control (como veremos al hablar de los sistemas e información). Etc. No basta con tener el vehículo. O se tiene el apoyo en tierra, o al primer fallo, quedará inservible.
Enlazando con el punto a continuación, el sistema almacenador, distribución y almacenaje van íntimamente ligados. Un buen sistema distribuidor, permite una gestión ágil de stock. Un mal sistema distribuidor, obliga a unos sistemas de almacenamiento pesados y muy costosos, si no se quiere echar a perder las mercancías.
En sí mismos, los elementos de distribución son almacenes móviles. La mercancía está almacenada en los tanques y contenedores montados en camiones, trenes, aviones  o barcos. No es importante sólo el hecho del vehículo, sino cómo ese vehículo almacena temporalmente la carga.
Esto es tecnología, a veces de la alta, como por ejemplo la que soporta el transporta de gases licuados, o contenedores frigoríficos.
Y ni que decir de los vehículos que transportan personas. El abismo entre los vagones con asientos de madera y locomotoras que tardan un día entero en recorrer 400 Km, hasta el tren de alta velocidad, es insuperable.
SISTEMA ALMACENADOR
Este es el subsistema responsable de la gestión de los bienes de consumo, tanto directos a la población, como de las piezas que necesitan ser suministradas para la fabricación de dichos bienes, tanto de consumo, como de equipo.
Estamos ante los sistemas de gestión de inventario, ante los almacenes de todo tipo. Almacenes donde hay un flujo de entrada, suministrada gracias a los servicios de suministros, distribuidores, y de donde se producen todos los días salidas en función de los pedidos por ventas a terceros.
Es el mercado, en suma, donde se compra y se vende, y mientras tanto los bienes quedan almacenados en grandes naves y silos, como el grano de cereal, o en tanques de combustibles donde se almacenan las reservas estratégicas de petróleo, o en naves industriales donde se almacenan los bienes producidos, o en los almacenes al por mayor, o al detall, o en las tiendas venta al público. Etc.
El almacenamiento de mercancía requiere una sofisticada tecnología de gestión y conservación de stocks. Pensemos que muchos artículos son perecederos, caducan si no se les da salida a tiempo; o necesitan unas determinadas condiciones de temperatura y humedad, como los alimentos.
En Occidente sabemos que la gestión de stock es muy cara, y las empresas la suelen externalizar. Se habla de suministros “just in time”, justamente para no asumir ese coste, aunque con ello dependamos de la red logística. Etc.
Esta tecnología se basa en dos elementos fundamentales. Equipamiento estructural para acondicionar la mercancía. Equipamiento motriz para movilizar los artículos rápidamente (gruas, carretillas, escaleras, etc). Y equipamiento informático para controlar el stock en todo momento.
Todo esto es tecnología, y de la sofisticada a veces. Y aunque pensemos que no es imprescindible que los PVD dispongan de las últimas técnicas al uso, no cabe duda de que la diferencia entre una buena gestión de almacenes y una mala puede estar en la base de que lo que entra en el país, o se consigue extraer o fabricar, se conserve en buenas condiciones para el consumo, o se pierda y degrade hasta quedar inservible.
SISTEMA PRODUCTOR
El sistema productor engloba un gran conjunto de sectores, tanto productores de bienes como de servicios.
Dentro de los sectores fabriles se encuentran todas las empresas que fabrican bienes de equipo y de consumo. Todas, las que ponen a la venta directa dichos bienes. Hablamos de la industria textil, del automóvil, del mueble, electrónica, electrodomésticos, fabricantes de componentes, herramientas, materiales de construcción, utillaje, imprenta y editoriales, etc.
Todas ellas constituyen una tupida red de interdependencia unas de otras, porque ninguna puede ser plenamente autónoma. Todas  dependen de suministros externos de piezas, materiales, herramientas, energía, agua, etc. Todas forman el tejido productivo secundario del país. El automóvil, por ejemplo; no basta con instalar una fábrica de montaje, si a su alrededor no se instalan una infinidad de industrias que fabrican las multitudes de piezas que componen un coche y que son estándar: neumáticos, baterías, amortiguadores, lunas, faros, asientos, etc. Y la compleja red de distribución, tanto nacional, como internacional para recibir casi a diario, piezas fabricadas al otro lado del Planeta. Etc.
Esto es tecnología y de la pesada y alta, porque estos sistemas productores están soportados a día de hoy por una ingeniería de muy elevada tecnificación y coste. Y esta es una de las claves del desarrollo avanzado de un país. Porque si un país no produce estos bienes, o bien se resigna a carecer de ellos, o tiene que importarlos en casi su totalidad.
Pasando al otro sector, el terciario o de servicios, estos sistemas productores engloban toda la inmensa red de servicios sociales en los que se soporta el mantenimiento de los diferentes sistemas. Hablamos de servicios postventa, talleres de reparación, y personal especializado. Poco hay que incidir sobre la importancia de disponer tanto de un buen tejido industrial que sea capaz de fabricar y producir los bienes que necesitamos, como de un servicio industrial que sea capaz de mantener dichos bienes, sobre la base de que todo, absolutamente todo, más tarde o más temprano termina fallando y dando problemas. Y esto es también tecnología y de la complicada, porque requiere instalaciones, herramientas y personal especializado.
De la misma forma que los bienes de equipo y consumo necesitan este sistema de apoyo y mantenimiento, los seres humanos también lo necesitan. Estamos ante el sistema sanitario. Centros de salud, hospitales, farmacias, y toda la industria que los soporta.
Esto es alta, altísima tecnología, y de la cara, de la carísima. Tanto que ni siquiera los países desarrollados aciertan a cómo poder sostener los costes permanentemente crecientes. Y es aquí donde más notables diferencias se pueden observar de necesidades en función de los países. En principio no parece sensato pretender instalar en los PVD hospitales de última generación, orientados a patologías propias del mundo sobresaturado, obeso y sedentario, que sufre lo que se merece, obesidad, enfermedades cardíacas, artrosis y enfermedades degenerativas por la longevidad, cuando el problema de los PVD pueden ser y son otros bien distintos, mortalidad perinatal, enfermedades infecciosas tropicales y gastrointestinales, desnutrición o traumatismos por efectos de las guerras. No siempre la última y más avanzada tecnología médica es útil, necesaria ni coste efectiva para resolver los problemas de los PVD.
Pero sí es de justicia invertir desde aquí, Occidente, o allí mismo, instalando fábricas de medicamentos, para tratar sus enfermedades. Existen unos medicamentos denominados huérfanos “orphan drugs”, que tratan enfermedades raras en Occidente, pero comunes y a veces de alta mortalidad en los PVD. Como la industria farmacéutica es occidental (G7/8), y privada, para ellos no es negocio investigar, desarrollar ni producir medicamentos para el Denge o la úlcera de Buruli. Son medicamentos huérfanos porque no tienen padre que les ayude. Y son los que los PVD necesitan en gran medida. Esta es una de las muchas deudas tecnológicas que Occidente tiene con los PVD. Y está sin saldar.
Otra forma importante de aplicar alta tecnología médica en países PVD es la Telemedicina. Esta es una rama de la Medicina, directamente apoyada en los sistemas de comunicaciones de imagen, voz y datos, bien por redes de cable, bien vía satélite, que permite el apoyo de especialistas situados a miles de kilómetros de distancia, a equipos médicos destacados o ubicados en zonas donde de otro modo sería imposible disponer de dichos apoyos.
SISTEMAS MOTORES
En un ser vivo animal, el sistema motor es el tejido muscular, cuya función es permitir el desplazamiento, con la finalidad de encontrar el alimento, el cobijo y el agua.
En nuestro mundo, la capacidad de moverse hasta encontrar recursos se llama “capacidad de vender” y de “encontrar financiación”. En una palabra, cómo conseguir pasivo contable, recursos propios, capital o ajenos; sobre la base de un activo que garantice unas ventas, cuyos beneficios reviertan en los inversores o en los prestamistas y acreedores. Este parece ser el mundo de las finanzas, que ciertamente mueven el mundo. Este es un elemento motriz, que en realidad impregna absolutamente todos los subsistemas estudiados y los que faltan por examinar, pues todo elemento material tiene un contravalor como activo contable, y un equivalente en el pasivo contable en función de la manera en la que está financiado. Por tanto, referirnos aquí, en el subsistema motor al mundo financiero, es simplemente una referencia a la capacidad humana de buscar fuentes de financiación garantizadas por la capacidad productiva de bienes y servicios.
Pero hay otro componente motor muy importante en un país. Es su capacidad de moverse como tal, de expandirse. Y no hablamos de guerras de conquistas, aunque todavía no están todas las fronteras claramente definidas. Es la capacidad de salir al mundo, de relacionarse con el exterior, de viajar, de salir al exterior, de no vivir aislado. De que sus gentes viajen, se mezclen, estudien en otros países, aprendan más allá de las fronteras de su país o de su comarca. Hablamos claramente de participar activamente del fenómeno de la globalización. Los musulmanes lo están haciendo de un modo imparable. Realmente están conquistando Occidente.
No es un sistema que requiera alta tecnología, pero sí una firme capacidad de decisión social.
SISTEMAS EVACUADORES
Son los encargados de dar salida del país al resultado de su actividad. Bienes, personal y residuos.
Hablando de bienes, hablamos del sistema de ventas al exterior.
Hablando de personas, estamos ante el fenómeno de la emigración.
Hablando de residuos, estamos ante el problema de cómo tratar el efecto de contaminación y acumulación de basuras y su reciclaje.
Cada uno de estos tres componentes es de vital importancia para el país. El primero, porque de él depende la capacidad de compra, de ingestión de recursos, y con ella, de iniciar todo el ciclo productivo. El segundo, porque la emigración imparable supone, bajo un ambiente de decepción, la sangría del capital humano necesario para mantener el país operativo. El tercero, porque tanto dentro de sus fronteras como en el conjunto del Planeta, la capacidad de absorción de residuos está provocando el ominoso efecto de la contaminación.
SISTEMAS DE INFORMACIÓN
Los descritos hasta ahora constituyen el conjunto de subsistemas orientados a la producción de bienes y servicios. Pero un país no puede funcionar si no dispone de adecuados sistemas de información. Sistemas que le permitan conocer lo que sucede en su interior y lo que sucede en el exterior, para conseguir que las personas se relacionen, se conozcan, intercambien conocimiento, bienes, servicios, capital, compren y vendan, y se planteen objetivos a medio y largo plazo. Sistemas que les permitan relacionarse con el mundo exterior, aprender del entorno, adaptarse a nuevas circunstancias y también influir en la comunidad internacional. En suma, los sistemas de información suponen los sentidos por los que conocer, las redes por las que transmitir información y órdenes, memoria para recordar, para tener una historia, para tener un futuro.
La tecnología que sustenta los sistemas de información va desde la necesaria para establecer un eficaz servicio de correos, una adecuada red telefónica y ya últimamente, las modernas redes telemáticas. Un país que ni siquiera disponga para sus ciudadanos un rudimentario servicio postal, queda afásico, incapaz de relacionarse. Y así no puede funcionar.
Suele haber una gran diferencia de servicios entre la ciudad y las zonas rurales. Las capitales y grandes y medianas ciudades suelen disponer de servicios postales y telefónicos. Y decir teléfono es decir redes de ordenadores en la medida en que se dispongan de nodos de comunicaciones y servidores.
Las tecnologías que soportan los sistemas de información son del tipo que en la actualidad se denominan “Nuevas Tecnologías”. En este sentido, el efecto globalizador de la red de redes, Internet ha acercado muchísimo las posibilidades de uso de las grandes autopistas de información.
Por otra parte las redes de satélites artificiales hacen posible que los medios de información, las cadenas de televisión y radio puedan llegar y alcanzar los últimos lugares del Planeta.
Por último la telefonía móvil, sobre todo la basada en teléfonos celulares vía satélite (red Iridium y similares), también hacen posible la comunicación desde lugares tan apartados como la Antártica o el corazón del Sahara o en medio del Atlántico. La cobertura es planetaria.
El problema, con serlo, no está tanto en la tecnología, sino en el uso táctico y estratégico. Hay que entender que los sistemas de información no lo conforman sólo las máquinas y las redes, sino las personas.
Hay informadores que recogen información del exterior y del interior, hay traductores al idioma interno del país. Hay personas que trabajan en los archivos, hemerotecas  y bibliotecas. Hay asesores y analistas que analizan y procesan la información que reciben, a todos los niveles, para convertirla en conocimiento, en inteligencia. Hay traductores que decodifican la información interna en órdenes y difusión hacia el interior del país y hacia el exterior. Y hay decidores, agentes de autoridad y poder, desde los poderes del Estado, la Ley, los medios de comunicación, en general, todos los agentes sociales, que actúan en función del conocimiento que adquieren gracias a los medios de información, y de sus objetivos.
En suma, los sistemas de información son una suma sistémica de hombres, máquinas y canales, que hacen que la vida de un país sea posible.
La tecnología es importante, muy importante, pero deja de serlo si la información es manejada con fines torcidos y con objetivos de opresión, como es el caso de las dictaduras, los movimientos guerrilleros, mafias, grupos de  presión, etc.
Es más, como veremos a continuación, da la sensación de que frente a un país sumido en la miseria, los servicios secretos de las dictaduras que los oprimen, pueden disponer de la más moderna tecnología que hace de los sistemas de información del país, instrumentos de opresión y manipulación.
SISTEMA DE SEGURIDAD Y DEFENSA
Estamos ante el sistema destinado a proteger el país. Básicamente se trata de las fuerzas armadas, los servicios de aduanas y la policía interior.
En la situación actual, en la que hay tantos frentes abiertos de conflictos civiles internos y bélicos, los sistemas de seguridad, de igual forma que los sistemas de información, son utilizados más que para proteger a la población, para someterla y para luchas interétnicas. En este sentido, la tecnología militar no parece tener problema para disponer de un continuo abastecimiento de armas y munición. Aquí trabaja muy bien el mercado negro, por donde un país puede desangrarse doblemente, por el dinero que se pierde en el tráfico ilegal, y se secuestra del necesario para comer, y por el derramamiento de sangre interno que provoca su uso en las guerras intestinas.



SEGUNDA RECAPITULACIÓN
La descripción estructural y funcional de un país bajo la visión sistémica permite entender hasta qué punto, todos y cada uno de los subsistemas examinados resultan imprescindibles para el normal desarrollo del país. De cómo la sociedad se cimienta desde el punto de vista tecnológico sobre la base de sistemas de soporte, ingestores, convertidores e infraestructuras civiles. Y sobre ellos, como los cimientos de una casa, se va construyendo todo un país. Pero que los primeros estén en la base no significa que lo que se construya después sea accesorio. Todos, absolutamente todos los subsistemas son esenciales, y son cubiertos por sectores productivos del país.
La tecnología no es tanto más valiosa cuanto más compleja, sino cuanto más útil es para cubrir las necesidades concretas de la población en una situación histórica concreta. Si la población enferma de infecciones intestinales, es absurdo instalarle un acelerador lineal para tratar los casos de cáncer, cuando la red de saneamiento es rudimentaria o inexistente. Si la población rural no dispone de un elemental servicio postal, es una exageración dotarles de redes de datos de alta velocidad. Cuando hay segmentos de población mal nutrida, es insultante instalarles televisiones con antenas parabólicas.
Es decir, la tecnología que necesita un país PVD es aquella que le es útil para superar una etapa en su desarrollo. Pero será inútil, por muy atrayente que sea, si no cubre las necesidades de primera instancia, y se adelanta varios estadios por delante.
Y decir tecnología es decir poner en funcionamiento un sector productivo. Sin la tecnología necesaria no es posible que un país pueda afrontar la vía del desarrollo. Pero cuando se trata de países que necesitan de todo, hay que ser muy prudentes para dosificar adecuadamente la introducción tecnológica.
Porque se producen contrastes y fuertes contradicciones. Porque debido al mudo globalizado, las redes del comercio internacional son muy capaces de venderle (o regalarle) un televisor con DVD a un niño con Kwasiorkor. Pero justamente porque las redes de información son planetarias, y las rutas del comercio permiten inundar los bazares de aparatos electrónicos, se puede experimentar la sensación extraña que relata Robert Kaplan cuando comenta en su libro “Viaje a los confines de la Tierra”, cómo frente a bazares atestados de cámaras digitales, en la habitación del hotel no salía agua por el grifo. Entonces uno se da cuenta de que está en el Tercer Mundo.
CRITERIOS DE MÍNIMOS
 Un plan de introducción de la tecnología, no tiene sentido en sí mismo, si no forma parte de un programa de desarrollo, en el que la tecnología supone uno de los elementos de la implantación.
En nuestro entorno, cuando se diseña un programa de modernización en una organización, se dan en esencia seis grandes áreas sobre los que incidir.
El primero es el área de las infraestructuras, entendiendo como tales los edificios, los accesos, las instalaciones y los bienes de equipo.
El segundo es el área del diseño de procesos. Se trata de diseñar cómo hacer las cosas, las operaciones, los procesos productivos y de servicios.
El tercero es el área de los sistemas de información, en general con apoyo informático, fundamentado en los procesos diseñados.
El cuarto es el área de personal. Se trata de diseñar racionalmente las necesidades de personal, la estructura de la organización y sobre todo, un adecuado plan de formación.
El quinto es el área financiera. Se trata del diseño del tejido financiero contable y analítico. Sin él no hay actividad económica.
El sexto es el plan de calidad, como monitor y garante de todo el proceso de modernización. Entran aquí en juego los modelos de acreditación, certificación ISO y auto evaluación continua de la calidad, basado en los tres elementos básicos: estructura, proceso y resultado.
Pues bien, la tecnología sólo constituye un elemento de la estructura y de los sistemas de información. Y aquí es donde se introducen, con criterio de calidad el concepto de mínimos.
Hablar de mínimos es hablar de qué requisitos imprescindibles se necesitan para cumplir normas de calidad mínimamente aceptables. De igual forma, la introducción de la tecnología tiene que efectuarse, cuando no se dispone, con un criterio de mínimos, es decir, tecnología esencial para cubrir la función que ha de cubrir el sector, la empresa en cuestión. Pero cubrir mínimos no es sinónimo de necesitar pocas cosas. Como hemos podido evidenciar, a medida que se incrementa los servicios de un país, más y más medios se necesitan, y más interrelacionados están la multitud de agentes productivos y sociales.
CONCLUSION FINAL
Podríamos concluir que de todos los atributos de la tecnología, en su utilización en los PVD es la utilidad la más importante, porque debe ser la que discrimine, de todas las posibles alternativas a implantar, la que mejor cubre las necesidades del país en ese momento.
Segundo. Introducir la tecnología sólo bajo el criterio de aportar equipamiento, sin entender que las organizaciones humanas funcionan como sistemas integrados es absurdo. Es inútil incluso el equipo más útil, si no se implanta la red de apoyo que le permita funcionar y comunicarse, y no se forma adecuadamente al personal que sepa utilizarla.
Tercero. Los países y las organizaciones están sometidos a las leyes de rendimientos. Es inútil insistir en procedimientos cuya tecnología haya alcanzado la meseta de ineficiencia. Hay que buscar generar economías de escala que hagan posible un nuevo salto hacia adelante.
Cuarto. La dependencia financiera y tecnológica de los PVD es uno de los mayores lastres de estos frente aquellos. La globalización, según se mire puede aliviar o agudizar esta dependencia.
Quinto. La incorporación de los PVD a las modernas tecnologías, sobre todo a aquellas que suponen un alto consumo energético, va a agravar mucho más la crisis que ya tenemos encima del petróleo. Esto es un dilema ético de primera magnitud, pues nos obliga a elegir entre un mundo desigual con un consumo como el actual, o un mundo más igualitario por lo alto, con la inclusión de miles de millones de personas a un consumo insostenible para el Planeta. Con optimismo tecnológico, esperemos que las energías alternativas y limpias estén disponibles en las próximas décadas.
Esta lógica de planteamiento es la que parece ser que impregna los programas mundiales de desarrollo como la Agenda 21.
Pero es muy importante que los intereses parciales de los diferentes agentes de poder en el mundo no torsiones estos planteamientos en aras de hacer negocios inmorales con los que nada tienen.
En suma, si se pudiera resumir en una sola palabra talismán todo lo tratado, esa palabra sería, sin duda, “evaluación”. Se trata, antes de implantarla, de evaluar la tecnología que necesitan los PVD. En Occidente la evaluación de la tecnología es ya una práctica habitual, dado que los costes vs efectividad de nuestra tecnología está rayando ya el límite asintótico de la ineficiencia, en muchos casos. No es por la misma razón, sino por todo lo expuesto, en los PVD, la tecnología ha de ser evaluada, porque como hemos dicho al comienzo de la exposición, la tecnología sólo es útil para aquellos que saben utilizarla y encuentran en ella la solución de sus verdaderos problemas.
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